Cate Blanchett, en la cúspide de la fama

REVISTA FUCSIA, 26/12/2013

Este año se apoderó del trono de Hollywood con su papel en la cinta Blue Jasmine. La actriz, que ganó el Óscar, habló en exclusiva para FUCSIA sobre su faceta de madre, lo que piensa acerca de envejecer y sus nuevos retos. 

Foto: cortesía Giorgio Armani - Foto:

Cate Blanchett tiene por regla no ver más de una vez sus películas. “Soy una eterna insatisfecha. Tal vez por eso sigo trabajando... Siento que así me acostumbraré a verme a mí misma. Pero no es así”, reconoció en una oportunidad. 

Puede sonar a falsa modestia que estas palabras provengan de una actriz que suele recibir el aplauso del público y la crítica: el diario The Telegraph calificó su papel en Blue Jasmine de glorioso, y The New York Times como brillante. “Se necesitaría un performance milagroso para derrotarla”, sentenció el Daily Mail, mientras que en The Independent se decía que ella era “la elección más inteligente” en la carrera de su director, Woody Allen. El mismo cineasta manifestó que al contratarla como protagonista él pasaba a un segundo lugar y que tenerla en la cinta era “lanzar una bomba de hidrógeno”. Su compañero de reparto, Alec Baldwin, se refirió a ella “como una de las tres mejores intérpretes vivas” y comparó actuar a su lado con estar bajo los efectos de una poderosa droga.

Pero Blanchett, a sus 44 años, no se traga entero el cuento de la diva. De hecho es una mujer sencilla que, sin poses, usa constantemente la palabra “aventura” para explicar lo que ha sido su vida profesional y laboral, a pesar de haber probado en varios de sus roles las mieles de tener súbditos a sus pies: en dos ocasiones se ha convertido en la reina Elizabeth y en las tablas se puso la corona de Richard II. La grandilocuencia que acompaña su nombre pareciera ir en contravía de su naturalidad. Porque su temperamento, además, está bastante lejos de asemejarse al del personaje que hoy la tiene ad portas de su segundo Óscar y su sexta nominación: Jasmine es un coctel de xanax y vodka, una socialité presumida venida a menos que sigue viajando en primera clase y usando maletas Louis Vuitton, cartera Birkin y chaqueta Chanel. Según la propia actriz, no es fácil querer a alguien tan “narcisista y desagradable”, quizá lo único en lo que coinciden es en su pasión por el buen vestir.

Sin ninguna pretensión se define como una “madre trabajadora” cuya prioridad es la economía de tiempo para poder dedicarse a su marido, el dramaturgo Andrew Upton, y sus tres hijos, Dashiell, Roman e Ignatius, de 12, 9 y 5 años, respectivamente. Por eso confiesa que su criterio de selección cuando le ofrecen participar en un filme, aparte del director, es cuánto tiempo le tomará el proyecto. “Cada mañana es una operación militar. Mi esposo y yo nos vamos en bicicleta a trabajar. La primera vez que lo hice casi sufro un paro cardiaco. Al regreso hago las tareas con los niños, cenamos, me aseguro de que se bañen y se laven los dientes, lo que al pequeño le toma como tres horas. Y luego los llevo a la cama, arreglo su ropa, alisto su almuerzo, porque cocinarles me parece relajante y cuando todos están dormidos finalmente tengo tiempo para mí”. O para estudiar sus líneas, como lo reveló a FUCSIA. 


Foto AP

Por eso duerme poco, en sus ratos libres le gusta nadar y espera cumplir su promesa de retomar las clases de tenis. También disfruta de que sus hijos la acompañen a sus ensayos y jornadas de grabación porque “son buenos niveladores”. Reconoce que como cualquier mortal en su posición comete errores: “Uno siempre está tratando de satisfacer las necesidades de sus seres queridos, pero falla estruendosamente”.

En la cúspide de la fama dentro de la industria de Hollywood, la australiana regresó a su país natal en 2007 con la idea de estar más cerca de su familia, mientras dirigía con su esposo la Compañía Teatral de Sidney. Juntos forman un gran dúo creativo, y mientras ella lo define como su mejor crítico, él se hace llamar “la mano”, la única parte de su cuerpo que suele aparecer en las fotos de la alfombra roja. Durante sus cinco años en el cargo, Blanchett trató de limitar su presencia en la gran pantalla y bromea con que en la calle la gente no la reconocía o la confundía con otras figuras: “Estuviste fabulosa en Titanic”, han llegado a decirle. Nada de eso le preocupa, ella se siente ajena a la generación de las redes sociales y pese a su condición de celebridad defiende su vida privada al punto que la fase de su profesión que encuentra más difícil es participar en las campañas promocionales de sus películas. “Lo que realmente me fascina de actuar es la investigación sobre mis personajes y trabajar con otros”.

Pero si bien huye del exhibicionismo, este año ha gozado de especial sonoridad: aparte de Blue Jasmine, Blanchett fue escogida por Giorgio Armani para ser la imagen de su nueva fragancia Sí, que después de cuatro años de ausencia marca el regreso del diseñador al mundo de la perfumería femenina, y por todo lo alto, con un contrato estimado en diez millones de dólares para su musa. “Cate es el epítome de la mujer moderna para la que diseño. Con su creciente madurez, ha llegado a encarnar el ideal femenino de esta casa: serena, segura, de espíritu independiente y que se siente a gusto con ella y con el mundo”, expresó el creador italiano al presentar la alianza. 

