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El mejor amigo de la mujer

Odette Chahín , 15/1/2012

Es el hombre de mis sueños: divino, inteligente, divertido, de buena familia; pero… hay algo que le gusta tanto como a mí: los hombres.

"Si todo el mundo tuviera un amigo gay, bajaría el consumo de Prozac, porque aquel es el antidepresivo más efectivo de todos". (Foto: Thinksotck) - Foto:

No me siento pionera de la unión mujer–homosexual o femme–fag (antes Madonna tuvo a su Rupert Everett, y Lady Di a su Elton John), sino parte de una moda creciente de esa alianza entre la mujer y su mejor amigo gay.

Al mío lo conocí en la universidad en una clase de literatura, a ambos nos gustaba Joyce, los aullidos espasmódicos de Björk, los finales incomprensibles de las películas de Lynch y las hamburguesas vegetarianas.

Gloria Steinem, uno de los iconos del feminismo, dijo: “Una mujer necesita a un hombre como un pez necesita una bicicleta”, y yo estoy de acuerdo, todos los hombres son sustituibles, todos menos mi amigo gay, que hace las veces de sicólogo, porrista, asesor de imagen, diseñador de interiores, Dj y Cupido de turno. Para él todo es divino, la vida es una fiesta.

La ley de la relatividad no sólo se aplica a la física, sino también a la amistad; y la que hay entre mujeres a veces es un bodegón de envidias camufladas. Y entre una mujer y un hombre es una olla de presión que puede explotar en tensión sexual con un escote expuesto o unas intenciones mal puestas. En cambio, entre una mujer y un gay es desinteresada, no hay envidias o tensiones, a menos que tu amigo sea un travesti y quisiera robarte tus tetas, o sea de los gays descarados que no les importa irse de picnic con tu novio; pero en general son grandes amigos que respetan los territorios.

A veces cuando yo le leo el pensamiento o él completa mis frases pienso que sí, que seríamos perfectos el uno para el otro; no tendríamos que pelear por ver partidos en ESPN porque ambos preferimos ver E!, ni me tocaría recogerle sus calzoncillos porque él es igual de compulsivo que yo con el orden. Claro que... tampoco tendríamos sexo y si nuestro carro se llegara a varar, ninguno de los dos sabría qué hacer con el gato, sino que maullaríamos juntos para que alguien nos ayudara. Después de todo, no sería tan perfecto como me lo imaginaba...

Y como toda relación, la amistad con un gay tiene sus pros y sus contras. Lo malo es que cuando salimos con ellos, los hombres no se nos acercan porque: a) piensan que él es mi novio; b) piensan que ambos somos miembros del mismo homo club. En simultánea, yo le espanto sus posibles levantes y además le daño su imagen y buen nombre de gay porque a veces parecemos pareja hétero. Pero una de las grandes ventajas de tenerlo como amigo es que siempre tiene prendido el gaydar (radar gay) el cual nos ahorra muchas horas de coqueteo en balde con la persona equivocada.

En un mundo donde a casi todos les da pena decir la cruel verdad y la gente prefiere hablar detrás de tus espaldas, el amigo gay te dice la verdad aunque te duela, porque él, al igual que uno, sabe que la verdad como la belleza duele harto... y lo sabe porque también se ha depilado las cejas con cera caliente, y lo amo por su desvergonzada honestidad, tanto que hasta le he ofrecido mi útero para que él y su novio inicien su estirpe.

Pero ojo, como en todos los cuentos de hadas posmodernos cualquier cosa puede suceder... como que se convierta en hétero (si conoce a la cenicienta adecuada; casos se han visto). Pero mientras eso sucede (o no) me conformo ejercitando mis neuronas con él, filosofando sobre los grandes enigmas, como quién sería el hombre ideal para repoblar al mundo en caso del Apocalipsis... ¿Gael García o Johnny Depp? él piensa que Johnny, yo digo que Gael.