La pequeña protagoniza un reportaje en la revista Jelaouse en la que posa como una adulta, haciendo alarde de una sensualidad impropia de su edad. La polémica está servida: ¿hay una sexualización de los niños en los medios y la industria de la moda?
Thylane Blondeau en una imagen de su cuenta persona de Twitter
El nombre de Blondeau no está exento de polémica. En 2011, saltó a los titulares de periódicos y revistas de todo el mundo a raíz de protagonizar un reportaje dirigido por el diseñador Tom Ford para el suplemento Cadeaux, que acompañaba a la revista Vogue francesa. En él, la niña, que en ese entonces tenía 10 años, aparecía maquillada hasta el extremo, encaramada a altos tacones y tumbada en actitud provocativa sobre telas animal print.
Las fotografías fueron tachadas de excesivamente sensuales, e incluso, de que incitaban a la pederastia. La entonces editora de Vogue Francia, Carine Roitfeld, renunció a su puesto tras la publicación del reportaje alegando motivos personales. Las malas lenguas hablan de que su elección desacertada le costó su trabajo.
Los padres de la pequeña, Veronika Loubry, una reconocida actriz y presentadora de la televisión gala y Patrick Blondeaui, exfutbolista, cerraron el perfil oficial de su hija en Facebook por las presiones recibidas a raíz del escándalo. Ahora, la niña maneja y gestiona su propia cuenta de Twitter, donde ha publicado un making off de la sesión que realizó con Jalouse.
A pesar de los contratiempos, la carrera de Thylane sigue imparable, y no parece que su círculo más cercano tenga pensado mitigar su carrera por criterios tan “tribales” como la sexualización excesiva de la que es objeto en las sesiones fotográficas. Tampoco parece que la moda se vaya a replantear una reformulación de sus principios, sobre qué es moralmente aceptable y que no lo es cuando se refiere a los niños y sus apariciones en portadas y desfiles.