La etiqueta de la conquista virtual

Margarita Posada J. Twitter: @SrtaBovary, 19/4/2016

Queridos lectores (¿o debería decir lectoras?): desde esta edición las invito a descubrir lo que los hombres quieren de nosotras sin echar mano de nuestra intuición.

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Queridos lectores (¿o debería decir lectoras?): desde esta edición las invito a descubrir lo que los hombres quieren de nosotras sin echar mano de nuestra intuición, que muchas veces se forma falsos imaginarios de lo que debemos ser, sin tener en cuenta que desde el punto de vista masculino, la realidad es mucho más simple o, sencillamente, muy diferente. 

Mucho nos repitieron las abuelas eso de hacerse desear, con tan mala suerte, que el hacerse desear de su época ya no tiene vigencia alguna en la nuestra, ni siquiera el de nuestras madres, que pensaban que hacerse desear era no llamar a un hombre o no dejarse coger la mano en el cine. Nuestro “hazte desear” no solamente tiene unos límites mucho más amplios debido a la afortunada liberación femenina y a los anticonceptivos, sino que abarca un escenario que antes no existía: el virtual.

En el mundo de las redes sociales hay normas y códigos de comunicación hasta para mandar un mensaje. Por eso decidí hacer un sondeo entre los hombres que amablemente contestan mis encuestas por Twitter (@SrtaBovary) y sus resultados me llevan a enunciar par detallitos no tan nimios para que tengamos en cuenta a la hora de coquetear o comenzar una relación afectiva en el plano virtual.

Lo primero que habría que decir es que el 61% de los hombres sólo buscan sexo (y rápido) cuando nos chatean en Tinder. El 88 % de los hombres prefieren conocer a una mujer en la vida real. Más de la mitad prefieren un café, y el 36 %, un bar. Tan solo el 7 % y el 5 % prefieren hacerlo por Tinder y Facebook, respectivamente. Así las cosas, empecemos claras: la conquista virtual es un complemento de lo que somos en la vida real. Paradójicamente, el 48 % de estos seres extraños prefieren chatear antes que llamarnos (quién los entiende). Tan solo una tercera parte son de los que prefieren llamar a ser llamados, y sólo al 15 % les gusta que llamemos nosotras.

Dado que prefieren chatear, hablemos de Whatsapp. Nosotras muchas veces pensamos que los hombres son tan calculadores como nosotras y que no nos contestan por rudos. Pues, oh sorpresa: no solamente prefieren el diálogo intermitente a chatear al final del día, sino que el 65% aseguran que siempre contestan apenas pueden, lo cual indica que no nos dejan en chulitos azules por rudos, sino por ocupados. Tan solo el 35 % dice que sí lo hace para crear tensión.

Suponiendo que ya pasamos esa etapa y vamos avanzando en la relación, les pregunté entonces por el sexting. Amigas, no es verdad que quieran todo ya. El 49% prefieren una foto sugestiva a muchas mostronas. La lección aquí es “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. Eso sí, hay que cuidarse de un mínimo 11% al que le gusta compartir lo que uno manda con sus amigos, y del 21% que confiesa que a veces lo hace. Este no es un porcentaje que se pueda subestimar, chicas. Si sabemos ya que existe el 32% de probabilidades de que esa foto íntima que estamos a punto de mandar sea vista por más gente, ¿realmente valdrá la pena mandarla?

Con respecto a Facebook, la mitad de los hombres ven con buenos ojos que sea uno quien los añada al otro día de conocerlos, pero no falta el 11% machista que cree que es de regaladas, ni tampoco el 38 % convencido que cree que lo hacemos de intensas. Las líneas son muy delgadas una vez ya se es amigo. Más de un like o un me gusta diario en las publicaciones de un tipo que recién conocimos se puede leer indistintamente como: echada de perros (36%), stalking o persecución (33%) o empatía (31%). Digo indistintamente por lo similares las estadísticas. Esto mismo se evidencia cuando el 50% exacto dice que llenar de FAV y de RT el Twitter de un hombre deja mucho que desear para mal, y la otra mitad dice que deja mucho que desear para bien.

Lo que sí está claro, y para volver a nuestro “principio de realidad”, es que el coqueteo virtual es sólo un complemento de la realidad, hasta el punto de que el 37% cierre filas diciendo que es una mentira y tan solo el 14% ganoso diga que es mejor que nada. Por eso, después de tener en cuenta todos estos detallitos, las/nos invito también a relacionarnos con los hombres en la vida real, siendo las mujeres de carne y hueso que somos, sin filtros de Instagram, como Dios nos trajo al mundo. La etiqueta de la piel es quizá la más certera.