Moda

Naeem Khan y sus vestidos de las mil y una noches

Lila Ochoa, 27/2/2014

Desde las entrañas de su taller, el afamado diseñador indio radicado en Nueva York le contó a FUCSIA cómo ha vestido a personajes de la talla de Michelle Obama.

- Foto:

Por: Lila Ochoa

Un edificio en la Séptima Avenida, el distrito de la moda en Nueva York, décimo piso. Son las tres de la tarde y me espera Naeem Khan. Se abren unas gigantescas puertas de madera oscura que llevan a un gran espacio iluminado como si se tratara de una pasarela, su lugar de trabajo. Al fondo, en un pequeño taller, se preparan las muestras y se terminan ciertas prendas. A la entrada, colgados, se ven algunos de los vestidos que Khan presentará en la semana de la moda de Nueva York, sublimes desde cualquier ángulo, sobre todo por la maestría de los bordados y encajes.

A los pocos minutos hace su entrada Naeem y pronto nos enfrascamos en una agradable conversación. Tres colombianas, Chiqui Echavarría, su hija Clo Cló y su nuera, Danielle Corona, se van a vestir con diseños de Khan para el que será el matrimonio del año. (No te pierdas las imágenes de la boda aquí). Brevemente le da una mirada a los diseños impresos en una hoja y me dice: “Pensando en la ceremonia del matrimonio, escogí para Chiqui un vestido color champaña, de seda. Un vestido elegante, no muy descotado, que realza las líneas de su cuerpo. La falda abierta y los pantalones le ponen un toque del glamour de Hollywood.”

Hay vestidos de vestidos. Cuando están hechos a mano, con intricados bordados y decorados con pedrería, de corte impecable, le quitan a uno la respiración. Los de este diseñador son hechos en seda –su material favorito– y tan livianos que parecería que van a volar con el viento.

Naeem Khan nació en Mumbai, India, y se radicó en Nueva York. Viene de una familia dedicada por tradición a los bordados y pedrería. En 1930 su abuelo montó la primera fábrica de textiles y bordados en el norte de la India. Luego le tocó el turno a su padre, quien se hizo cargo de esta empresa que solo emplea hombres, pues, según la costumbre, son ellos los únicos que pueden dedicarse al bordado, herencia que sigue intacta hasta el día de hoy. Aunque al comienzo fue muy duro para su abuelo, pronto logró trabajar para la familia real y consolidar un nombre y una reputación.

Naeem pertenece a la tercera generación y desde muy pequeño se sintió atraído por la magia de las piedras, de los tejidos, y empezó a hacer bosquejos que muy pronto se volvieron prendas. Aunque asistió al colegio no lo hizo por mucho tiempo, pues le interesaba más la moda que las matemáticas o la geografía. Por insistencia de su madre, quien le decía que tenía que educarse y que las mejores universidades estaban en Norteamérica, viajó a Nueva York a los 18 años para continuar sus estudios de diseño. Ese viaje cambió su vida para siempre. Viajó con su padre, quien iba por negocios. Así conoció a Roy Halston, el más famoso creador de los años setenta en Estados Unidos, e inmediatamente lo invitó a quedarse como su asistente.

De él aprendió todo, el minimalismo y la simplicidad de sus diseños, que combinó con muchos colores, imbuido en el Barroco y la riqueza de los bordados de la India y sus exóticas técnicas. Una perfecta mezcla entre la magia de Oriente y la sofisticación de Occidente. En esos años se sucedieron muchos cambios en el mundo, no solo sociales sino en el arte y la moda, especialmente. Khan tuvo la suerte de compartir esas vivencias. Conoció a personajes del calibre de Andy Warhol, amigo de Halston, quien un día lo observó dibujando y le aconsejó cómo mejorar sus trazos. Fue parte del grupo de Studio 54 y se introdujo en los círculos sociales de la Gran Manzana. Al poco tiempo, Halston murió de sida y Naeem tuvo que echarse al agua y aprender a nadar solo. Regresó a la India, donde se volvió a encontrar con Ranjana, la mujer que se convertiría en su esposa.

