Para evitar el envejecimiento ¿cremas o cirugías?

, 13/5/2014

Es posible que los avances científicos en el desarrollo de productos cosméticos que emulan los efectos de las cirugías estéticas empiecen a ganarle la partida a las visitas al quirófano.

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¿Verdad que suena como un sueño eso de corregir imperfecciones y evadir el envejecimiento de la piel sin visitar al cirujano plástico más próximo? ¡Buenas noticias! Esta opción se convierte cada vez más en una realidad gracias a los estudios científicos en el campo del desarrollo cosmético.

Con la aparición en el mercado de líneas estéticas enfocadas en la renovación profunda de las imperfecciones de la piel, se dibuja un nuevo panorama en el que las agujas, los escalpelos y las anestesias se reemplazan por la suave textura de cremas y productos cosméticos que garantizan efectos similares a los de una intervención quirúrgica, pero evitando el dolor y los largos días de recuperación.

Los tratamientos para retrasar o prevenir el envejecimiento se tornan cada vez menos invasivos y agresivos. De hecho, parece que muchas devotas de las cirugías le dan un nuevo destino a sus ahorros, mediante la adquisición de esta nueva generación de productos cosméticos. Al menos así lo intuye la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética, que reporta que mientras la demanda de cirugías plásticas continúa disminuyendo, los tratamientos no quirúrgicos siguen en aumento. Los efectos en los que se concentran estos nuevos productos están resumidos en un rejuvenecimiento de la piel que la deja más elástica, luminosa, transparente y uniforme.

Pero, ¿cómo logran tales productos sus efectos mágicos? A través de principios activos que recomponen y nutren los tejidos dañados, en la mayoría de los casos con resultados a corto plazo similares a los de una exfoliación química, pero menos traumáticos. El recién descubierto glycanactif es el componente estrella que revoluciona estos avances cosméticos.

Su hallazgo resultó de un proyecto de investigación entre los científicos del prestigioso instituto Max Planck, de Berlín, quienes se propusieron estudiar el rejuvenecimiento de la piel desde una nueva perspectiva basada en la glicobiología, ciencia que estudia la estructura molecular de los glicanos, calificada como una de las diez más importantes del futuro por el Massachusetts Technology Institute (MIT). Lo anterior, gracias a su potencial médico, tanto en la elaboración de vacunas contra enfermedades inmunológicas como en el desarrollo de poderosas fórmulas que le devuelven a la piel del rostro la juventud perdida.

Los glicanos son cadenas moleculares de azúcar que se encuentran en la superficie de las células cutáneas, entre otros lugares, y están involucrados en la comunicación y conexión celular necesaria para la regeneración de la piel ajada. Al envejecer, la presencia de glicanos se reduce y por lo tanto la transmisión de estos mensajes regenerativos se bloquea. Es allí cuando el deterioro de la piel comienza a hacerse evidente con el paso de los años, reflejándose en alteraciones como el cambio de la pigmentación, la pérdida del brillo natural y la aparición de puntos negros y rojizos.

¿Cremas, inyecciones o cirugía?

Aunque los productos faciales mencionados han alcanzado importantes progresos en los últimos años, expertos en dermatología quirúrgica como el doctor William Boss, fundador del Centro de Cirugía Cosmética y de Rejuvenecimiento en Nueva Jersey, y la doctora María Bernarda Vergara, del Centro de Medicina para la Estética, en Bogotá, concuerdan en señalar que hay casos en los que la cirugía resulta ser la opción más adecuada.

“Hay casos en los que el envejecimiento está tan avanzado que la única opción es la quirúrgica. Este tipo de productos faciales pueden tratar ciertas líneas y arrugas, pero sus resultados no pueden tensar la piel o reposicionar los tejidos profundos. Lo bueno es que los procedimientos quirúrgicos son también cada vez menos invasivos”, opina Vergara. Por su parte, Doris Day, dermatóloga neoyorkina, autora del libro Olvídese de la cirugía estética, coincide también en señalar casos en los que la intervención quirúrgica es inevitable.

“Si el cuello está muy flácido no hay nada más que hacer. Es necesario levantarlo y retirar un poco de piel; si los párpados superiores están caídos y la persona no puede ver bien, se requiere una elevación del ojo que solo se logra con una cirugía”, explica. A propósito de esto, una nueva generación de cremas, geles, cápsulas, nanomoléculas, surge en diferentes presentaciones, con efectos preventivos que apuntan a rescatar a las mujeres de los traumatismos y secuelas inherentes a las cirugías plásticas.

Sin embargo, los expertos concuerdan en reconocer que aunque estos productos de alta tecnología garantizan buenos resultados, jamás podrán reemplazar a otros que deben ser inyectados obligatoriamente para obtener efectos que perduren más en el tiempo, como el ácido hialurónico, la elastina, el colágeno o el bótox. “Pueden existir cremas con estos componentes en presentaciones sofisticadas, pero sus moléculas nunca ejercen una acción tan profunda como la que garantizan los productos inyectados. En ese orden de ideas, cada uno de estos tratamientos es complementario de otro y se hacen necesarios en la diferentes etapas de la vida”, explica la doctora Vergara.

Una para cada mujer

Conciliando opiniones, se puede inferir que, más que llenarnos de una cantidad de nuevas opciones cosméticas, es necesario conocer nuestra piel y determinar, según la edad, qué productos son los más indicados para cada etapa y cada circunstancia.

“La edad determina la ruta a seguir. Por lo general, las personas en sus 30 o 40 años buscan alternativas no invasivas, como los inyectables o los productos faciales”, explica el doctor Boss. Es tal el avance de la ciencia cosmética que ya existe en el mercado una solución para cada caso. Entre los 15 y los 25 años se hacen indispensables la protección solar y el cuidado de la piel, pues esta se comporta mejor si se le pone atención desde edades tempranas.

Al llegar a los 30 años es recomendable usar cremas nocturnas que contrarresten la aparición de las primeras líneas de expresión. Los productos antiarrugas y aquellos que le aportan firmeza a la piel se deben aplicar a partir de los 40, así como las cremas antiflacidez resultan útiles a partir de los 55. Lo fundamental es que si se quiere evitar o postergar al máximo los efectos del envejecimiento es indispensable dedicarle cada mañana y cada noche unos minutos extra, frente al espejo, al kit personal de belleza.