50 sombras: el síndrome de ‘Sumicienta’

Fucsia.co, 15/2/2015

¿De verdad, todas quieren seguir siendo la niña torpe salvada por el caballero galante y con dinero?, ¿dominar, controlar y celar debe servir para seducirlas?, ¿es la ambición más grande de sus vidas tener un golpe de suerte como el de la Cenicienta?

Foto: cortesía Universal - Foto:

Por Andrés Laverde Ortiz*

Terminó la película y no lo podía creer, no había emociones. En el cine nadie aplaudió, nadie salió llorando, nadie dijo nada al salir. Unos pocos atrás se quedaron sentados, viendo pasar los créditos con la expectativa nerviosa de quien no entiende cómo una relación de muchos años acaba de terminar. La gran mayoría salió en un silencio casi vergonzoso, como saliendo todos juntos de un gran baño. (Puedes leer: 'Las 50 mediocres sombras de Grey').

¿Habrá sido una buena película para ese público sin emociones? Creo tener la certeza de que no, pero tampoco me quedé a hablar con ellos como sí hizo cierto canal de televisión (¡gran noticia a propósito!). No, no la disfruté, pero no porque sea una mala película; no la disfruté porque desde las primeras escenas me empezó a rondar una nada simpática idea en la cabeza; una pregunta incómoda que disputa con ese pensamiento ‘feminista-mente-abierta’ que creen tener (y del que se enorgullecen) quienes leyeron los libros y asistieron a ver la película con el candoroso fervor de una ama de casa: ¿son todas tan tontas como Anastasia Steele?

El personaje que es portada de numerosas revistas lleva una vida aburrida y es en sí misma una mujer con una personalidad sosa y predecible.
¿Por qué? Porque su papel no está bien escrito, su personaje no tiene ningún desarrollo y por eso mismo su historia no es creíble. Nunca sabemos nada de sus gustos personales como qué tipo de música le gusta, qué le gusta hacer en su tiempo libre o qué piensa realmente del sexo y de las relaciones de pareja. ¿Tendrá ambiciones? Nunca se menciona y tristemente parece no importar. Solo sabemos que le gusta leer y que es virgen. (Dakota Johnson: una mujer en controversia)

El resto es solo una repetición del cliché: Bella Sw… perdón, Anastasia, se encuentra con un hombre con dinero y poder, cuyo encanto la seduce. Se da cuenta de repente de lo glorioso que le resulta tener sexo con él mientras descubre el mundo a través de las posibilidades sin límite que él le ofrece.  Es casi como volver a ver Crepúsculo o Cenicienta, pero con más dinero y unas buenas escenas de soft porn.

Como si todo lo anterior no fuera suficiente, está Christian Grey un ‘practicante’ del mal llamado “sadomasoquismo” (realmente conocido entre quienes lo practican como ‘BDSM’, sigla formada por las palabras bondage, dominación, sumisión y masoquismo) que es perfecto ejemplo del hombre que las mujeres no querrían jamás en sus vidas: dominante, celoso, violento, controlador, irascible y manipulador. Ah, pero sexy y con plata. Como lo añoran, ¿no?

Casi toda la historia es una ofensa a la independencia femenina y a la igualdad de género. Cómo logra entonces este libro convertirse en una de las películas con más expectativa de los últimos años (récord de preventa en países como Argentina, Honduras y Colombia). ¡Pero claro! Pongámoslo así: "hagamos de la historia un despertar sexual para todas noso… perdón, para ella y una redención para él".

El violento final, además, construye en 6 segundos una nueva muralla de prejuicios contra la comunidad practicante del BDSM. Muralla que, ladrillo por ladrillo, han estado desarmando durante los últimos 50 años; aunque no lo crean, ellos no son violentos como el señor Grey ni viven castigándose mutuamente con juete.

“No nos culpes porque nos guste. Este es el tipo de historia con las que crecimos todas. Historias tipo Disney”. Eso me dijo recientemente una amiga que defendía la película, pero no podía darme un mejor argumento. ¿De verdad, todas quieren seguir siendo la niña torpe salvada por el caballero galante y con dinero?, ¿dominar, controlar y celar debe servir para seducirlas?, ¿es la ambición más grande de sus vidas tener un golpe de suerte como el de la Cenicienta? Perdón, no Cenicienta… hagamos un crossover, algo más contemporáneo y novedoso. ¿Qué tal “Sumicienta”?

*Editor de redes sociales y blogs.