Su influencia en la moda de los años 90 fue una de las razones para que la autora del libro y editora del New York Post, Maureen Callahan, la escogiera, junto a otras importantes personalidades como Marc Jacobs y Alexander McQueen, para ser protagonista de su historia, en la que cuenta por qué esta década marcó un hito en esta industria.
“Su foto estaba escondida en el ‘cajón del quizás’, en donde la agencia mantenía a las chicas comunes”, inicia el relato, Callahan. Según afirma,
Moss era una adolescente promedio, no tenía un estilo particular y por sus poros brotaba rebeldía.
Vivía en una modesta casa, ubicada en un suburbio de clase media de Londres, llamado Croydon. Allí estuvo con sus padres hasta que se separaron. A partir de ese momento, la jovencita se adentró en un mundo de excesos. “Le gustaba la cerveza, los chicos , los cigarrillos, el
rock & roll y salir de fiesta”, cuenta la autora. De hecho, su primera experiencia sexual ocurrió más pronto de lo esperado en una adolescente de su época: fue a sus 14 años.
Sin embargo, en su vida ocurrió un suceso que le cambiaría el rumbo para siempre. En un viaje con sus padres, mientras caminaba en el Aeropuerto John F. Kennedy, llamó la atención de Sarah Doukas, de la agencia de modelos, Storm. Pasaron tan solo dos meses, cuando Moss ya estaba presentándose para
castings, ante la mirada incrédula de sus progenitores.
Pero, en realidad fue una fotografía instantánea que capturó la lente de Corinne Day, la que la llevó a ser portada de la revista
The Face; para, más tarde, ser fichada por Calvin Klein, para una campaña publicitaria.
En 1994, además de ser la imagen del perfume Opium, de Yves Saint Laurent, conoció al actor Johnny Deep, en un café bar, de quien se enamoró perdidamente. Su relacion se terminó en 1998. La modelo estaba devastada.
“Johnny rompió su corazón. Ella se volvió loca”, asegura la autora.
Moss estaba fuera de control. Se volvió adicta a las drogas y al alcohol. Y todo empeoró cuando se enteró que su ex pareja tendría un hijo con la cantante francesa Vanessa Paradis.
Como consecuencia, Moss debió visitar al psicólogo una vez por semana, además de asistir a reuniones con Narcóticos Anónimos.
Pero sus excesos no solo se trataban de cocaína y vodka. El sexo era uno de sus mayores adicciones. Sus fiestas usualmente culminaban con orgías entre sus amigas y sus respectivas parejas. Los intercambios sexuales eran frecuentes.
“¿Alguien quiere tener sexo?”, gritó en una ocasión , en el baño de un bar en el que se encontraba.
¿El fin de su carrera?
En 2005, la carrera de Moss se derrumbó, después de que el diario
The Mirror publicara fotografías en las que aparecía junto al cantante de la banda The Libertines, consumiendo cocaína. Ante esto, las agencias para las que trabajaba decidieron no continuar con ella, a pesar de que se disculpó y prometió ir a rehabilitación.
Con este final, Callahan concluye su historia, en la que -como ha sido denominada- ‘la diosa del
grunge inglesa’, es la perfecta representación de una vida de excesos, cuyo origen fueron los 90’s.
Y es que la
top model, después de su resurgimiento en 2007, con su colección para Topshop, ha logrado mantenerse vigente, como un ícono de estilo, hasta hoy en día, a sus 40 años.