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La 'hora loca' de las bodas, ¿en crisis?

Revista FUCSIA, 26/11/2013

El famoso momento de la fiesta en el que aparecen los pitos, sombreros y máscaras parece agotarse. Cada vez más surgen celebraciones de acuerdo con el perfil de la pareja.

Foto: AFP - Foto:

Al menú de bodas, el ponqué, la decoración y la música suele agregarse una preocupación: la popular 'hora loca'. Desde hace más de una década se impuso la costumbre de encender la rumba a punta de pitos, sombreros, serpentina y bailes folclóricos. Y no faltaba el invitado que se ponía en la tarea de recoger accesorios para reciclarlos en su fiesta. Sin embargo, con el tiempo y cada matrimonio que pasa, estas ideas parecen agotadas.

“Hoy los novios muchas veces se casan a sus 30, de manera que están en condiciones de pagar su celebración y darse gustos, sin seguir el protocolo de los padres como bailar el vals”, opina Andrés Sastoque, director de Cinco Sentidos, empresa que realiza el diseño integral de eventos. Según él, la representación del Carnaval de Barranquilla fue pionera de esta tradición. Aunque los bailes caribeños siguen vigentes, especialmente para quienes se casan con extranjeros, dieron paso a una serie de espectáculos dependiendo de la generación: música de los ochenta, de plancha, hasta llegar al reggaeton. Pero cada vez se sugieren actividades más personalizadas de acuerdo con el perfil de la pareja. “Las fiestas suelen ser temáticas. Recientemente tuve un novio boyacense que puso a todo el mundo a bailar carrangueras con ruanas y trenzas de lana”.

Para el asesor Alejo Martínez, director de arte de Oui Oui Bodas, la gracia está en involucrar a los invitados, que sientan que están participando de algo y no se queden viendo cómo otros hacen un espectáculo. “Hablo de ‘hora feliz’ porque la expresión ‘hora loca’ sugiere lo mismo de siempre. Recuerdo a una novia que quería ser el centro de atención y más en su día. Se nos ocurrió hacer máscaras con fotos suyas partidas por la mitad para distribuir, de manera que en la fiesta uno la veía con barba o con canas, dependiendo de quién se la pusiera”. Por eso, quienes deciden casarse deben preguntarse qué les gusta hacer cuando se van de rumba para que no les falte ese ingrediente.


Un show con mucho flow
La música es el componente estrella de las fiestas. Y la hay para todos los gustos. Chalmy, integrante de Jamaruk Musik, considera que se trata de ofrecerles a los recién casados una experiencia a prueba de aburridos, “que los haga pasar por varias etapas, la de bailar, saltar y cantar a todo pulmón”.

 El grupo, que no tiene un fin de semana libre entre boda y boda, desde Putumayo hasta San Andrés, y que ha compartido escenario con Marc Anthony y Ali Campbell, exvocalista de UB40, hace que los invitados se animen a partir de una amalgama de electroflow con versiones de Pitbull y The Black Eyed Peas, cantados a su estilo, de reggae y dance hall. “Por lo general, dejamos los coros iguales, pero les hacemos adaptaciones a las letras y además tenemos un repertorio con nuestras propias canciones”, comenta el artista quien, junto a sus compañeros Amaru, Angélica y el DJ Franklim, está a punto de lanzar su primer disco. Sus presentaciones también pueden incluir algo de champeta y reggaeton, y bailarines que los acompañen en el escenario.

Al son que me toquen bailo
Suenan los primeros compases de un vals y los novios hacen su aparición en la pista de baile. Pero de repente el ritmo se transforma en bolero, jazz, cha cha cha, tango, salsa o hasta en hip hop urbano, todo depende del gusto de la pareja.

“Los performances se realizan de acuerdo con su personalidad. La idea es generar expectativa con entradas impactantes. En una ocasión preparé a una novia que llegó a lo Madonna bajando a la tarima en una especie de bola de cristal mientras el novio la esperaba con una peluca afro, listo para bailar música de los setenta y ochenta”, recuerda Carolina González coreógrafa con más de dos décadas de experiencia y directora de Studio Strauss, una academia que cuenta con un equipo de treinta bailarines profesionales.

 En Bogotá fue pionera con sus espectáculos de mapalé y cumbia, propios del Carnaval de Barranquilla, pero su consigna es “no repetir”. Por eso se encarga de preparar a los novios para que ese día sean capaces de moverse como nunca y también de entretener a los invitados con las presentaciones de sus bailarines. “Entrené a un novio que era tieso y terminó haciendo un espectáculo de zamba. Lo importante, aunque suene a cliché, es que las parejas piensen en hacer algo que nunca vayan a olvidar”.


Actores invitados
Camuflados entre los asistentes de la fiesta pueden estar los integrantes de la asociación artística Buenavista Social Clown. Dos mujeres despampanantes no temen coquetearle a alguno de los comensales, saludarlo por su nombre como si lo conocieran y preguntarle por un pariente, sin que este sepa que se trata de un plan, que son actrices que recibieron instrucciones específicas de los novios para que lo molestaran.

Y al momento de arrancar la fiesta nada más apropiado que dos solteronas peleándose a tirones a los galanes sin compromiso para llevarlos a la pista. “Hay que saberle entrar a la gente, leer su ánimo para que no haya presión, por eso se necesitan actores con experiencia en intervenciones escénicas”, señala Airyn Gambín, directora general del grupo. Una de sus propuestas más románticas es recibir a los recién casados con una pareja de cupidos que usen atuendos poco convencionales. A la reunión también es probable que asistan figuras de Hollywood como Marilyn Monroe, o personajes cotidianos de la calle: un embolador y un vendedor ambulante a veces ayudan a romper el hielo.


La magia de la magia
“Que desaparezca a la suegra”, fue la petición que un bromista le hizo al ilusionista Milarius Black cuando pretendía hacer ese truco con una novia. El acto consiste en hacerla aparecer en otra esquina del salón.

Este tipo de espectáculos es una alternativa novedosa; de hecho, de sus veinte años de carrera solo en los últimos tres ha percibido el auge que ha tenido en los matrimonios. En su repertorio uno de los números más llamativos consiste en cambiarle el vestido a la protagonista del evento o partirla en dos. También suele dejar boquiabierto al público cuando un invitado desprevenido nota que había perdido su reloj al verlo salir de la nada entre los regalos.