Ser mujer sigue siendo un condicionante que las subordina, en mayor o menor grado, en todas las áreas imaginables de la vida. Bien se conocen cada año estudios que revelan los ingresos inferiores que perciben por su trabajo, cuentan con menores oportunidades en el terreno laboral, sufren la violencia machista y padecen la falta de equidad en lo que se refiere a responsabilidades del hogar. Así, un largo etcétera de ejemplos que ponen de manifiesto
la existencia de una marcada brecha discriminatoria entre géneros. (Lee:
¿Qué nos falta para llegar a la equidad?).
Se podría hablar de una feminización del acceso a la salud, de igual forma que se habla de la feminización de la pobreza (el 70% de las 1.500 millones de personas que sobreviven con un dólar o menos al día son mujeres y niñas). Esta ausencia de un enfoque de la salud basado en el género actúa en detrimento de la calidad de vida de las féminas que, en general, es menor que la de los hombres, a pesar de que en la mayoría de países las mujeres viven más que ellos.
Estos son algunos de los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ilustran la situación mundial de la mujer en relación con la salud:
El sida las azota en el continente africano. En el África subsahariana, el 61% de los adultos infectados por el VIH (se estima que son más de 23 millones de personas) son mujeres. Menor es el porcentaje que se recoge en el Caribe. En esta zona del planeta las mujeres infectadas representan el 43% del total.
La violencia machista repercute en la salud. Naciones Unidas estima que una de cada tres mujeres y niñas ha sufrido algún tipo de agresión o abuso sexual a lo largo de su vida.
La violencia de género en cualquiera de sus formas afecta directamente a la salud, tanto mental como física, de las mujeres. Puede acarrerar una infección de transmisión sexual y la aparición de enfermedades como el VIH, el paludismo o la neumopatía obstructiva crónica, asi como generar un embarazo no deseado o peligroso, en caso de que los abusos se cometan en niñas. (Lee:'
¿Estás en una relación peligrosa?).
Las niñas y adolescentes, un grupo de riesgo. Cifras manejadas por la OMS indican que en los próximos diez años, más de 100 millones de niñas serán forzadas a casarse antes de cumplir 18 años. El problema de perpetuar esta tradición es que muchas menores carecen, en el momento en que contraen matrimonio, de información suficiente sobre los riesgos de contraer una enfermedad de transmisión sexual.
Asimismo, muchas de ellas se quedan embarazadas a edades muy tempranas, poniendo en riesgo su vida y la del futuro bebé. De hecho, la OMS habla de 14 millones de dolescentes que se convierten en madres jóvenes cada año. De estas, más del 90% viven en países no desarrollados.
Falta de asistencia médica durante el embarazo: la OMS estima que, diariamente, 1.600 mujeres y más de 10.000 bebés mueren por complicaciones en el embarazo y el parto. El 90% de la mortalidad materna y neonatal se produce en las zonas del planeta más pobres.
La falta de equidad en las tareas del hogar afecta a la salud. En gran parte de los países, cocinar es una tarea doméstica ligada a las mujeres. Esta labor se realiza en muchos casos en espacios tradicionales o sobre fuegos rudimentarios y caseros que provocan que las mujeres estén constantemente expuestas al humo y a diferentes contaminantes nocivos.
Así, se calcula que esta realidad es la causa de 500.000 de los 1.3 millones de fallecimientos anuales de mujeres debido a neumopatías obstructivas crónicas.