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Razones por la que no deberías acostarte en la primera cita.

Razones por la que no deberías acostarte en la primera cita.

María de la Paz Serpa Fonnegra, 10/10/2010

 

En días pasados me preguntó una jovencita si había alguna razón válida para no acostarse con el “levante” en la primera cita. Se habían sentido bien juntos, compartían muchos intereses, les parecía atractivo el otro…

No es una novedad que están viviendo los jóvenes de hoy en día únicamente. Muchas personas de generaciones anteriores han sentido los mismos deseos y han tenido pensamientos eróticos con alguien a quien acaban de empezar a tratar. Los parámetros de relación interpersonal eran otros, se manejaban distintos principios y a su vez temores propios de cada momento histórico.

La sociedad de la inmediatez en las que han crecido nuestros adolescentes y adultos jóvenes los hace creer que todo es para ya. No hay necesidad de dejar decantar las emociones, ¿para qué esperar? Es lo que siento y lo que quiero hacer, nadie me lo puede impedir.

El sexo casual equivale a jugar a la ruleta rusa. Ninguno de los dos sabe cuántas parejas ha tenido la otra persona, ni si es o no portador de alguna enfermedad de transmisión sexual. El embarazo es otra de las consecuencias de una relación no premeditada con un desconocido a quien posiblemente nunca vuelvas a ver.

¿Se justificará la sensación de vacío al día siguiente o el temor contando los días hasta la siguiente menstruación? El bombardeo de preguntas que pasarán por la cabeza de ambos puede ser intenso: ¿Será que el preservativo si estaba bien puesto? ¿Se lo puso a tiempo? ¿Esa vieja me habrá pegado algo?

En los últimos 20 años los contagios por enfermedades de transmisión sexual (ETS) han aumentado en proporciones alarmantes. Enfermedades que se consideraban controladas emergieron con fuerza y se propagaron sin medida. La aparición del SIDA y su implacable dominio del plantea se alimentaron con otras patologías como el herpes genital, la sífilis y el virus del papiloma humano (VPH) por nombrar únicamente las que pueden ser mortales.

¿Hay explicación para este fenómeno? Claro que sí. Entre muchas otras razones, todas dentro de la misma línea, están la promiscuidad, el sexo casual, la falta de compromiso en las relaciones, la drogadicción, etc.

No se trata de posiciones “anticuadas”. Son sólo pensamientos que quieren invitar a la reflexión y a la autoprotección para que mañana no se sientan en un callejón sin salida y lo que es peor, estén ante una enfermedad con consecuencias graves o un embarazo no planeado, cuando no con el cargo de conciencia de haberse sometido a un aborto.
Podrían entonces pensar si pesan más diez minutos de posible placer o una vida acompañada de arrepentimientos.
 
Por María de la Paz Serpa Fonnegra
 
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