Hay casos en los que sin pensarlo la mamá se puede convertir en una enemiga…Envidia, celos y hasta irrespeto a la privacidad pueden hacer que la relación no sea sana para ningún de las dos. ¡Entérate!
No todas las relaciones entre madre e hija son color de rosa. Algunas mamás sienten celos de sus hijas y buscan parecerse a ellas, otras las critican despiadadamente y otras invaden su privacidad. Son varios los fenómenos que se pueden presentar en las relaciones de maternidad, pero quizás el más común y uno de los más peligrosos es el que se escuda en la amistad y la camaradería. Es el caso en el que se pasa de ser mamá a mejor amiga y se deja de educar.
El problema
De acuerdo con la psicóloga María Calle, el problema radica en que se pierde el límite sano de la relación materna que educa y acompaña, por uno controlador en el que la madre sobreprotege a la hija, incluso de no tener más relaciones sociales que ella misma. Es una situación en la que se puede dejar de lado el importante rol de la educación, pues no es fácil construir una figura de autoridad y respeto con una persona que es vista como un par, como una amiga más.
Eso no quiere decir que mamá e hija no puedan ser amigas. Lo clave es que la relación siempre sea clara y el vínculo maternal no se desdibuje por el de la amistad. Los consejos de la mamá suelen ser los más acertados y sin duda las mamás quieren lo mejor para sus hijas, pero esto no les da derecho a invadir su espacio y privacidad aun cuando sea bajo la figura de la mejor amiga que todo lo sabe.
Una relación confusa y mal sana puede generarle inseguridad a la hija al limitarle sus acciones a la aprobación de la madre. Es un gesto de sobreprotección que a largo plazo puede ser nefasto porque se genera un vínculo de dependencia entre las dos.
“Si la figura de autoridad no es clara, la hija se puede sentir desprotegida, no va a tener a ese adulto y ejemplo a seguir que la acompaña. Las mamás no pueden ser pares en aras de ganarse la complicidad de sus hijos”, dijo Calle.
¿Cómo mejorar la relación?
Lo importante es entender por qué ocurre el fenómeno, pues este rasgo de la maternidad puede evidenciar problemas emocionales propios de la madre como dependencia, depresión o miedo a que su hija repita sus errores. Según Calle, es un aspecto al que se le debe dar importancia y tratar de encontrar las causas reales para no afectar a los hijos, pues normalmente este tipo de comportamientos vienen acompañados de problemas personales dependiendo de la historia de vida de la mamá y deben ser resueltos por ella misma.
Es importante que la confianza entre las dos se de manera natural y no que sea inducida o impuesta. Ninguna debe sentir presión de confiar en la otra por miedo a consecuencias afectivas o a desconfianza. En el momento en el que la hija no se sienta libre y sienta que más que una relación que fluye está metida en un compromiso que le genera angustia y le demanda mucho a nivel emocional, debe enfrentar la situación.
Calle recomienda que ambas sean claras. Si la hija detecta un problema, lo mejor es que no tenga miedo a hablar y le diga a su madre lo que le molesta y lo que espera recibir de ella. Es importante que establezcan límites para que su relación sea libre y sana.
Si sientes que es tu caso, pero que es imposible manejarlo, puedes asesorarte de un especialista que te ayude a entender por qué la relación esta siendo negativa y cómo pueden mejorarla.