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Dos estilos una primera dama

, 19/11/2012

Ingenio, porte, estilo y camaradería con sus maridos fueron el aporte de Michelle Obama y de Ann Romney a la campaña política para la elección presidencial de los Estados Unidos.

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Durante una de las contiendas electorales más reñidas de los Estados Unidos quedó comprobada la importancia de las esposas para darle un toque más humano a la imagen de sus maridos. Sin restarle importancia a las promesas y a los discursos políticos, los resultados de las encuestas oscilaron a favor o en contra de ellos según el carisma, el estilo, el trato cálido y las anécdotas sobre la vida diaria que sus esposas contaron con sencillez y franqueza, con lo cual tocaron el corazón de los electores.

“La primera dama ayuda a llenar importantes vacíos y a completar las percepciones de los votantes a la hora de decidir a quién elegir”, aseguraron los expertos. Y Catherine Allgor, profesora de la Universidad de California Riverside, afirmó: “Los estadounidenses no conciben un presidente sin esposa y creen que ellas pueden dar testimonio del auténtico hombre, de que su vida privada —como marido, padre y gestor de los asuntos familiares— ilustra su moralidad y su auténtico carácter”.    

Mujeres fuertes con ideas propias

Para muchos, la manera como Michelle Obama gestionó su posición de primera dama es casi un manual de comportamiento, pues lo hizo manteniendo distancia del entorno político de su marido: “Barack no necesita consejos porque lleva mucho tiempo en estas lides. Yo simplemente le digo que se relaje, que la pase bien y que sea él mismo”. Siempre se refirió a él como el padre y el compañero de su vida, que no tuvo reparos para confesarle su amor en público cuando comenzó así su primer debate por televisión: ”Hay gran cantidad de temas que quiero tratar, pero lo más importante es que hace veinte años me convertí en el hombre más afortunado de la Tierra, porque Michelle aceptó casarse conmigo”. Y recalcó en Twitter: ”Hace 20 años me casé con el amor de mi vida y mi mejor amiga. Feliz aniversario, Michelle”.

Ella contestó: “‘Feliz 20 aniversario, Barack. Gracias por ser todos los días una increíble pareja, amigo y padre. Te quiero”. Según la prensa, Ann Romney fue “la estabilizadora de Mitt”, porque transmitió más calidez y cercanía que su esposo, quien recibió críticas por su comportamiento frío y distante,  como de robot. Ella lo presentó como “un hombre tierno, con corazón y capaz de entender los problemas de la gente porque es feliz cuando ayuda. Tienen que conocerlo. Él es el hombre que el país necesita. Yo siempre le aconsejo que confíe en su instinto”.

Michelle Obama
Michelle LaVaughn Robinson, esposa de Barack Obama, nació en Chicago el 17 de enero de 1964, hija de Marian Shields Robinson, secretaria, y de Fraser Robinson, empleado en una planta de agua, quien no faltó ni un solo día a su trabajo a pesar de tener esclerosis múltiple.

Descendiente de Jim Robinson, un esclavo nacido en Carolina del Sur, donde aún vive parte de su familia, Michelle estudió en escuelas públicas, en la Universidad de Princeton y en 1988 se graduó de abogada en Harvard. Volvió a Chicago y entró a trabajar en la firma de abogados Sidley Austin, donde conoció a Barack Obama, con quien se casó en 1992, y en 1998 y 2001 nacieron sus hijas, Malia Ann y Natasha.
Desde la Casa Blanca apoyó a las familias de los militares, lideró un programa nutricional para  ombatir la  obesidad y apoyó el arte organizando un concierto de jazz, blues y rock.

Ann Romney
Ann Lois Davies, esposa de Mitt Romney, nació el 16 de abril de 1949 en Bloomfield Hills, hija de un millonario de Michigan, cofundador de una pujante empresa, y aficionada a la doma de caballos.

Cuando Ann tenía 16 años conoció a Mitt, de 18, y tiempo después se convirtió al mormonismo, que él
profesaba con devoción. El 21 de marzo de 1969 se casaron y se establecieron en Provo, donde él entró a la Universidad Brigham Young y ella estudió francés. Al año siguiente nació Tagg, el primero
de sus cinco hijos y ella se dedicó al hogar, convertida en el pilar de una familia conservadora que hoy tiene dieciocho nietos.

En 1997 enfrentó “el momento más oscuro de su vida” cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple, enfermedad que ha controlado gracias a un agresivo tratamiento, combinado con acupuntura, reflexología y equinoterapia. Diez años después sufrió cáncer de mama.

En 2003, a su esposo lo eligieron gobernador de Massachusetts, y ella colaboró en algunas campañas para prevenir el embarazo en adolescentes. Conservadora y tradicional, dejó en claro que se opone a los anticonceptivos, y del aborto, ni hablar.