Las claves de una buena limpieza

Revista FUCSIA, 25/1/2014

De la tarea consciente que realices a diario para limpiar tu piel depende en gran parte la salud de esta. Te damos consejos para mantenerla lozana y con una apariencia saludable.

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¿Crees que con salpicar agua sobre tu cara durante un par de minutos (y ojalá bien caliente) estás lista para irte a la cama? O, tras el chapuzón, te llenas la piel de crema limpiadora, con un pañito y basta, hasta el día siguiente cuando, de nuevo, bajo la ducha, dejas que las gotas resbalen sobre tu rostro y de allí pasas a maquillarte.

La clave de la limpieza de la piel es mantener cierta moderación en cuanto al uso de los productos, y seguir los mismos pasos de día y de noche, por más rutinarios y aburridos que parezcan. Pero, más que darte consejos, aquí te decimos lo que nunca debes hacer con tu piel y lo que debes practicar, sí o sí, para lograr una limpieza perfecta según tu tipo de piel.



No al jabón
Es increíble que todavía haya mujeres que usen agua y jabón para limpiarse la cara. Muchas de ellas se echan agua con abundantes burbujas de jabón y esto causa resequedad.

La espuma
Aunque son las limpiadoras ideales para la piel grasosa, hay que usarlas con prudencia. Tienen la virtud de alcanzar toda la superficie de la cara, eliminando el sebo y las impurezas. Sin embargo, no hay que efectuar esta limpieza con productos muy fuertes ni hacerla más de tres veces al día, porque se puede resecar la piel.

Contra el acné
Los componentes usuales de los productos recomendados por los dermatólogos para limpiar la piel que sufre de acné son los ácidos glicólico y salicílico, y el peróxido de benzoilo. Actúan como exfoliantes que liberan la piel de la producción diaria de grasa y las células muertas, limpiando los poros obstruidos. Y aunque parezca contradictorio, por ser oleosos se pegan como un imán a la grasa que bloquea esos poros, eliminándola.

La piel mixta
Un limpiador en espuma es ideal para este tipo de piel, y si contiene glicerina resulta aún mejor.

La piel reseca
Las que tienen este tipo de piel tienden a aumentar su tirantez al lavarla. Pero si usan un limpiador cremoso o lechoso compensan esta condición y le agregan sustancias grasas. Pruebe limpiadores con ingredientes como el ácido esteárico y la niaciamida, que ayudan a restaurar la barrera lípida, compuesta por moléculas orgánicas, manteniendo la humectación.

La piel sensible
Es la más difícil de limpiar, por eso resulta obligatorio el uso de limpiadores espumosos, indicados para piel sensible, que son inocuos para esta piel, cuya principal característica es ser muy delgada. Ponerse un poco de humectante después puede ser benéfico.

La piel con rosácea
La vasodilatación que producen las temperaturas altas es el principal causante de esta afección, así que la piel se debe lavar con agua ligeramente tibia después de haber usado una espuma limpiadora.

El uso de las toallitas
La mayor virtud de las toallitas desmaquillantes es su practicidad, pues sacan a las mujeres de apuros cuando no tienen tiempo de hacerse la limpieza con calma. Algunas están impregnadas de ingredientes activos como la glicerina, que humecta al tiempo que limpia. Estas se deben usar a fondo, es decir, pasarlas una y otra vez hasta que no quede ningún residuo de maquillaje en su superficie. Siempre son necesarias más de dos. Tenga en cuenta que las toallitas son un implemento práctico, no reemplazan la limpieza como una rutina imprescindible.