Austeridad vs Opulencia

Revista FUCSIA, 14/12/2014

¿Puede John Galliano reemplazar a uno de los directores creativos más polémicos e invisibles de la moda? Los ojos están puestos en la Maison Martin Margiela para ver qué hace el genio con su segunda oportunidad.

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La moda se mueve con el refinamiento de un juego de geopolítica. Los grandes grupos adquieren marcas aquí y allá, y roban talentos creativos de la competencia para despedir luego a alguno que lleva ya suficiente tiempo en sus entrañas como para sorprender a las compradoras. Así, el panorama de la moda ha dejado de ser el de unas marcas con carácter propio para ser el juego despiadado de unos conglomerados económicos. En ese mundo que parece cada vez más alejado de la impronta de genios como Christian Dior, Cristóbal Balenciaga o Yves Saint Laurent, que gobernaron los destinos creativos de sus marcas, no resulta para nada extraño el anuncio que hizo hace algunos meses el director del grupo OTB, Renzo Rosso, con el que despertó al mundo de la moda al anunciar que John Galliano, el genio de Dior despedido, el vilipendiado por sus palabras políticamente incorrectas, el emblema de la teatralidad y el artificio, se convertiría en el nuevo director creativo de la Maison Martin Margiela.

Pero, ¿puede un hombre que ha hecho de su propia estampa una marca, que bebió del escándalo para llenar de contenido y de prensa sus creaciones, reemplazar a uno de quien no se conoce palabra desde 1997 (dejó de dar entrevistas y de aparecer en sus desfiles) y que ha obviado todo protagonismo para dejar que la simpleza y experimentación de sus prendas hablaran por sí mismas? El ingreso de John Galliano a la casa más vanguardista y desafiante con la que cuenta actualmente la moda, plantea unas preguntas reales, a pesar de la inercia que generan estos anuncios.

Hijo de la escuela belga que ha heredado algunos extraños talentos a la moda, Margiela creó en 1989 una casa que desafiaba elementos fundamentales en los que se ha sustentado la moda en Occidente. En la mayoría de las pasarelas, en un acto casi de rebeldía, las modelos fueron siempre despojadas de su identidad, una vez que sus caras eran siempre cubiertas con telas, piedras bordadas y hasta peluquines. Desafió también los tiempos tiránicos de producción al usar procesos orgánicos que hacían que el desgaste de una tela tardara días enteros; incluso, usó guantes de soldadura para crear un refinado y costosísimo corsé. “Margiela ha estado siempre asociado a lo conceptual, lo que, por supuesto, puede significar muchas cosas; por ejemplo su seria exploración con materiales reciclados, su repulsión a adherirse a los estándares de glamour y belleza, también la invisibilidad de su director creativo e incluso el secretismo con el que se ha mantenido la totalidad del equipo que conforma la marca. La Maison Martin Margiela siempre ha parecido una marca para los iniciados”, explica Nancy Deihl, directora del programa de maestría en Costume Studies de la New York University.

El destino de la marca cambió, sin embargo, cuando en 2002 el gran grupo OTB del que es presidente el genio del jean y creador de Diesel, Renzo Rosso, compró la marca. Mucho se rumoró sobre la salida inmediata de la Margiela, que para entonces había conseguido que su casa de modas ni siquiera apareciera en las páginas amarillas de París. “Unirse a una gran compañía direccionó a la marca a tener otras escogencias en torno al marketing, en consecuencia la política de ‘no comunicación’ que había sido parte del ADN de la marca fue cambiando. Además con la salida oficial en 2009 del fundador de esta casa, se fueron perdiendo elementos determinantes del estilo de la compañía. Me pregunto si Martin hubiera permitido tener una alianza con H&M”, explica el experto en moda Giovanni Ottonello, del Istituto Europeo di Design (IED).

Ante ese panorama, apareció abruptamente el nombre de Galliano para ser, como el mismo Rosso lo expresó, “la nueva y carismática alma creativa de la marca”. Tras su salida de la casa Dior por sus improperios contra los judíos –un error que dejó ver toda la maquinaria moralista que opera soterradamente también en el mundo del vestido–, Galliano estuvo retirado de la moda, haciendo esporádicas apariciones de la mano de su amiga Kate Moss, a quien le diseñó el vestido de novia, y de Oscar de la Renta, fiel compañero que le abrió su firma para que hiciera algunas colaboraciones. Es ahora Renzo Rosso, otro de sus devotos, el que hace una apuesta por él. 

“Claro que sorprende este anuncio. En términos estéticos al menos, nada podría estar más alejado de la mirada de Margiela que Galliano; pero si consideramos que los dos son diseñadores que experimentan con los materiales, y persiguen fielmente su visión individual de la moda y la belleza, entonces encontramos una relación”, comenta la experta Nancy Deihl. “Uno es sin duda muy alejado de la filosofía del otro, pero quizás los dos han sido un verdadero terremoto en el sistema de la moda y quizás eso fue lo que motivó a Rosso a esta escogencia. Además, recientemente, Patrick Demarchelier le hizo un retrato a Galliano muy limpio y en un look dandy y minimalista como si diera a entender que está listo para asumir un nuevo personaje en la moda”, complementa, por su parte, Giovanni Ottonello.

La decisión parece obedecer al afán de darle una terapia de choque a la marca, como en su momento se intentó hacer con Margiela nombrándolo director creativo de Hermès, un choque que hizo pensar a muchos que iba a ser una posición comercial insostenible para él. Así que quizás Margiela y Galliano parecen no ser más que la visión extrema del juego de la sillas que es la moda. El mundo entero espera el retorno del gran Galliano, con sus culpas ya expurgadas, en la próxima semana de la alta costura en el prêt-à-porter de París, donde pondrá sus primeras puntadas como debutante en el mundo de Margiela.