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Sabor y saber

, 29/8/2011

De la buena alimentación en la infancia, depende el resto de su vida. Consejos desde la leche materna a sus primeros mordiscos.

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Es tal vez una de la grandes preocupaciones de una mamá, saber si su hijo es alimentando de la manera adecuada. Comienza con el tema de la lactancia, se extiende durante la infancia cuando les da por no recibir bocado y no deja de mortificarlas incluso cuando son adolescentes y tienen horarios desordenados con sus comidas. Las mamás normalmente quieren ver a sus hijos masticando a las horas indicadas, es casi un asunto instintivo, pero no basta con querer, sino que es importante conocer cuáles deben ser las pautas para que la experiencia alimenticia de los niños sea positiva, que sus cuerpos vayan asimilando los nuevos sabores y, sobre todo, que aprendan a elegir las cosas que les gustan y además les hacen bien.

El primer paso
Las mujeres embarazadas se trasnochan antes de tiempo pensando en el tema de la lactancia. La verdad, nada está escrito al respecto y a cada mujer le resulta una experiencia diferente, y no debe ser un motivo de frustración para una mujer el hecho de no parecer una vaca lechera y tener dificultades para amamantar. Obviamente, es muy importante que el bebé reciba la primera leche de su mamá, o calostro, porque contiene una descarga de defensas que serán necesarias para enfrentar sus primeros días fuera del vientre.

La leche materna, además de ser un alimento puro para el bebé y proveerle todos los nutrientes, desarrolla su reflejo de succión y genera un vinculo maravilloso madre–hijo. La pregunta del millón para muchos padres es si se debe amamantar a demanda, es decir, cada vez que el bebé lo pida, o establecer intervalos de más o menos cada dos o tres horas. Las respuestas son encontradas y dependen en buena parte de lo fácil que resulte darle pecho, lo cual está condicionado por la producción de leche de la madre y la capacidad de succión del bebé. Lo recomendable es que el recién nacido haga varias comidas pequeñas, así estará satisfecho a lo largo del día y no tendrá esas ansias desmedidas que lo llenan de gases.

Cuando hay dificultades en la lactancia no hay porque traumatizarse. Hoy en día las leches en fórmula, aunque no reemplazan la leche materna son muy completas y saludables. Por otra parte, le dan a los padres la tranquilidad de saber exactamente cuánto alimento tomó el bebé y permiten, por ejemplo, que el padre participe en el ritual de alimentación.

De los 4 a los 6 meses
Aquí comienza la aventura gastronómica de los bebés. El pediatra te irá aconsejando cuales son los alimentos y las porciones adecuadas para el bebé, teniendo en cuenta la talla, peso y factores genéticos que deben ser informados oportunamente, como alergia a ciertas comidas, diabetes, etc. Es el momento ideal para combinar la leche con las compotas de frutas o papillas a mitad de la mañana o la tarde. También puedes tomarlas como jugo. Prefiere las hechas en casa, sin azúcar ni aditivos y hechos en el momento.

No hay nada como los alimentos recién preparados. Mango, manzana, pera, durazno, guayaba, banano o ciruela son perfectas por su concentración natural de dulce y sabor suave. Licúalas solas o con unas cucharadas de agua limpia para darle una textura más suave. Luego de haber incluido las frutas, es el momento de que conozcan las verduras.

Más o menos en el quinto mes viene la primera papilla salada, que puede estar representada en un puré de verduras combinadas con pollo desmenuzado en trocitos muy pequeños, e incluso licuado con los vegetales. El zapallo, las espinacas, la zanahoria, las arvejas son sabores agradables para los niños. Cocínalas en un caldo suave y luego procésalas para que queden con textura de compota. Evita la sal y los condimentos, porque el gusto de los bebés no las necesita.

De los 6 a los 7
Parece poco tiempo, pero es un momento definitivo. Por una parte, comienza a aparecer la dentición, y por otra, los bebés empiezan a estar más activos, quieren sentarse, algunos tratan de gatear, lo que se traduce en un mayor gasto calórico. A los 6 meses llega el momento de incluir algunos carbohidratos como el puré de papa, avena e incluso combinar las papillas de verduras con un poco de arroz. La leche continúa siendo importante, bien sea materna o de fórmula. El pediatra te sugerirá la adecuada para la edad del bebé.

De los 7 a los 9
Aquí el bebé puede probar la carne por primera vez, en la medida que le resulte más fácil masticar. Pescados como el salmón también se pueden incluir a partir del 9 mes aproximadamente, y sus aceites como el Omega 3 son excelente para el desarrollo cerebral. Si existe antecedentes de alergias familiares, pospónlos hasta el año de edad para evitar riesgos. En el octavo mes se le puede dar una comida nocturna, a eso de las 6, compuesta por verduras y proteína (carne, pescado o pollo). Aquí es importante ir dándole más texturas para que el bebé se anime a masticar.

Al llegar el año
De los 9 meses hasta completar el año, es el momento en que el bebé debe relacionarse e independizar un poco su comida. En la medida en que sus dientecitos y la capacidad de masticación se lo permitan, hay que darle alimentos que él pueda trinchar con un tenedor adecuado a sus manitos. Mientras lo alimentan, él puede tomar algunos bocados.

Más o menos a los 10 meses entra en la dieta el huevo, primero solo la yema (huevo duro) y al cabo de unas semanas entero. Puede ser al desayuno, o a la cena, picadito para que pueda masticarlo bien. No hay un tiempo exacto para que el bebé coma solo, pero lo ideal es que entre el año y medio ó 2, pueda comer alimentos en trocitos.

Ya al año de edad, los quesitos blandos, galletas, tostadas, yogur, gelatinas, se pueden integrar con más confianza en la dieta, pero recuerda que tanto menos alimentos procesados haya en la dieta, mejor.

Cuando no hay hambre
El eterno drama de la comida de los niños suele presentarse a partir de los 2 años, e incluso antes. Lo aconsejable en estos casos es, primero, no desesperarse. Es normal que a veces los niños prefieran jugar o estar corriendo por ahí antes que sentarse a comer, sobre todo a medida que crecen. Los nutricionistas y pediatras recomiendan no perder la cabeza. El niño va a comer cuando sienta hambre. Sin embargo, no está de más tener en cuenta algunas pautas.

Por ejemplo, servirle al niño su almuerzo a la hora acostumbrada y dejarlo sobre la mesa un tiempo prudente, una media hora. Si al cabo de ese tiempo el niño no responde, se retira. Seguramente el niño más tarde pedirá algo de comer. Procura que sea algo saludable, como fruta, queso o cereal. También seguramente tendrá más hambre a la hora de la cena. Por otra parte, procura que el momento de la comida sea agradable, nunca los obligues a comer, evita las disputas y que sea un espacio para conversar, comentar actividades del día. Acompáñalos, sin importar que ya sepan comer por su cuenta, a nadie le gusta comer solo, menos a los niños.

Consejos lecheros
Si le das pecho a tu bebé, recuerda ponerlo siempre un rato en cada lado para que succione y libere la leche de cada seno.
Cuando tenga exceso de leche, recurre a los extractores manuales y guarda la leche en la nevera por no más de 24 horas.
Si tu hijo toma leche de fórmula, acostúmbralo a tomarla disuelta en agua hervida y a temperatura ambiente, así, cuando salgan de casa no estará preocupada por “calentar el tetero”.
Cuando notes que la leche materna le produce algún síntoma a tu bebé como cólicos, o vómito, consulta al médico de inmediato.
Recuerda que parte de su alimentación se refleja en la calidad de la leche. Evita alimentos muy grasosos o picantes que puedan alterarla.