Ideologías

¿Qué decimos cuando hablamos de feminismo en el siglo XXI?

Fucsia.co, 4/12/2013

Redefinir el concepto es uno de los retos que esta corriente está llamada a hacer, después de años de perder adeptas y ser relacionado con estereotipos, en un camino aún carente de equidad.

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El avance de la mujer en materia política, social y económica, así como en términos de igualdad y equidad de derechos con los hombres, es una conquista que debe atribuirse a la acción del movimiento feminista en sus diversas vertientes, y a quienes lo han conformado desde sus inicios hasta nuestros tiempos. “Muchas mujeres de hoy en día no tienen conciencia de las luchas que se han tenido que librar para que las propias mujeres sean sujetos de derecho”, explica la francesa Florence Thomas, docente de la Universidad Nacional y feminista confesa.

El feminismo es una opción ético-política que busca la igualdad y equidad entre hombres y mujeres. No aboga por la supremacía de uno sobre el otro, ni la discriminación por cuestión de género. Según Ángela Inés Robledo, profesora de la Universidad Nacional y especializada en literatura escrita por mujeres, “los derechos de las mujeres deben ir ligados a los de los hombres, y viceversa”.

En pleno siglo XXI, muchas mujeres han dejado de identificarse con la ideología feminista. Uno de los motivos responde a la falta de entendimiento del propio concepto y su ideario inicial. “El feminismo trata de cerrar la deuda histórica que tiene el mundo con las mujeres”, afirma Thomas.

Otra de las causas que perciben  ambas profesoras para explicar esta falta de identificación de las mujeres con el feminismo es la ausencia de conciencia generalizada de la necesidad de seguir avanzando en la conquista de derechos que nos equiparen con los varones. Robledo habla de que existen mujeres que consideran que el feminismo está obsoleto amparadas en la idea de que el movimiento ha alcanzado ya su máxima expresión. Es decir, “ya se han conseguido todos los derechos y libertades posibles para las mujeres”, añade.

La tendencia imperante a la estereotipación negativa, a la demonización e incluso criminalización del movimiento también actúa en detrimento del feminismo. Se identifica feminismo con aquella mujer amargada y masculina que rechaza y odia al hombre.

Esta posición, explica la profesora Robledo, se refuerza a través de la controversia que generan determinados actos feministas, como los que implican irrumpir en lugares públicos mostrando los pechos desnudos a modo de reivindicación. “¿Cómo se puede impactar hoy en día si estamos inmersos en la sociedad del espectáculo, en la que incluso los reality shows desnudan a la gente?”, se pregunta.

Sin embargo, Robledo reconoce que muchas de las formas de lucha del feminismo están agotadas. “Esas formas corresponden a la imposición histórica de la izquierda. Pero parte del lenguaje contestatario del feminismo se agotó en la medida en la que el socialismo ha fracasado, no se cumplió”, afirma. Debido a esto, comenta, se hace necesario una reorientación del movimiento cuyo principal objetivo sea cambiar la cotidianidad de los comportamientos de ambos géneros para conseguir la equidad entre ellos, “especialmente en el hogar y en lo que respecta a los derechos laborales y salariales”, concluye.

Por su parte, Ana María Araujo, profesora de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de la Sabana, distingue en la actualidad dos tipos de tendencias hacía las que se inclina el feminismo del siglo XXI. Por un lado, el que lucha por los derechos que permitan una conciliación de trabajo y familia real para mujeres y hombres, en igualdad de condiciones. Este ideario, que coincide a grandes rasgos con el expuesto por la profesora Robledo, pasa por hacer entender al varón que su rol ha cambiado y que debe ayudar a crear una complementariedad con la mujer, sobre todo en materia de hogar y compromiso emocional.

Florence Thomas, por el contrario, entiende el feminismo como un movimiento capaz de romper las metáforas culturales que imperan en la sociedad, como la que identifica mujer igual a mamá. Esta asegura que la maternidad es una opción, no una condición irrenunciable de las féminas.
Resulta evidente pues que, en pleno siglo XXI, el feminismo está llamando a una renovación que sume adeptas, en vez de perderlas en un mar de luchas asociadas a estereotipos, especialmente cuando la equidad en temas de responsabilidades de hogar y compensaciones laborales aún se está haciendo camino.