El matrimonio: algo no tan perfecto

FUCSIA NOVIAS, 5/11/2014

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Ya quisiéramos todos que existiera una fórmula o un manual de instrucciones para lograr un matrimonio que dure toda la vida. Aunque cada cual con sus propias experiencias intenta lograr que así sea, no es tarea fácil y menos ahora que las mujeres dejaron de ser sumisas. A ellas desde pequeñas les arman la fantasía de la novia vestida de blanco, la fiesta y la felicidad eterna. Los hombres por su lado tienen en su ADN que el matrimonio es una condena a cadena perpetua. Ya estas dos premisas con las que se inicia no son precisamente las más adecuadas.

En la época de las abuelas a nadie se le ocurría que el marido tenía que hacer de amigo, hermano o compañero de trabajo. Era marido y punto. Ni siquiera se casaban por amor. Eso de matrimonio con el amor de su vida solo aparece en la historia de la humanidad en el siglo XIX. Hoy, las mujeres de las nuevas generaciones esperan que esa persona de la que se enamoraron cumpla con todos esos papeles y llene todas esas necesidades. O sea, el marido perfecto. Pero la necesidad que llena un amigo es diferente a la que llena un papá o un hermano. Una sola persona no puede llenar todos esos espacios y ahí empiezan las falsas expectativas.

Amar a alguien y ser amada es una de las experiencias más maravillosas de la vida pero es algo frágil que evoluciona con el tiempo y no siempre para solidificarse. Solo basta con ver el índice de divorcios, cerca del 50 por ciento. Las parejas actuales a veces ni siquiera llegan al año de casados. Esta es una de las actividades humanas que no vienen ni con manual de instrucciones, ni con garantía. Sí, no hay repuestos que lo reparen ni a quién quejarse cuando se daña.

Tal vez lo único que funciona es tener bajas expectativas e irlas bajando con el paso del tiempo. No me malentiendan, no es pesimismo. Es muy sencillo, cuando no se espera mucho, se desilusiona poco y cuando no se espera nada pues menos. Así que con las expectativas unas vez bajas hay tres puntos adicionales que hay que cuidar:

1. No obsesionarse con repartir el trabajo doméstico en partes iguales. Eso nunca puede hacerse realidad y solo es fuente de conflictos. Es mejor perder esa batalla pues la posibilidad de convertirse en una mujer amargada y hartísima es grande.

2. El sexo es un factor que establece lazos fuertes en una pareja pero también desune. Un error que cometen las recién casadas es pensar que pueden usar el sexo para conseguir cosas o para castigar a la pareja. Es un error fatal que puede que funcione al principio pero más temprano que tarde aburre. Ese tipo de chantaje es como las monedas que se desvalorizan. Ni lo intente.

3. El tema del dinero tiene que quedar claro y debe hablarse desde el primer día. Ahora que las mujeres entraron a la fuerza de trabajo el tema de la plata se ha vuelto más complejo. Se deben establecer responsabilidades muy claras y, sobre todo, debe haber un respeto infinito por los acuerdos. Por primera vez las mujeres enfrentan la posibilidad de ser las que mantienen un hogar y los hombres de ser mantenidos. Papeles contradictorios que toma tiempo aprender pues la sociedad no ha evolucionado lo suficiente para apoyar esos cambios sociales.

Mantener expectativas realistas es un camino largo y duro, pero no existen los atajos. Una vez que uno entiende esto, surge la solución y con ello la posibilidad de una relación a largo plazo. No se trata de buscar la felicidad en el otro, aunque suene trillado solo es posible hacer feliz al otro cuando uno es feliz consigo mismo, cuando se tiene un mundo propio con intereses propios y no es el satélite de otro. Tenemos que reinventar las relaciones.