“Planifiqué mi vida para estar con mi hija”

Revista FUCSIA, 22/2/2016

Estudios recientes pronostican que deberán pasar 80 años antes de que hombres y mujeres compartan por igual las tareas del cuidado de los hijos, pero la experiencia del arquitecto, Andrés Juan Hernández dice lo contrario.

Foto: Daniella Benedetti - Foto:

“Quiero que mi hija sea mi amiga, quiero aprovechar el tiempo con ella, verla crecer y crecer a su lado”. La frase podría ser el comentario de una típica mamá que espera no perderse un minuto de la vida de su pequeña. “Quiero que Mati tenga criterio para que más adelante no llegue cualquier tipo a engatusarla”. Quizá son estas líneas las que delatan el género de quien las pronunció, pues como buen papá, Andrés Juan se anticipa a la época en que los pretendientes empezarán a rondar a su Matilda que hasta ahora tiene 4 años. También es fácil suponer que todo papá quiera cuidar de su hija… pero no todo papá organiza su día para poder hacerle el desayuno, llevarla al colegio, cultivar a su lado una huerta y leerle cuentos en la cama, como él decidió que lo haría, incluso antes de traerla al mundo.

“Planifiqué mi vida para que cuando ella llegara, pudiera estar a su lado. Por eso logré ser independiente y libre –reitera–. A mí me crió mi papá, pero siempre extrañé tener una relación cercana con él, que era muy impositivo. Los tiempos han cambiado y eso nos ha permitido a los hombres mostrar más nuestra sensibilidad, y algunos queremos aprovecharlo”. Confiesa que desde una mirada convencional, en su hogar los roles podrían parecer invertidos: él se encarga de la cocina y del cuidado de la casa, y a su esposa la describe como “la ejecutiva”, de la relación, “aunque ambos tenemos claro que nuestras carreras tienen que darnos espacio para estar con la niña… la plata es lo de menos. Soy arquitecto, pero no trabajo para clientes sino para mí mismo y me gusta poder hacer de todo”.

Un gran porcentaje de ese “todo” al que se refiere es ir al monte con Matilda, jugar a ensuciarse con ella, o como él lo explica: “Hacerla más guerrera”. Por eso admite que, de cierta manera, la dicotomía mamá/papá es inevitable, aunque más que por tradición se debe a las diferencias en sus formas de ser: “Si por mí fuera, no la peinaría nunca, de eso y de los demás asuntos de belleza se encarga mi esposa. Quiero que Mati se vista rápido, porque soy acelerado, pero ella puede cambiarse de ropa cuatro o cinco veces, porque igual la motivo a que elija lo que le gusta”.

Experiencias como la suya generan la ilusión de que no se necesitarán los 80 años que, estudios recientes pronostican, deberán pasar antes de que hombres y mujeres compartan por igual las tareas del cuidado de los hijos. En América Latina, por ejemplo, las mujeres invierten entre 6 y 23 horas a la semana, más que el sexo opuesto, en trabajo tanto pago como no remunerado. Sin embargo, según una encuesta realizada en Estados Unidos por la organización A Woman’s Nation, el 60 por ciento de los hombres considera que el éxito personal y estar presente para su familia es la prioridad, mientras solo el 24 por ciento le apuntó a lo financiero.

“Se trata de estar ahí para verla reír... Quiero que mantenga viva su curiosidad, que entienda que los títulos no son tan importantes, como sí lo son saber discernir y disfrutar de la vida. Aun así, es fácil creer que los niños vienen a aprender de uno, pero la verdad, uno es el que más aprende de ellos”.