Home /

Opinión

/

Artículo

Columna

La mala educación

Odette Chahín., 14/6/2012

Una persona es bien o mal educada, en este tema no aplica la ley de le relatividad, ¿o sí? Entérate aquí.

Thinkstock - Foto:

Hace poco fui a comer a un restaurante con mis mejores amigos del colegio. Ellos pidieron la mitad de las entradas del menú para compartir y se bajaron dos botellas de un Malbec más viejo que yo. Por mi parte, solo pedí un vaso de agua de la llave y un plato fuerte. Cuando el mesero trajo la cuenta, mis amigos sugirieron que la dividiéramos en partes iguales. Enseguida ‘brinqué’ y dije que era mejor que cada uno pagara lo suyo. Una de mis amigas me señaló en ese momento, diciéndome: “Hacer eso es mala educación, justamente ayer estuve hablando de ‘ese tipo’ de personas”. En otras palabras, de mí, la ‘mal educada’.

Comer y hablar simultáneamente con la boca llena es mala educación, pero, ¿desde cuándo pagar solamente por la comida que uno ha consumido es mala educación? Mi abuela me metió en clases de etiqueta y glamur cuando era pequeña y jamás me enseñaron eso, pero fue hace tantos años que tal vez estoy desactualizada. No obstante, me puse a investigar y existen reglas de protocolo para ver quién paga qué en un matrimonio; en las cenas laborales el que invita paga, pero no existen reglas de protocolo para una cena informal de amigos, así que la evidencia me exime, hasta el momento.

Cuando uno arma plan para almorzar o cenar con amigos, muchas veces la gente, para evitarse la fatiga de hacer el cálculo matemático, prefiere dividir en partes iguales, pero eso no es justo y siempre sale alguno perdiendo. Es cierto que vengo de una familia ‘turca’, pero una cosa es ser amarrado y otra es ser idiota. Mala educación me parece a mí decir “dividamos en partes iguales” sin saber cuánta plata tiene el otro en el banco, sin conocer las responsabilidades financieras y deudas que pueda tener, o si le alcanza para tomar un taxi después. Eso me parece a mi mala educación, sobre todo, en esta época de crisis y desempleo.

Los ejemplos de mala educación abundan. Por ejemplo, hay personas que confunden la espontaneidad con la autoinvitación. Son los ‘sapos’ que se presentan en los eventos y arruinan toda la logística, dejando a los verdaderos invitados sin comida, trago, asiento; cuando no, hasta sin novia. En general, uno debe aplicar la regla de los vampiros, que a pesar de tener fama de asesinos son muy educados, pues no se atreven a entrar en una casa sino hasta que los invitan a pasar. Pero tal vez el peor de los casos, o el que más me molesta, es cuando uno va a comer con alguien que dice que no quiere nada porque acaba de comer y está lleno o a dieta, pero le pregunta a uno si puede probar su postre, y termina tragándoselo todo. ¡Ah, y claro!, no aporta ni para la gaseosa que se tomó.

A continuación he preparado un listado de comportamientos de mala educación que no dejan lugar a dudas: 1. Los que vienen a su casa de visita por unos días y se quedan un mes. 2. Los que piden prestadas cosas y nunca las devuelven, o peor aún, las devuelven en mal estado. 3. Los que le piden prestado a uno el celular y hablan durante una hora. 4. Los que lo invitan a uno a algo y lo dejan plantado sin previo aviso. 5. Los que abren la nevera de uno y toman todo sin preguntar. 6. Los que uno invita a su casa y llegan con tres invitados más, sin tener la delicadeza de avisar.

Si leyendo esto usted se acordó de las muchas veces que ha sido víctima de los descorteses, consígase amigos con mejores modales o regáleles a sus amigos un manual de urbanidad. Si, por el contrario, se sintió retratado como un mal educado, y se acordó de que desde hace cinco años tiene algo que le prestaron, devuélvalo, nunca es tarde para cambiar.

De todas maneras es bueno concluir que uno no debe quedarse callado cuando ocurren estas situaciones de mal gusto, sino indicar por qué están mal, ya que muchas veces las personas que actúan de manera errada piensan que lo están haciendo bien, ¿o acaso Hannibal Lecter pensó que comer personas como si fueran crudités estaba mal?

Por eso, te hice esta columna, mi querida amiga, tú sabes quién eres… Poner a alguien en evidencia en un lugar público como hiciste conmigo es mala educación, a menos que seas un abogado en una corte y necesites dejar mal parado a un asesino en serie, a un sicópata o a un ladrón que está en el banquillo de los acusados. Así que tranquila, que no revelaré tu nombre porque eso sería de mala educación, y yo de eso no tengo ni un ápice.