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En la entraña de una filosofía

, 15/9/2010

La modelo y presentadora Adriana Arboleda y su amiga, la diseñadora Johanna Ortiz, acaban de presentar en sociedad su marca Pink Filosofy.

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Prefieren no caer en la pretensión de decir que están dedicadas a la filantropía o que su vida gira en torno al servicio a los demás. Lo que sí tienen claro, es que quieren devolver algo de lo mucho que la vida les ha dado. Son caleñas, talentosas, exitosas en sus carreras, queridas por la gente, y el bienestar las abraza. Entonces, “¿por qué no pensar un poco en los demás?”.

Las creadoras
Johanna Ortiz estudió en el Art Institute de Miami y en Parsons School of Design de Nueva York, lugares en los que, además de aprender las técnicas y secretos del diseño, le quedó muy claro que sus creaciones estarían marcadas por la feminidad. Lo ha cumplido. En los nueve años que lleva dedicada al diseño, sus creaciones se han distinguido por exaltar, resaltar y defender la esencia de la mujer. Por eso, ciento por ciento de lo que se ve en sus tiendas de Cali, Bogotá y Cartagena evoca el hecho mismo de ser mujer. En esta quijotada, como ellas mismas reconocen que es Pink Filosofy, también está Adriana Arboleda, quien, auque no estudió Diseño de Modas, sino Joyería en Brasil, lleva 18 años en el mundo del diseño y el vestuario. Siempre quiso ser bióloga marina y, por casualidades de la vida, terminó caminando en una pasarela y frente a las cámaras de televisión. A su contacto con el mundo textil le debe esa sensibilidad que desarrolló y que hoy plasma en una marca que la llena de orgullo tanto por el producto mismo, como por todo lo que tiene detrás.

La inspiración
Se conocieron en el ejercicio de sus profesiones. De inmediato sintieron una empatía especial que derivó en la estrecha amistad que hoy las une. Todos los factores estaban a su favor. Las dos son rigurosas en su trabajo, comparten muchos gustos, tienen decenas de amigos en común y el trabajo social las mueve a ambas como pocas cosas. Cada una por su lado se enteró de la existencia en Cali de la Fundación Paz y Bien, que trabaja en el distrito de Agua Blanca. Cuando conocieron a la monja franciscana Alba Stella Barreto, su directora, no dudaron en que ese era el lugar para descargar sus energías y cristalizar las ganas de hacer algo por tanta gente que necesita una mano amiga. La filosofía de la hermana Barreto y su trabajo las enamoraron, y desde entonces trabajan para que se cumpla el objetivo de la Fundación de promover, desde la mujer y su familia, la organización y autogestión de la población empobrecida, generar procesos que les permitan superar la pobreza e insertarse con autonomía en su espacio social. También buscan gestionar un desarrollo sustentable que permita la convivencia pacífica y la participación ciudadana con dignidad y libertad.

En Agua Blanca
La cristalización de tantas buenas intenciones llegó con Pink Filosofy, una idea a la que le trabajaron por más de un año y que empezó con el fin de hacer pijamas y que derivó en lo que acaban de presentar en Colombiamoda, en Medellín. Después de largas jornadas de trabajo en las que analizaron las múltiples opciones que ofrece el mercado textil y de la moda, concluyeron que hacer pijamas tendría un mercado muy limitado para lo que ellas tenían en la cabeza. Siguieron en la búsqueda y llegaron a una propuesta cargada de diseño, excelente calidad y a precios muy asequibles. Con la idea clara se dieron a la tarea de buscar a las mujeres que llevaran los diseños del papel a la realidad. En esas pesquisas apareció Miriam Marinés, y con ella abrieron el primero de los cuatro famitalleres de confección que funcionan hoy y que esperan multiplicar por tres en menos de un año. Se trata de espacios en las casas de las modistas, que Adriana y Johanna acondicionaron no sólo desde el punto de vista estético –todo allí tiene los colores de la marca–, sino productivo y ergonómico para que sus jornadas de trabajo sean más cómodas y eficientes. Marinés, madre cabeza de familia, está dedicada desde 1977 a la modistería, oficio que comenzó prestándole servicios a los almacenes La Garantía y con el que ha sacado a su familia adelante. Cuando se enteró de que podría hacer parte del proyecto a través de la hermana Alba Stella, se puso feliz, pero su mayor alegría vino cuando vio que ella era una de las elegidas. Eso significaba formar parte de un proyecto serio que le garantizaba trabajo constante y, por ende, ingresos regulares. Para ella, “Johanna y Adriana son hermosas. No sólo en lo físico, sino en ese interior maravilloso que tienen ambas. Son de lo mejor que me ha pasado en la vida”, afirma. Ahora, su trabajo “no tiene horario, ni fecha en el calendario”, pero es feliz, no tiene problema en amanecer trabajando y en hacer 70 bolsos en una noche, como le tocó en los días previos al desfile en Colombiamoda. Lo hace con tanto amor, que el cansancio desaparece.

La cuota indígena
Otro eje fundamental de Pink Filosofy es, sin duda, el de los accesorios. Una serie de piezas maravillosas que salen de las manos de un grupo de indígenas de la etnia Embera Chamí, asentada ahora en Pereira, debido al desplazamiento del que fueron víctimas. El líder de este componente del proyecto es Jesús Guasirumá, a quien Adriana y Johanna conocieron en la tienda de la diseñadora hasta la cual llegaba el joven a ofrecer sus productos. Su suavidad y respeto por su trabajo y por los demás las cautivó de tal manera, que cuando Pink Filosofy fue una realidad, el primer nombre que se les vino a la mente fue el de Jesús. Ellas querían que su marca tuviera accesorios fabulosos, glamurosos y a la altura de cualquier ciudad del mundo, con un gran componente artesanal. Tras muchas sesiones de trabajo en las que Jesús exponía los alcances de sus técnicas, llegaron a lo que tienen hoy. Él diseñó unos collares basados en los okamas tradicionales embera, en los colores, tamaños y proporciones que Adriana y Johanna soñaban. De esa fusión salieron piezas únicas y tan especiales, que Guasirumá tomó la determinación de conformar su equipo de trabajo exclusivamente con su familia. No quería poner en riesgo la confidencialidad de lo que allí pasaba. Cuando se entra en su espacio de trabajo, concentrados se ve a papá, mamá, esposa, hermanos, cuñadas y hasta algunos sobrinos de Jesús, que aunque son niños, ya demuestran su interés por conservar esta tradición artística de la etnia a la que pertenecen.

De esas manos que buscan preservar las artes gráficas, la simbología y el trabajo manual, salen estas interpretaciones de los okamas, usados por la mujeres casadas como símbolo matrimonial, una joya que ellas portan en su cuello y que es su mayor motivo de orgullo. Por esa razón, las figuras y grafismos más comunes en cada una de estas piezas son los caminos que simbolizan el recorrido de la pareja por la vida y las telarañas que representan que la unión que arman es una red, pero también es visto como la maloka que habita la familia. Los rombos, igual de bellos y significativos, se usan para la ceremonia de paso de niña a mujer. Igualmente, hay algunos que son usados por los hombres, pero exclusivamente en fechas de fiesta y celebraciones especiales. Tanto como el día en que vieron el fruto de su trabajo en televisión y no sintieron un temblor de tierra, pues creyeron que era su propio mundo temblando de alegría.