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El rostro desfigurado de la barbarie

Fucsia.co, 30/3/2014

565 mujeres han sido atacadas con ácido en 10 años en Colombia. Un crimen que escasamente se investiga y rara vez se salda con una pena para el criminal. La impunidad no puede hacer caer en el olvido a estas mujeres valientes que luchan por superar las secuelas.

Foto: Fundación Rostro sin ácido - Foto:

El Instituto Nacional de Medicina Legal alerta en su último reporte que, desde 2004, se han denunciado 565 ataques con ácido a mujeres en Colombia. Los datos son abrumadores, y demuestran que lo ocurrido a la última víctima de este tipo de agresiones perversas, inhumanas, e intolerables, Natalia Ponce de León Gutierrez de Piñeres, atacada por un hombre con el que se negó a tener una relación,  no es un caso aislado.

Las alarmantes cifras ponen de manifiesto la ineficacia de las autoridades policiales y judiciales para actuar contra estos crímenes que tienen un objetivo claro: atacar la integridad y dignidad de las mujeres. Se hace, pues, necesario una legislación eficaz y contundente, que juzgue y condene a los agresores con coherencia, determinación y proporción, de acuerdo con los actos salvajes que cometen y cuya finalidad es clara: marcar para siempre.

Estas son algunas de historias de estas valientes mujeres que se enfrentaron a la barbarie que implica este tipo de violencia contra la mujer, y a la desprotección perpetrada por un Estado que no hace nada por condenar a sus cobardes asaltantes. 

Erika Vanegas. La joven tenía 16 cuando le dijo a su novio que debían dejar de verse porque ella quería concentrarse en sus estudios. “Voy a joderte”, le contesto él, Dagoberto Rodríguez. Días después, mientras hablaba relajada con unas amigas junto a su casa, un niño se le acercó y le arrojó ácido nítrico. Le quemó la cara, el cuello, el brazo izquierdo y el oído derecho.

Las investigaciones concluyeron que Rodríguez le pagó al menor de nueve años 3.000 pesos para que perpetuase la monstruosa acción contra su exnovia, bajo el argumento de que lo que le iba a derramar era solo agua. El agresor fue condenado a doce años de cárcel, mientras que Erika deberá arrastrar las secuelas que le dejó el ataque de por vida.

María Fernanda Núñez. La colombiana, favorita para ganar el concurso Miss Norte de Santander en 2010, engrosa la vasta lista de las víctimas que han padecido en su propio cuerpo esta cruel agresión perpetrada con ácido. Con apenas 22 años, un desconocido en moto la asaltó y le arrojó esta sustancia cuando se disponía a entrar en su residencia en la ciudad de Cúcuta, acompañada de su padre. El ataque le dejó una lesión de córnea, quemaduras en la parte derecha del rostro, en el pecho y en las piernas, según el diagnóstico médico. Por su puesto, la Miss tuvo que abandonar el certamen. El caso no terminó con ninguna detención, ni condena.

Nubia Espitia. El 13 de febrero de 2008 paseaba con su hija con destino a la casa de su madre, ubicada en el occidente de Bogotá. Ella y su familia se habían trasladado a Bogotá desde Venezuela, donde residían, para pasar las vacaciones con la familia. Mientras disfrutaban de la caminata, Nubia notó cómo una pareja se les acercaba, hasta ponerse a su nivel. En cuestión de segundos, la mujer sacó un vaso de plástico de la chaqueta y se la roció por el rostro, para, posteriormente, salir huyendo.

Del ataque no sé sabe nada: ni quién lo perpetuó, ni el móvil. No hay culpables, ni por supuesto, se ha juzgado al culpable de los hechos. Por su parte, Espitia dejó Venezuela y se trasladó con su hija Laura a vivir en Bogotá, cerca de los suyos. 


Gina Potes. La entereza y las ganas de superación definen a esta bogotana que a los 20 años fue atacada con ácido sulfúrico. Su historia de superación comienza cuando dos desconocidos golpearon la puerta de su residencia un 28 de octubre de 1996. Sus únicas palabras fueron “¿quién la manda a ser tan bonita?” e, inmediatamente, le lanzaron la sustancia corrosiva. La agresión de los criminales le causó quemaduras de tercer y cuarto grado que deformaron su rostro por completo. 37 años después y tras más de 24 intervenciones quirúrgicas, Potes es la fundadora de Rostros Sin Ácidos, una fundación creada en 2010 con el objetivo de apoyar a mujeres que, como ella, sufrió el salvajismo de esta violencia en su propio cuerpo.

El caso de Potes tampoco llegó a los tribunales, y nunca se supo quiénes fueron sus atacantes. No ha habido justicia para ella, ni reparación alguna por el daño sufrido.

Viviana Hernández. "Ahora sí te tienes que quedar conmigo, porque nadie te volteará a mirar". Esto es lo que le dijo su expareja y padre de sus tres hijos cuando se recuperaba en el hospital después de sufrir una agresión con ácido.

El día del ataque, Viviana esperaba un bús en Bogotá, acompañada por unos de sus hijos. Entonces, una joven se le acercó y le arrojó el líquido al rostro. Ella tenía 24 años. Las secuelas que arrastra esta luchadora son múltiples. Además de las sicológicas, convive con una desfiguración importante en la cara, y no ve por el ojo izquierdo.

El caso de Viviana es otro ejemplo de la impunidad que rodea este tipo de agresiones. A pesar de que ella relató que su exmarido fue el responsable de la agresión a raíz de la disposición de esta por separarse, las autoridades nunca investigaron la autoría del crimen.