A punto de estrenar el especial de Navidad con el que concluye su cuarta temporada, Downton Abbey se convierte en la serie extranjera más vista en la televisión norteamericana y una de las más codiciadas por los actores.
Cuatro años han pasado desde que se estrenó el primer capítulo de Downton Abbey, en el que se introducía a la familia Crawley y a su servidumbre. Cuatro años donde las intrigas creadas por Julian Fellowes, el ganador del Óscar a mejor guion por la película Muerte a la medianoche (2002), han hecho que la serie inglesa sea el programa en horario prime time con mayor número de nominaciones a los Premios Emmy, haya ganado dos Globos de Oro y haya llegado a conectar a 11,8 millones de televidentes en 220 países, que el próximo año esperan el estreno de la quinta temporada. ¿Qué hay detrás de la serie que la hace tan adictiva?
La historia comienza cuando, en el hundimiento del Titanic, muere el que iba a ser el futuro heredero al condado de Downton Abbey, y con la noticia se desatan ciertas angustias sobre cómo será el siguiente sucesor, del que se sabe que es un primo lejano de la familia, abogado y perteneciente a la clase media. Lord Robert Crawley, el conde de Grantham y líder del territorio, está casado con la condesa Cora y tienen tres hijas: Mary, Edith y Sybill, quienes por ley no pueden heredar ninguna de las propiedades, ya que estas les corresponden a los hijos varones.
Desde el principio, Downton Abbey se presenta como un intrincado de pequeñas subtramas en el que no hay personajes ni buenos ni malos, sino llenos de matices, y de los que se puede esperar cualquier cosa. “Parece una serie de televisión británica tradicional, clásica, agradable, con un vestuario y otras casas bonitas. Pero, en realidad, tiene el ritmo de un programa más moderno, en el que muchas historias suceden a un mismo tiempo y tienes que concentrarte para verlas”, le contó Fellowes a la BBC. Son justamente esas transformaciones que se dan en cada capítulo las que le han dado a la serie una de las mayores sintonías en la historia de la televisión británica, no solo por el guion y las excelentes actuaciones, sino porque plasma los cambios de una sociedad a merced de la Primera Guerra Mundial, que va abandonando sus paradigmas.
“A pesar de ser ricas, las mujeres siempre han estado sometidas a presiones. El cómo vivían ellas en esa época se retrata de una forma maravillosa. Por ejemplo mi personaje, Edith, no ha tenido tantas oportunidades, como sus hermanas, de escoger marido, y eso le significó estar siempre con sus padres, esperando a que algo sucediera. Después de la Primera Guerra Mundial, chicas como ella tuvieron la posibilidad de ejercer otro rol, de cumplir un propósito, pues aprendió a conducir, ayudó a soldados convalecientes y encontró confianza en sí misma. Para muchos, el fin de la guerra significaba volver a la normalidad, pero para los más jóvenes, no; ellos querían seguir con su independencia”, dijo la actriz Laura Carmichael, quien interpreta a la segunda hija del matrimonio Crawley, un personaje que, aun con oposiciones, explora una posible carrera en el periodismo.
Las rupturas de comportamiento también se reflejan en cómo las protagonistas llevan el vestuario. Creado por la diseñadora Susannah Buxton, para las dos primeras temporadas, y continuado por Carolina McCall en las siguientes, la ropa marca un antes y un después de la Primera Guerra Mundial.