Naeem se inició en el mundo de la moda creando colecciones bajo el nombre de su madre, con la que mantiene una relación muy especial. Durante ese tiempo perfeccionó su trabajo, aprendió cómo venderle a los grandes almacenes por departamentos como Sacks, Bergdorf Goodman y Neiman Marcus, y otros grandes distribuidores. Esa mezcla de hombre de negocios y creador ha sido la clave de su éxito, pues entendió que el mundo de las celebridades era la clave para darse a conocer, y el poder que estas ejercen, crucial para triunfar en el competido mundo de la moda.

En 2003, cuando sintió que estaba listo, lanzó su primera colección bajo su nombre y desde entonces se presenta dos veces al año en la Semana de la Moda de Nueva York. En la primera fila de sus desfiles se puede ver a personajes de la talla de Matt Damon y su mujer, Robinson Peete, Sarah Jessica Parker, junto a personajes de la farándula india. Pero fue en 2009 cuando una llamada lo llevó a la fama.

Michelle Obama, la primera dama estadunidense, estaba empeñada en promocionar a los diseñadores norteamericanos; por esa razón, un buen día a Khan le solicitaron unos vestidos para ella. En su casa, viendo televisión, Khan vio con sorpresa en las noticias que Michelle Obama llevaba uno de sus diseños en una comida de Estado para el primer ministro de la India, Manmohan Singh, en la Casa Blanca. De un día para otro su vida cambió, cuando los medios publicaron la foto con su vestido. De allí en adelante, en más de diez ocasiones, la señora Obama se ha vestido de Naeem Khan. El efecto fue instantáneo, su carrera despegó como un cohete y hoy es uno de los diseñadores preferidos de las celebridades para la alfombra roja.

Para una comida en honor a Ángela Merkel, en el verano de 2011, Michelle Obama usó un vestido marfil de cuello en V, bordado con motivos geométricos en cuentas plateadas e hilos metálicos. En enero de 2013, para el servicio en la catedral, al día siguiente de la posesión de su marido para el segundo periodo como presidente de Estados Unidos, se puso un conjunto de vestido y abrigo de lana color marfil con aplicaciones en pedrería.

Khan le dijo en esa ocasión al WWD que le había hecho ese conjunto hace un mes y sin ningún propósito específico. “Según el protocolo, nunca se sabe para qué va a usar una prenda ni dónde”. Otro vestido que fue muy comentado en la prensa fue el que usó cuando se presentó por sorpresa en la entrega de los premios Óscar, el año pasado. Era un imponente vestido plateado. No importa qué escoja, Michelle Obama es una mujer que inspira al mundo con su estilo sofisticado y glamuroso.

La India es una constante como inspiración en las colecciones de Khan. Unas veces son colores como el azul cobalto, el amarillo y el fucsia, típicos de su patria, otras, la paleta cambia radicalmente hacia el negro, el blanco y los beige, pero con motivos como los paisley o los dibujos rituales de la pintura del cuerpo, llamados tilakas, que hacen referencia a su tierra natal. “La temporada pasada me inspiré en Suramérica y España, pero no en lo obvio.

De España escogí las rosas, su colorido, y de México, sus baldosines”, me contó Naeem y a renglón seguido me dijo: “Adoro Suramérica, Colombia y Cartagena. Allí la gente es exuberante, tiene amor por la vida, pasión por la música; amo todo eso. Para mí es el perfecto matrimonio”.

Su nuevo proyecto es la línea de novias, y Danielle Corona, la prometida de Felipe Echavarría, será sin duda la más linda del año gracias al talento de Naeem Khan y al laborioso trabajo de su gente en la India, en donde se produce un tipo de seda que adquiere un volumen muy romántico sin necesidad de usar costuras o crinolinas por debajo, y el encaje cosido a mano sigue la forma del cuerpo y lo envuelve. “Solo trabajo con seda, una tela que respira y es absorbente. Mis vestidos son un poco costosos pero logran que una mujer se vea vestida como si se hubiera gastado un millón de dólares”.


Están hechos para atrapar la lente de la cámara, para embellecer a la mujer. “Toma muchas horas producir cada prenda, pero gracias a mi familia, que organiza el trabajo, se pueden hacer cosas así. Los moldes se trazan en Nueva York, los cristales vienen de Austria, las cuentas de República Checa, todo va a la India y allá se producen los bordados y se arman las prendas”.

Como todos los cuentos de hadas llegan irremediablemente a un final, esta entrevista, que hubiera podido durar mil noches, termina con una breve mirada a algunos de los suntuosos vestidos en el taller de Naeem Khan.