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¿Profesión o matrimonio?

Lila Ochoa, 8/11/2011

Es la pregunta que tarde o temprano deben hacerse las parejas de esta generación. Un mundo propio, autónomo, es la base de una vida feliz en pareja. Entérate aquí.

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Ante todo, las mujeres que las conforman muchas veces han estudiado tanto o más que un hombre, están mejor preparadas y son más responsables. Se han acostumbrado a ser independientes económicamente, son dueñas de su destino y de alguna manera se han vuelto egoístas, desde mi punto de vista, pero en el buen sentido de la palabra.

La pregunta obvia sería, ¿tiene uno que escoger entre el matrimonio y la realización personal? La verdad es que sí, pues hay situaciones en la vida que plantean esa disyuntiva, aunque de hecho no deberían plantearla. La cuestión es, ¿vale la pena dejar una carrera, entregar la independencia, sacrificarse por un hombre? Esto fue lo que hizo Maria Shriver, la esposa del actor Arnold Schwarzenegger cuando éste decidió dedicarse a la política. En un acto de generosidad absoluta, Maria, periodista de la cadena NBC, renunció a su trabajo. Ella pensaba que no podía continuar su actividad como comunicadora en esas circunstancias, ya que sus tareas como Primera Dama del estado de California iban en contravía de su profesión y la podían poner en una posición delicada.

Shriver creyó que lo mejor era dedicarse a su familia y apoyar a su marido en sus ambiciones políticas, y tomó una decisión basada en el amor y en la generosidad. Cuando, a comienzos de este año, estalló el escándalo suscitado por el hecho de que Schwarzenegger había tenido un hijo con la empleada del servicio doméstico, la heredera de la dinastía Kennedy colapsó y uno se pregunta si su sacrificio valió la pena. Schwarzenegger abusó de la confianza de Maria Shriver con sus múltiples infidelidades, se sentía el dueño del universo y no pensó mucho en el daño que le estaba haciendo a su esposa y a su familia.

Y Maria se quedó sola a los 55 años, desligada de su profesión, con sus hijos en edad de independizarse. El caso es que historias como esta se oyen todos los días y deberían ser materia de reflexión cuando a una pareja se le presenta una coyuntura similar. Porque los seres humanos no somos perfectos y nadie garantiza que con los años el marido o la esposa decidan que quieren “volver a sentir”. No hay garantía alguna de que asegure la fidelidad, no estamos hechos de piedra y cualquiera de los dos puede fallar.

Por eso, uno no le puede pedir a su pareja el sacrificio de abandonar su vida profesional, ni ésta se lo puede pedir a uno. El que espera que el otro deje su vida en el congelador mientras logra realizar sus sueños es alguien muy centrado en sí mismo. Claro que no todas las personas son Schwarzenegger, también hay mujeres que hacen lo mismo.

Es mejor no sacrificarse del todo y guardar un poco de independencia que le permita a uno reinventarse, dado el caso. Buscar unos intereses y una gratificación personales contribuye a que un matrimonio dure más, pues el hecho de preservar un mundo propio le cierra la puerta al aburrimiento. No hay fórmula mágica porque, como lo decía anteriormente, los seres humanos no somos perfectos. Eso sí, deberíamos aprender de los errores ajenos y, aunque haya que trabajar más duro, mantener una vida propia.