Nina Ricci la historia de un estilo

Lila Ochoa, 12/5/2016

Una marca creada por una mujer hace 84 años se reinventa en las manos de Guillame Henry, un joven diseñador francés.

Foto de madame Nina Ricci, símbolo de la nueva feminidad.

Nina Ricci y su hijo Robert crearon esta casa símbolo de elegancia, famosa por ser sinónimo de la femineidad con un sentido del lujo sofisticado que tiene hoy ya más de 80 años. Nina nació en Turín en 1883 y luego se estableció en París, donde pasó los siguientes 20 años refinando su arte como costurera y desarrollando técnicas nuevas. En 1932 su hijo Robert fundó la casa Nina Ricci. El hijo de Ricci, quien era publicista, decidió desarrollar el negocio familiar  mientras ella se dedicaba a las clientas de Alta Costura. Nina aplicaba personalmente sus diseños a cada una de las mujeres que visitaban su taller.

Para ella era más importante sacar la personalidad de cada una de sus clientas y no utilizarlas solamente como un modelo idealizado de un concepto particular de belleza femenina. Según su hijo, su madre tenía una especie de genialidad tal, que todo lo que hacía les fascinaba a las mujeres y nunca pasaba de moda.

En 1941 se lanzó el primer perfume, Coeur Joie, pues Robert, como hombre de visión que era, pensaba que era justamente la manera de democratizar el mundo de la moda sin sacrificar la calidad. Para él, “el perfume debería ser una obra de arte, el objeto que lo contiene debería ser una obra maestra”. Ricci trabajó con numerosos artistas para crear los envases, la mayoría hechos en cristal de Lalique; los empaques; las ilustraciones, etc. Tal vez el perfume más conocido de ellos es L’Air du Temps, cuya botella con la tapa de la paloma fue diseñada por el escultor Joan Rebull Torroja y es todavía uno de los más vendidos en el mundo.

Así pasó el tiempo y envejeció madame Ricci y tanto la línea de ropa como la de perfumes se internacionalizaron con éxito. En 1988 la casa fue comprada por los perfumeros Puig, el distribuidor español de sus perfumes. Ya esta compañía tenía fuertes lazos con la marca y con los respectivos directores cuando tomaron la decisión comprarla.

La primera directora artística de esa época fue Nathalie Gervais, quien llegaba de trabajar con Tom Ford. Ella le devolvió a la casa el sentido de modernidad e introdujo diseños en cuero. Olivier Theyskens hizo otras propuestas más vanguardistas, para una mujer más fuerte y determinada. Recuerdo especialmente su último desfile, donde mostró un vestido corto adelante y largo atrás que en cuestión de segundos fue copiado por muchos.

En el 2009 Peter Copping tomó las riendas y con un toque ligero y con gracia le dio un nuevo aire a la imagen de esta institución tan francesa. Copping le devolvió el espíritu de femineidad al estilo Nina Ricci. Sus colecciones se caracterizaron por la elegancia y una especial atención al detalle. Desde enero del 2015 entró a ocupar ese cargo Guillaume Henry, quien tiene enloquecidas no sólo las editoras de moda del mundo entero, sino a las mujeres en general que volvieron a encontrar en esta casa los valores que la habían identificado.

Guillaume Henry, ahora en su segunda temporada como director creativo de la reverenciada casa francesa, fue escogido por su sentido de lo chic muy a la francesa. Desde cuando mostró su primera colección, en octubre del 2015, los expertos llegaron a la conclusión de que finalmente los dueños habían acertado en la elección, pues Guillame Henry es Nina Ricci. Él adora a Nina Ricci y Nina Ricci lo adora a él. Parecería como si leyera un libro de poesía y ese libro desfilara por una pasarela. Henry está haciendo un trabajo fabuloso con la marca y el público lo ha entendido así. Le devolvió la esencia, el alma al crear un look sofisticado mezclando cuero y transparencias.

Nació en 1978 en Francia. Estudió arte en la École des Beaux-Arts de Troyes, luego prosiguió sus estudios en París en la École Duperre School of Design y posteriormente en el Institut français de la Mode. Trabajó para Paule Ka, un marca muy conocida de prêt-à-porter y se reinventó en el 2015 a Carven, otra de las grandes marcas que estaba muerta y en enero del 2015 se incorporó a Nina Ricci.

Curioso por naturaleza, Guillaume se inspira en las imágenes y en la música. Viste a una mujer actual creando prendas que son objeto de deseo y que capturan el espíritu actual. Para este otoño-invierno Henry retomó prendas de la colección pasada, como un vestido rojo de lentejuelas, y optó por una colección sensual casi pecadora, pero muy francesa, muy chic. Su heroína, como siempre, fue Romy Schneider, la actriz alemana de los años 70. Con un poco de ironía y un sentido de lo perverso, contó una historia con opuestos: brillos con opacos, chaquetas muy masculinas al lado de vestidos ultrafemeninos. Todo esto con voz propia y con un sonido fresco y alegre.

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