La resurrección del sexo

, 30/3/2014

Las técnicas inspiradas en la sabiduría de Oriente se imponen como los nuevos caminos para reavivar la pasión sexual en el matrimonio. Un nuevo libro sobre el tema acaba de llegar a Colombia.

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Si algo aburre a algunos esposos y puede llevarlos a separarse es que sus relaciones íntimas se vuelven cada vez menos frecuentes, hasta que un día se percatan de que el fuego se extinguió y que siguen juntos por inercia. “A menudo, el sexo se convierte en un ítem más de la lista de cosas que hacer, una tarea de rutina y en otro motivo para estar bajo la presión de cumplir. Fisiológicamente, ese estrés dispara una reacción hormonal en cadena que termina por suprimir la libido”, dice la estadounidense Jill Blakeway, autora del libro 'Volver al sexo', publicado recientemente en Colombia y en el cual propone un método para reanimar la vida sexual de una pareja en cuestión de seis semanas.

La historia de este novedoso método comenzó cuando esta acupunturista y herbolaria certificada escribía su primera obra, 'Making Babies', para ayudar a las parejas a concebir a sus hijos de la manera más natural posible. “Muchos matrimonios me confiaron que habían perdido la chispa. Entonces, investigué y comprendí que no eran los únicos con este problema. A pesar de lo que vemos en el cine, la televisión e Internet, la gente está teniendo menos sexo que nunca y una de cada tres mujeres dice que no le gusta ni lo disfruta. No obstante, antes que sentirse conformes con ello, la mayoría me manifestaba que quería recuperar su libido. El deseo del deseo es un sentimiento que pocas mujeres abandonan”, declaró Blakeway en un e-mail a FUCSIA con motivo de este artículo.

Catalogada por The New York Times como una de las mejores acupunturistas de la Gran Manzana, Blakeway recuerda que el sexo es un gran “invento”, porque es gratis, divertido y se siente sensacional. “Hace a los seres humanos más saludables y felices. Mejora el ritmo cardíaco, baja la presión sanguínea, favorece el sistema inmune. Además, disminuye la sensación de dolor, quema calorías, mejora el estado de ánimo, aclara la mente, es relajante, ayuda a descargar la tensión y promueve un estado psicológico positivo, además de que brinda seguridad emocional”, afirma. Esos y otros beneficios se extienden a la salud de las parejas, ya que, al decir de la especialista, el sexo las ayuda a fortalecer su vínculo. “Es un aspecto clave en una relación. Sin sexo, tú y tu pareja son solo compañeros de cuarto. El sexo, aparte de su uso para la procreación, contribuye a la estabilidad. Tener sexo, literalmente, hace al amor”, concluye.

Blakeway aclara que no siempre esta pasión sufre un declive en el matrimonio y que no tiene que ser así. Pero algunas uniones entran en conflictos no resueltos que afectan la conexión emocional, el gran objetivo de la vida sexual en común. Ello mezclado con el estrés, advierte, es la receta infalible para que se desvanezca el fuego en la alcoba.

Las pacientes que acuden al consultorio de Jill Blakeway le expresan a menudo tres razones de la mengua de su libido: “están muy cansadas y después de acostar a sus hijos ya no tienen energía. También me cuentan que están muy estresadas y no se pueden relajar para disfrutar del sexo. Por último, manifiestan que no se sienten lo suficientemente sexis, les preocupa cómo se ven desnudas y se inhiben”.

Como la acupunturista que es, Blakeway no acudió al enfoque occidental, basado en asuntos de tipo mental, para crear la solución a estos problemas, sino al extenso legado de la medicina china que se nutre de la filosofía milenaria del taoísmo. En sus estudios, le sorprendió descubrir cómo hace dos mil años ya los sabios de Oriente entendieron la función del sexo en el logro de ese ensamble emocional y decantaron una serie de técnicas para beneficiarlo, que se mantienen eficaces. Como explica el libro, lo que se conoce hoy como estrés es para el taoísmo el estancamiento del chi, es decir, la energía vital que circula por el cuerpo. “Los problemas aparecen cuando no hay suficiente chi o cuando no circula libremente”, señala la autora, y agrega que este estancamiento menoscaba al deseo. Pero hay una buena noticia: “tener sexo es una buena forma de activar el chi o lograr que vuelva a circular… Esta es una de las razones por las que se siente tan bien”, escribe Blakeway en su texto.

