No solo las relaciones de pareja se ven aterrorizadas por el fantasma de la rutina: el mundo laboral puede convertirse en un tedio si los horarios, cronogramas y tareas repetidas son tu pan de cada día. Ver las cosas desde otro ángulo no es tan complicado como lo piensas. Cuando la cotidianidad se vuelve divertida.
¿Cansada, aburrida y estresada en la oficina? Es natural cuando el fin de año se acerca y el motor de tu organismo comienza a sentirse descompensado. El problema es que apenas arranca el 2012 y ya sientes que esas cuatro paredes son tu cárcel.
Si las horas se pasan lentamente, vives ansiosa por salir corriendo y levantarse en la mañana implica un esfuerzo descomunal, es momento de ponerle frente a tu problema y amigarte con tu ámbito laboral, o serás presa de problemas sicológicos y hasta dolencias físicas.
1. Aprende a usar tu tiempo libre en horas de trabajo: Almorzar siempre en el mismo lugar, tomar el café en la misma esquina, caminar por los mismos lugares, y, en resumidas cuentas, más de lo “mismo”, te produce fatiga mental y disminuye tu capacidad creativa. Cambia de rutas, toma breaks prolongados, almuerza en lugares diferentes, sal al parque más cercano y busca otras alternativas para visitar nuevos alrededores. Pasea unas cuadras más allá de tu “circuito” habitual y verás el cambio. Las conocidas ‘Pausas Activas’ son necesarias y refrescantes, más si permaneces mucho tiempo en un mismo espacio y sentada.
2. Reprograma tus tareas: Cuando el tedio comienza a aparecer, generalmente es porque no hay acumulación de trabajo y ya tienes el ritmo para cumplir tus tareas. Por ende, quedas con tiempo de sobra, aquel que te hace mirar desesperadamente el reloj cada 5 minutos. Si controlas tus labores, reprográmalas, no hagas todo el trabajo de manera mecánica y aprovecha los minutos de sobra para hacer otras cosas, aquellas que tenías pensadas hacer cuando llegaras a casa. Este factor es más recurrente en las personas que tienen un trabajo de oficina y que deben permanecer frente al computador por lo menos el 90% del tiempo laboral. Si tienes control sobre tu horario, negocia con tu jefe una hora de salida más temprano o sácale el jugo a esos breaks y enfócate en lo que tienes pendiente. Nada peor que perder el tiempo postrada en una silla.
3. Jornadas duras: Si por el contrario lo que te falta es momentos para descansar y tomar un respiro en la oficina, dale a tu cuerpo y a tu vista un nuevo aire apenas salgas del trabajo, como ir a cine, tomar un café con un amigo, caminar lentamente sin que se trate de una maratón, ir hacer compras pendientes, etc. Por más de que quieras llegar a tirarte a tu cama después de un día duro de trabajo, no siempre estar en casa relaja tu mente y tu cuerpo; las actividades diferentes sí. Esto también ejercita tu cerebro y llegas a casa con mejor humor. Otro punto a favor es que le das tiempo a que pase la hora del trancón y puedes ir a tu hogar más relajada y tranquila.
4. Dieta ligera: El café es el símbolo de la hormiguita trabajadora, el estimulante por excelencia de la oficina. No solo su consumo constante es perjudicial para el sistema nervioso y hasta la piel, sino que en vez de ponerte más activa, causan en efecto contrario debido a la recarga de cafeína que hay en tu organismo. No se te haga extraño que repentinamente tengas bajones de energía. Los alimentos livianos, como la fruta, el té verde o las semillas tienen el doble de beneficios para tu mente que otros alimentos, según la revista Psicología Positiva. También te aportan más energía y harán que seas más productiva.
5. Fatiga mental: Si sientes que requieres de un mayor esfuerzo para hacer las cosas, más de lo que puedes dar física y mentalmente, no siempre significa que estés recargada de labores: tienes poco interés por lo que haces y te fatigas más de la cuenta a causa de esto. El remedio es sencillo: es momento de descansar y hasta de revisar tu dieta, que no solo necesita nuevos alimentos sólidos sino líquidos y ejercicios. Acuéstate temprano, no lleves trabajo a casa y regálate una sesión de relajación, por lo menos, cada 15 días. También puede ser un indicador de que necesites tomar al toro por los cuernos y preguntarte si estás en el lugar correcto. Una opción es cambiar de trabajo y emprender la búsqueda por lo que realmente te llene emocional y profesionalmente; u otra salida viable es hablar con tu jefe, proponerle nuevos proyectos y pedirle que te asigne tareas diferentes y dinámicas.