El crecimiento profesional e intelectual como herramienta de seducción

¿Qué genera atracción de los hombres hacia las mujeres? Hay dos formas de contestar a esa pregunta: desde el punto de vista evolutivo o biológico y desde una mirada cultural.

En términos de biología, básicamente, los hombres buscan mujeres que tengan las características fisiológicas para ser buenas madres y cuidadoras; es decir, que tengan un cuerpo con características específicas (senos medianamente grandes, caderas anchas, curvas pronunciadas y hasta la salud de la piel), las cuales envían al ojo masculino la idea de que se es un excelente “espécimen” para continuar con la especie humana y generar la supervivencia de los genes.

Muchas mujeres al leer esto consideran que es una mirada muy básica y, al mismo tiempo errónea. No es una postura equivocada pero aún no abarca todos los factores que influyen en la configuración de una personalidad atractiva, es decir, no basta con tener un cuerpo sano, ya que existen los factores culturales de la atracción y la seducción.

Actualmente, la cultura es el resultado de muchos cambios frente a la concepción de lo femenino y lo masculino, por ello las ideas antiguas de la mujer sumisa, ama de casa, poco proactiva y más bien pasiva, son ideas que han entrado en desuso y ya no permiten que una mujer se pueda desenvolver de manera competitiva en el mundo laboral, en el mundo económico e inclusive en el mundo de las relaciones de pareja.

Hay una gran regla de la seducción: SI NO EJERCES BIEN LOS ROLES QUE TIENES EN TU COMUNIDAD, NO SERÁS UNA PERSONA ATRACTIVA.

Nuestra cultura actual le da un valor muy importante a la generación de crecimiento intelectual y laboral, es por eso que aquellas mujeres que se enfocan en mejorar su perfil profesional son más atractivas al género opuesto, pues son competitivas en la cultura y, al serlo, son “especímenes” que pueden generar la supervivencia de la especie, tanto genética como culturalmente hablando.

En consulta, cada vez más los hombres refieren que quieren mujeres preparadas, que sean independientes en términos económicos, que hablen un par de idiomas, que se defiendan en el mundo laboral y que tengan un estatus social importante o una buena reputación dependiendo de la comunidad en la que se desenvuelven.

Por otro lado, la independencia financiera, laboral y profesional, también le da a la mujer una posibilidad más alta de hacer mejor sus escogencias de pareja y no tener que decidir por dependencia en términos económicos y de supervivencia, poniendo atención a rasgos más importantes que permitan la generación de relaciones de pareja sanas.

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