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¡No me separo por mis hijos!

RevistaFucsia.com, 13/3/2012

Muchas mujeres piensan que aunque tengan una relación de pareja tormentosa y no sean felices al lado de su pareja, no tienen otra opción que soportar todo tipo de situaciones por no perjudicar a sus hijos, por permitirles crecer en una familia tradicional, y no interferir en su libre y normal desarrollo.

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Aunque este no es un artículo que busque favorecer el divorcio o la separación, es innegable que cuando una relación de pareja deja de ser armónica para convertirse en una pesadilla, es mejor revaluar y tomar una decisión encaminada a mejorar la vida de cada uno de los miembros, aun cuando existan hijos como fruto de dicha relación.

Muchas veces escuchamos que las parejas no son capaces de tomar la decisión de separarse por miedo a crear traumas o problemas psicológicos en sus pequeños, generados por la ausencia de una figura paterna o materna que los acompañe todo el tiempo en su proceso de crecimiento y desarrollo.  

Sin embargo, es importante analizar que muchas veces puede resultar mucho peor el que un niño crezca en un ambiente de constante discusión, falta de respeto mutuo por parte de sus padres y agresión verbal o física, pues este tipo de comportamientos son arraigados en su crecimiento y muy posiblemente se conviertan en un patrón repetitivo cuando entablen relaciones interpersonales de cualquier tipo.

Sin embargo, el hecho de tomar la decisión de separarse debe ser muy bien manejada por las dos partes, es decir, padre y madre, pues es muy importante que aun cuando no se tengan los mejores recuerdos de la relación o la mejor idea del ex compañero(a), nunca se debe hablar mal de él o de ella delante de los hijos ni crearles una imagen negativa, pues la relación de pareja no debe influir en la relación padre o madre e hijo. Una cosa es la experiencia en la relación de pareja que se tuvo con esa persona y otra muy diferente la que se construya con los hijos a partir de la separación o divorcio de los padres.

Asegura la psicóloga Catalina Caballero, que en una relación de pareja lo importante es tratar de mantener una relación emocionalmente sana así como el cumplimiento o logro de objetivos individuales. Así mismo, si lo que se busca es la estabilidad de cada uno de los miembros de la familia, es totalmente inadecuado hablar mal del padre o la madre, pues los padres son modelos, guías y hasta mentores de los hijos y esto en muchas ocasiones, trae consigo emociones negativas de parte de ellos hacia sus padres que pueden desencadenar por ejemplo, en sentimientos de culpabilidad por la separación, de abandono o simplemente, pueden llegar a sentir que no son amados ni importantes en la vida de sus padres.

Es muy importante entender que por lo general,  aunque los hijos llegan a ocupar el lugar más importante en la escala de prioridades de la vida de sus padres, no se debe olvidar que todos somos seres humanos que merecemos ser felices y que nuestros hijos no deben ser una excusa para condenarnos a una vida de tristeza y dolor. En gran parte, la felicidad de un padre-madre debería ser la crianza efectiva de sus hijos, y si el estar atado a una relación genera emociones negativas esto obstaculizará el cumplimiento del objetivo.

De qué sirve estar atado a una persona cuando hay maltrato, indiferencia y falta de amor, ¿es ese el modelo que quiero mostrar a mis hijos? Pero si en cambio, los padres logran llegar a entender que la relación esta siendo disfuncional pero se tiene claro que el porvenir de los hijos es fundamental, podrían llegar a ser modelos más eficientes y permitirles un desarrollo más sano y tranquilo, explica la psicóloga.

Así pues, cualquier decisión que se tome debe estar dirigida a la estabilidad emocional de los miembros de la familia para que los niños crezcan sanos y estables, entendiendo que el respeto, la comunicación y el buen trato son la base de las relaciones interpersonales, que empiezan con los miembros de nuestra propia familia. 

A futuro, cuando el niño crezca, probablemente pensará que la separación fue la mejor decisión que pudieron tomar sus padres, pues aun separados le brindaron las mejores herramientas para desarrollarse libre y sano emocionalmente, permitiéndole  convertirse en un hombre o mujer íntegro, seguro de sí mismo, con valores y principios que le permitirán mantener relaciones favorables y efectivas a todo nivel.