Al respecto, antes de meterse entre las sábanas, la autora les sugiere a las parejas sencillos ejercicios de meditación, otro legado oriental: “tu chi va a donde va tu mente (...). Lo único que debes hacer es dedicar unos minutos a pensar en el sexo. Si tienes pareja, piensa concretamente en el sexo con ella. La única regla es que solo pienses cosas buenas. Recuerda algún encuentro sexual memorable. Planifica uno para el futuro. Imagina (por último) que le dices a tu pareja exactamente lo que deseas y ¡que lo consigues!”. Esta meditación puede realizarse al estilo clásico, es decir, sentado o sentada, con los ojos cerrados, aunque también es posible hacerlo en la banda de caminar del gimnasio, al volante o caminando por la calle.

Como lo recuerda Jill Blakeway, el chi tiene dos aspectos: el yin y el yang, conceptos que se equiparan a los de los polos opuestos o a los de la energía positiva y negativa en el átomo. Se trata de fuerzas presentes en el hombre y la mujer, pero es probable que el primero se identifique más con las características del yang (dador, creador, rápido, expresivo, caliente, seco, etc.), mientras que la mujer tienda a las del yin (receptivo, protector, lento, introvertido, tolerante, sustancia, abajo, fresco, húmedo, etc.). La abundancia de uno implica la deficiencia del otro y lo que la medicina china busca en cada ser es el equilibrio entre las dos fuerzas opuestas.

¿Y eso qué tiene que ver con el sexo? Resulta que para la medicina china, la relación sexual es la interacción del yin y el yang. “Es la energía yang de cualquiera de los dos la que inicia el acto. Luego, es la energía yin de la otra persona la que recibe esa invitación y corresponde, transformando un acto en solitario en algo mutuo”. Pero si hay desbalance, si se es demasiado yin o demasiado yang, el chi no fluye y ello desequilibra a su vez a hormonas como los estrógenos, la progesterona o la testosterona, que regulan las funciones sexuales. En últimas, la armonía con la pareja sufre las consecuencias.

Para reconectarse con la pareja hay que hacerlo primero consigo mismo y para ello Blakeway aconseja explorar el propio cuerpo a través de la masturbación y los automasajes en la próstata, en el caso de los hombres, y en el punto G, en el de las mujeres, a quienes también sugiere acariciar suavemente sus senos y muslos, además de ejercicios para mejorar la circulación en la pelvis.


El libro 'Volver al sexo' propone igualmente que la mejor manera de resucitar la intimidad es practicarla lo más a menudo que se pueda. Aquí te proporcionamos una guía breve para reavivar la pasión:

1. Sincronizar las respiraciones es una buena forma de concentrar la atención en el otro.

2. Meditar juntos después de una pelea.

3. Volver a besarse mucho, como los adolescentes, haciendo contacto visual, con la lengua y la boca relajadas, de manera a veces inesperada, o durante el coito. Ello reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los de oxitocina, que fomenta la unión.

4. Tener un coito, pero con meditación y el mínimo movimiento, recupera el sentimiento de proximidad y unidad con la pareja.

5. Hacer algo juntos que no sea de carácter sexual, como ir al gimnasio o caminar, redescubre la atracción que a veces no es que haya desaparecido sino que está oculta o bloqueada.

6. Modificar la rutina sexual probando una posición nueva, o dándole una sorpresa a la pareja en la cama, hace emocionante el reencuentro.

7. Una relación sexual rápida o quickie (mejor en un sitio diferente a la alcoba) hace que la relación retome su cauce y disipa el aburrimiento.

8. Hombres, a retardar la penetración para encender más y crear expectativas en sus parejas.

9. Llegar al borde del orgasmo y retenerlo varias veces, mejora su intensidad.

10. Intensificar los juegos previos y el sexo oral mutuo.