Haz notado que últimamente, cuando tienes ganas de ir al cine, conocer un nuevo restaurante, ir a una fiesta, ir de compras o cualquier otro plan que sería perfecto con tus amigas, todas ellas, mayores o menores que tú, están casadas o seriamente comprometidas; nada que ver con tu actual estado de ‘estoy sin novio’.
A partir de cierta edad, sobre todo en las sociedades latinoamericanas, suele presentarse una cierta presión social sobre las mujeres que no se han casado cuando su edad está cercana a los 30 años. Pareciera que al marcar la tercera década, las mujeres han tenido suficiente tiempo para realizarse profesional y económicamente como para considerar, con toda madurez, llevar las riendas de un hogar.
No estamos hablando de matrimonio precoz, entendido como aquel que se presenta antes de los 18 años en mujeres y antes de los 20 en los hombres, que tiene una tasa del 23% en Colombia según indica el UNICEF. En tal caso, e incluso hasta los 25 años, se juzga a los involucrados de apresurados e inmaduros; pero cuando todos comienzan a mirarte con cara de ‘se te está pasando el tren’ comienza el ansia del matrimonio como proyecto inaplazable sin el cual es imposible tener una vida placentera.
Por tal razón, cuando se comienza a llegar a esa edad y todas las amigas, primas, compañeras de trabajo y cuanta mujer conocida se está casando, comienza una cierta sensación de angustia, que a veces toma cara de desespero, y la búsqueda de marido comienza a ocupar gran parte de la vida.
¿Son las mujeres las únicas desesperadas por casarse?
No. A los hombres también les llegan las juzgadoras miradas que dicen ‘ya es hora de sentar cabeza’, ‘quién sabe por qué no habrá conseguido mujer’, en fin. Al fin y al cabo es lo que la mayoría de familias esperan de sus hijos, lo que se supone que debe ser. Lo que pasa es que la fecha de caducidad matrimonial es un poco más extensa para los hombres, quienes pueden llegar a los 38 solteros sin mayores presiones.
Aun así, la tendencia al divorcio es cada vez más alta y los matrimonios duran cada vez menos. “los vínculos humanos son hoy en día más frágiles que hace unas décadas”, afirmó con justa razón el sociólogo Fabián Sanabria para medios de comunicación hablando del fenómeno de incremento de los divorcios en Colombia.
El divorcio va en ascenso
De acuerdo con las cifras de la Superintendencia de Notariado y Registro de Colombia, en el 2007 se oficializaron 7555 divorcios en las notarías del país, en el 2010 esa cifra había ascendido a 10.618, con proyecciones a incrementarse en el 2011. De acuerdo con la Superintendencia, el incremento en el número de divorcios se podría explicar por el afianzamiento del llamado ‘divorcio express’, la ley 965 que rige desde el 2005, se caracteriza por agilizar los trámites de divorcio cuando la pareja está de acuerdo.
La consultora de pareja y directora de la Clínica del Amor, Chiquinquirá Blandón, afirmó para medios de comunicación que “hoy las parejas desisten muy pronto del matrimonio por el temor a enfrentar el compromiso. Ante la primera dificultad desisten, olvidando que la unión de la pareja requiere trabajo y comprensión diaria, a lo largo de la vida”.
Tomando en cuenta lo anterior, pareciera que el afán por casarse no está relacionado con el deseo real de compartir el resto de la vida con una única persona, sino con una presión social y la necesidad de no ‘quedarse atrás’. Lo cierto es que la institución familiar está cambiando, para bien o para mal, el concepto de ‘amor eterno’ y ‘hasta que la muerte nos separe’ está más que mandado a recoger, y en el marco de esa dinámica, si no existe una planeación real que incluya el matrimonio como opción de vida, más vale seguir soltero y feliz, que enfrentarse a un costoso divorcio un par de años después.