Aniversario
El brasier cumple un siglo
Esta prenda surgió en su versión moderna en plena I Guerra Mundial. El brasier no solo permitió que los pechos se mantuviesen sujetos, si no que se convirtió en un signo de la liberación de la mujer, una connotación que hoy en día está en entredicho.

El corsé surgió en el Renacimiento, en pleno siglo XVI, de la mano de Catalina de Medici, mujer de Enrique II de Francia. Fue la denigrada reina la que popularizó el uso de esta prenda destinada a a reducir el diámetro de la cintura, por un lado, y a mantener los pechos firmes y localizados.
La invención del brasier moderno se atribuye a muchas mentes pensantes, como la de Pierre Poiret quien en la Francia de 1907 dio forma a al soutien gorge, un estructura formada por alambre y tela destinada a la sujeción de los senos; o Johannes Bree, con su bust supporter en Estados Unidos.
Sin embargo, la creación del brasier, como lo conocemos hoy en día, está ligado al nombre de Mary Phelps Jacob, una neoyorquina con la suficiente iniciativa (y descaro, por qué no) como para patentar el invento -su arcaica versión se fundamentó en la unión de dos pañuelos de seda y una cinta- como propio, a pesar de los numerosos prototipos concebidos con anterioridad.
El éxito del dispositivo “inventado” por Jacob responde a ese célebre dicho que apunta que “hay que estar en el lugar adecuado en el momento oportuno”. En pleno estallido de las beligerancias de la I Guerra Mundial, el metal empleado para confeccionar los corsés, en pleno apogeo en esa época, se destinaron a la fabricación de armas para la contienda, de ahí la necesidad de buscar un sustituto para mantener sujetos los senos.

El brasier se convirtió entonces en un símbolo de la liberación femenina. El corsé era una metáfora simbólica de la represión de la mujer a todos los niveles de la sociedad; con él las mujeres no respiraban con libertad y se desmayaban. La invención del sostén fue, por lo tanto, un avance a favor de esa emancipación requerida por las féminas.
Desde entonces, el brasier ha adoptado numerosas formas, colores y texturas, haciendo de él una prenda imprescindible para la gran mayoría de mujeres desde su invención. Sin embargo, esa necesidad en su uso está en entredicho en la actualidad y su visión como exponente de la liberación de la mujer también.
Diferentes movimientos feministas relacionan ahora el empleo del sostén con un símbolo de la contención y la coerción que padece en la mujer del siglo XXI, por un lado, y de la vigencia de esa falta de paridad de derechos de los que gozan estas en comparación con los que ostentan los hombres, por otro. Es por ello que en sus actos públicos, las activistas de estas plataformas, como las de Femen, hagan campaña con los pechos al descubierto.
En lo que respecta a la moda y a sus exponentes, no llevar brasier e, incluso, dejar que estos se trasparenten por debajo de los estilismos ha pasado a ser tendencia. También diferentes artistas y celebrities han dejado de tener reparos en mostrar sus encantos superiores a favor de la lucha de la liberación de la mujer, como es el caso de Rihana y su adhesión a la campaña #FreeThe Nipple.