Mujeres “reales”

Revista FUCSIA, 12/3/2015

Vivimos en una época de cambios sociales. Un tiempo en el que las mujeres cuentan con una independencia económica que ha tranformado los roles tradicionales masculino y femenino.

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Estamos viviendo uno de esos momentos de grandes cambios en la sociedad. Las mujeres de hoy son muy educadas, incluso más que muchos hombres, y cuentan con una independencia económica que ha producido toda clase de cambios en los roles tradicionales masculino y femenino. Las jóvenes lo piensan más de dos veces para casarse y pocas lo hacen antes de los treinta, pues aprecian la libertad y, es verdad, también se han vuelto un poco egoístas.

El arte es un reflejo fiel de lo que sucede en una sociedad, por eso quiero comentarles sobre una serie inglesa, The Fall, y una película, Perdida (Gone Girl), que muestran ese nuevo tipo de mujer. Aunque la película ya se vio hace unos meses en salas de cine y la serie va en su segunda temporada, me pareció importante a raíz de esta edición de “mujeres reales” comentar sobre lo que se supone son las mujeres de hoy. El propósito tanto de la serie como de la película es reflejar una realidad: que las mujeres de carne hueso, las “mujeres reales”, son horribles. Y si en eso nos hemos convertido, “apague la luz y vámonos”, como decía mi abuela.

Se podría decir que los realizadores intentan hacer un estudio psicológico del alma femenina. La serie y la película muestran a dos mujeres empoderadas e independientes, pero frías y calculadoras. Las retratan con valores masculinos, como en la escena en que Stella Gibson, una detective encargada de atrapar a un asesino en serie, utiliza el sexo como lo hacen los hombres, disfruta un ratico de placer y después olímpicamente bota a sus amantes.

Parece que los sentimientos y las emociones están pasadas de moda. Lo del romance se quedó en los cuentos de hadas. Yo pensaba que lo que nos hacía especiales como mujeres era eso precisamente, sentir el amor, experimentar intensamente las emociones. No puedo creer que la independencia económica y el hecho de tener oportunidades haga pensar a las jóvenes de hoy que todo vale. Manipular las situaciones para lograr sus objetivos es el mantra. Como ocurre en Perdida, en donde Amy (Rosamund Pike) asesina a un antiguo amor y se sale con la suya. El realizador muestra una ambigüedad profunda en la que nada es bueno ni malo. Al terminar de ver la película no se sabe exactamente si la protagonista es una malvada calculadora o una pobre mujer confundida. En el caso de la detective, el hecho de no permitir que afloren los sentimientos que la hacen débil e indefensa la convierte en un ser, para mí, extraterrestre. Me impresionó, además, la frialdad de esas dos mujeres y el comportamiento un poco robótico que genera escalofríos.

La mujer fatal ha sido una constante en la literatura y en el cine. Desde el día uno de la humanidad han existido ese tipo de mujeres, la novedad está en que estos personajes, Stella y Amy, parecen mujeres normales que poco a poco se van convirtiendo en seres primitivos que tienen algo de infernal y fantástico, y que le destrozan la vida a los demás sin inmutarse. Ellas atrapan a los espectadores con la morbosidad que produce una mujer bella, poderosa, pero miedosa.

La villana de los cuentos. No sé si en nombre del arte, en lugar de generar opinión en los espectadores, crean unos personajes que confunden y asustan por el hecho de ser “reales”. Es la magia del cine pero, ¡carambas!, ¡cómo se parece a la realidad que estamos viviendo en este siglo XXI! Cómo será que el asesino en la serie llega a conmover por su fragilidad y sin querer uno termina disculpándolo. De razón los hombres andan tan confundidos con este cambio de roles.