Bélgica ha aprobado una ley por la que castigará con multas de hasta dos millones y medio de pesos y penas de un año de prisión a aquellos que profieran comentarios sexistas o realicen proposiciones sexuales a otras personas en la calle.
Los piropos, más que una adulación, resultan en ocasiones innecesarios, incluso groseros u ofensivos, para la persona que los recibe. Definitivamente, no resulta agradable estar caminando por la calle y que alguien te salte con improperios.
Para paliar esta realidad que, en la gran mayoría de casos, afecta a las mujeres, el Senado belga ha aprobado una nueva normativa por la que se condenara con multas de entre 50 y 1.000 euros (que convertidos a pesos colombianos se corresponden con 128.000 y más de dos millones y medio de pesos, respectivamente) y penas de hasta un año de cárcel a quienes profieran comentarios sexistas o realicen proposiciones sexuales en la vía pública.
“Esta ley proporcionará, por fin, un apoyo claro a las víctimas, a menudo mujeres, al afirmar su libertad para moverse en el espacio público”, afirmaba Joëlle Milquet, ministra de Interior e Igualdad de Oportunidades de Bélgica, y propulsora de esta medida.
El texto ratificado el pasado 24 de abril supone el reconocimiento de este tipo de acciones como una clase de acoso sexual callejero con normativa propia que ampara a la víctima y penaliza al acosador que pasa a ser considerado autor de una conducta discriminatoria. Así, la nueva disposición entra a formar parte de la ley de género belga, conocida como la Ley para la lucha contra la discriminación entre hombres y mujeres, aprobada en 2007.
Las críticas no se han hecho esperar. Muchos juristas belgas se han mostrado contrarios a la implementación de la norma por considerarla un atentado contra la libertad de expresión. Otro de los puntos que alientan la polémica es el debate sobre la dificultad de discernir legalmente entre el halago del comentario sexista.
La necesidad de precipitar esa normativa tiene su origen en un reportaje audiovisual realizado por Sofie Peeters en 2012 con el que demostró la cantidad de comentarios emitidos por hombres que debe soportar una mujer caminando un día normal por las calles de Bruselas (capital de Bélgica). El vídeo, difundido posteriormente por la televisión pública, provocó el rechazo por parte de la población, por un lado, y el compromiso de Milquet de trabajar en una ley para paliar este tipo de acoso sexual, por otro.