Pero su relación en realidad data de mucho tiempo atrás: “Mi nexo estético con Armani empezó cuando yo era una adolescente y codiciaba esos exquisitos trajes inspirados en el universo masculino. Cuando salí de la escuela de drama, compré con mi primer sueldo uno de esos vestidos que todavía conservo y me pongo”, le dijo a esta revista. Con un tono jocoso insinúa que fue escogida para representar esta esencia porque le cuesta decir que no. “Le doy un sí a todo, lo que resulta ser una bendición y una maldición a la vez. Pero amo los riesgos. A veces me pregunto si me lo pidieron porque mi vida es muy completa. No podría ser más plena como mamá, esposa, como alguien apasionado por su carrera y sus amigos. Es como decirle sí a la vida, a todos los aspectos de ser mujer”.

La actriz tiene una perspectiva muy clara sobre la feminidad: cuenta que su esposo la ha amenazado con divorciarse si se hace cirugías plásticas. En meses pasados su cara apareció sin rastros de PhotoShop en la portada de Intelligent Life porque no le teme a las líneas de expresión, para ella son un privilegio; después de todo se pregunta ¿quién quiere un rostro sin historia y sin señales de sentido del humor?: “Todos estamos envejeciendo. Por ejemplo, cuando mi hijo mayor iba a cumplir 12 lloró porque estaba creciendo y ya iba para séptimo grado. En verdad creo que madurar es ser capaz de aceptar tus debilidades, incluso de amarlas y lidiar con ellas en lugar de erradicarlas. El reto es mantener un espíritu de curiosidad y fluir para no caer en la rigidez”. Considera que ensañarse contra las arrugas “y que el rostro quede tieso” es como pensar que se puede retrasar la muerte, un tema del que es muy consciente desde que tenía 10 años cuando su papá murió de un infarto a los 40.

Aunque para esa época ya soñaba con la actuación, el hecho de que ella y sus dos hermanos hubieran sido criados por una madre soltera dedicada a la docencia, la hizo pensar que la seguridad era lo realmente importante. A los 18 fue extra en una cinta durante unas vacaciones en Egipto, pero en principio decidió estudiar economía. 

Finalmente se vinculó al Instituto Nacional de Arte Dramático de Sidney con la idea de desarrollar una carrera exclusivamente teatral y ganó el premio a la mejor debutante. Para los parámetros de una actriz, incursionó tarde al mundo del cine pero empezó con el pie derecho. En 1997 actuó en Paradise Road, protagonizó Oscar and Lucinda y fue escogida para interpretar, por primera vez, el papel de reina en Elizabeth que le valió su primera nominación a los Premios de la Academia. 

En 2004 se llevó la estatuilla a mejor actriz de reparto al interpretar a la legendaria Katharine Hepburn en The Aviator. Volvió a competir por el mismo galardón con Notes on a Scandal, y en 2008 fue doblemente opcionada con Elizabeth: The Golden Age y I’m not There, gracias a su representación de Bob Dylan. “Cate Blanchett luce alta, al estilo de una efigie, con sus pómulos prominentes que la califican para roles fuertes e imponentes. Aun así, no es solo su apariencia sino la manera como ella logra transformarse en esos personajes. En Blue Jasmine su interpretación es tan poderosa que la película es enteramente ella”, explicó a FUCSIA el productor e historiador de cine Steven Kovacs.

Y si 2013 ha sido su año, en el que viene no hay señales de que pueda ser destronada: aparecerá en The Monuments Men junto a George Clooney y Matt Damon, interpretará a una mujer casada que tiene una relación lésbica en Carol, a una enferma en Cancer Vixen y a la malvada madrastra de Cenicienta. Entre otros proyectos, espera estrenarse como directora. “Todo ha sido muy inesperado”, concluye Blanchett. “Así que estoy lista para una siguiente e imprevista loca aventura”. 

Un 'Sí' para Armani


FUCSIA: ¿Qué le representa la fragancia?

Cate Blanchett: Los perfumes evocan recuerdos y aspiraciones. Y una de las esencias más poderosas para mí es el olor del mar. Por eso es maravilloso que la campaña se haya realizado en la playa, con el aroma del árbol de té, de la sal en la piel.

 F: ¿Un perfume es sinónimo de feminidad?

CB: Absolutamente. Es una de las maneras de expresarse de una mujer. Cuando uno deja una habitación espera que un halo de aroma perdure.

 
F: La mujer sí encarna varias dualidades: profunda y ligera, sofisticada y natural, fuerte y sensible. ¿Se reconoce en esas facetas?

CB: Como actriz he tenido la suerte de encarnar diferentes tipos de mujer y eso significa que uno tiene la empatía para entender la fragilidad y la fortaleza. Considero que es en ese choque de estados opuestos donde se genera la energía de la vida.

 F: El comercial de televisión fue realizado por Anne Fontaine. ¿Qué significa ser dirigida por una mujer?

CB: Me parece fantástico porque no representa una mirada masculina, sino lo que significa descubrirse como mujer. Y Anne entiende esa visión y la usa a favor del poder femenino.