¿Cómo superar el miedo al compromiso?

Carolina Alonso, 22/4/2016

La escritora y coach, Carolina Alonso, nos explica por qué le tenemos miedo al compromiso y qué debemos hacer para superarlo.

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Hace un par de días, en el almuerzo con un grupo de jóvenes ejecutivas de un banco, me preguntaron: ¿Por qué es tan difícil conseguir o tener una “relación de verdad”? Pensé un momento y aventuré esta respuesta: Porque tenemos una idea extraña sobre lo que es una “relación de verdad” que hace que no la deseemos en serio y que además enviemos un mensaje contradictorio pues decir que queremos tener una relación formal suena mal.

¿Qué ideas vienen a tu mente cuando piensas en “noviazgo” y/o “matrimonio”? Algunas pueden ser responsabilidad, monotonía, pérdida de pasión y de libertad, relaciones familiares difíciles, sacrificio… Y claro, pueden aparecer otras como seguridad, vínculo, cuidado, construcción, compañía… Sin embargo, las historias que vemos y escuchamos tienden más a reforzar las primeras. Así que anhelamos las del segundo grupo y tememos las del primero; infortunadamente pesa más el miedo que el anhelo. En esa medida, no “deseamos en serio” una relación que asociamos al aburrimiento, al deber y a la renuncia.

Por otra parte, si eres una mujer con educación universitaria, independiente en términos económicos, con una vida social activa, hay dos cosas que no puedes decir que deseas:

  1. Un noviazgo como antesala al matrimonio.
  2. Dedicarte a educar a tus hijos y a cuidar de tu casa. 

Declarar estos dos deseos parece un gesto anticuado, desesperado, un retroceso, un desperdicio; en síntesis: una estupidez. Porque vivimos en un mundo que obliga a elegir entre extremos aparentemente irreconciliables: esto o lo otro. No puedes anhelar una vida profesional satisfactoria y pretender un matrimonio satisfactorio también. Hombres y mujeres creemos que la libertad y los vínculos no pueden coexistir; que la responsabilidad y la diversión no pueden ser dos ingredientes de la misma receta; que la pasión y los hábitos son como el agua y el aceite.

El dolor radica en que sí anhelamos el cuidado, la compañía y los vínculos, pero decirlo y comprometernos con crearlos sería claudicar, sería condenarnos a repetir las historias de nuestros padres o esas que escuchamos llenas de cansancio y sufrimiento.

Por eso necesitamos aprender a crear relaciones nuevas, a cambiar nuestras creencias para dejar de pensar en términos de “esto o lo otro” y hallar las formas para que nuestras relaciones de verdad sean “esto y lo otro”.

Ahora es tu turno, recuerda que no hay aprendizaje sin acción: 

  1. Descubre tu “diccionario relacional”: durante una semana, escribe las distintas definiciones que tienes o que están en tus círculos sociales (trabajo, amigos, familia, medios y redes). A veces aparecen filtradas en chistes, en la forma como juzgamos lo que a otros les pasa, en los argumentos de los programas que vemos, etc. Completa las frases: El noviazgo es…. El matrimonio es…. con esas definiciones.
  2. Quítale argumentos a tu miedo: formula la definición contraria para cada una de las que escribiste y busca historias personales o no, que comprueben esta otra definición. Observa qué sientes al hacer este ejercicio.
  3. Integra: escribe las dos definiciones unidas por una “y”. Lee en voz alta estas definiciones dobles y sé consciente de lo que pasa en tu mente y en tus emociones frente a esta tercera vía. Ejemplo: El matrimonio es aburrido y es emocionante.

Nota: puedes hacer un diccionario más completo, definiendo soltería, maternidad, sexo, amor… Esta práctica te ayudará a identificar las creencias desde las cuales reaccionas y te relacionas.

Carolina Alonso C.

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