Arte: el renacer del vampiro

, 19/6/2014

En el performance Homo vampyrus, el artista Hermann de la Parra murió y se transformó en vampiro para hacer una crítica al consumismo de hoy. Con esta obra se despidió de la escena local para trasladarse a México.

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Parte hacia México después de 20 años haciendo perfomance. ¿Por qué decidió radicarse allí?

En México hay un gigantesco movimiento interpretativo, la gente sí puede vivir del performance. El D.F. se está convirtiendo en una ciudad de primer mundo, orgullosa de sí misma. Durante todo este tiempo luché tratando de mostrar un arte posmodernista, pero me cansé de trabajar localmente, quiero proyectarme hacia otros lugares. Además, me desenamoré del país, me cansé de la doble moral, del doble discurso. Tengo que irme para volver a enamorarme.
 
¿Se considera un valiente?

Absolutamente. Heroico y loco. No tengo mecenas, todo lo hago de mi bolsillo. He patrocinado mis puestas en escena, no vendo taquilla ni vendo mis perfomances a empresas privadas. Lo hago en aras de la felicidad que produce desarrollar un arte que nadie hace en mi país. Cuando logro recoger dinero es porque vendo la sustentación de mi obra, representada en dibujo, pintura, fotografía, videoarte, instalación y vestuario de gran formato. No vivo de mi actividad artística como tal, y para mí es importante que un artista pueda vivir de lo que hace.

¿Cuáles son las falencias del público colombiano para apreciar el perfomance?

Este es un país atrasado donde solamente la escultura, la pintura y la fotografía son consideradas como algo artístico. Como el perfomance no es comercial, no hay demanda. Es injusto que el arte sea para la gente que pueda comprarlo. Una obra está hecha no para el divertimento sino para la contemplación, y a través de esta vienen reflexiones que no gustan. El arte que se vende acá es superficial, es la comedia, el stand up comedy, Andrés López, Sábados Felices, porque necesitamos evadir la terrible realidad.

¿Qué reacción busca entre el público?

Confrontarlo. Mi temática gira alrededor del dolor, la muerte, el sufrimiento, el vacío, el silencio, la soledad. Vengo de un país dramático, y produzco lo que produce el país: contradicción.
 
Usted siempre ha hablado del mismo personaje. ¿Cómo es él?

Soy yo mismo, como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Esa creación viene de los complejos de inferioridad y fealdad heredados de la cultura colombiana. Cuando tuve conciencia de ellos, los reinventé para traducirlos en algo poderoso. Hermann de la Parra no sufre de miedo, tiene una exagerada manera de sentir, se comporta en lo íntimo como si estuviera en público y despierta curiosidad y miedo. No es que yo sea bipolar, es que tengo conciencia de que ese personaje es una obra de arte.

¿Para eso tenía que morir?

Claro, porque Hermann de la Parra, que es un burgués y trabaja para la burguesía, estaba atado a una cantidad de referencias culturales de este país. Murió para la burguesía y nace para el socialismo.