María Paula Duque es abogada. Fue viceministra de
Comunicaciones durante dos años y medio, trabajó en otras empresas del
mismo sector durante diez años, obtuvo del Gobierno la beca Simón
Bolívar y es ahora la gerente del sector de Gobierno de Microsoft para
América Latina.
Considera que le debe el éxito a tres factores:
el ejemplo de una mamá trabajadora, el hecho de tener un esposo con
quien comparte una admiración mutua, y la confianza para creerse capaz
de cumplir sus metas. María Paula, que también vio trabajar a su abuela
como vendedora de seguros, se refiere al ejemplo que recibió con el
mismo cariño con el que habla de su trabajo: “Nunca lo vi como una
obligación, siempre lo entendí como una opción, un valor y un método de
realización. Quisiera que el día de mañana mis hijos hombres respeten a
las que sean sus compañeras y las apoyen, entendiendo que el trabajo no
es un castigo sino una forma de vida”. Más allá de los logros laborales,
María Paula insiste en que la misión de toda mujer es construir
confianza, ser consciente de sus competencias o “marca personal”: ella
ya sabe que la suya está en conectar gente, ser creativa y armar equipos
de trabajo en los que se labora con gusto.
Con la misma
confianza, María Paula invita especialmente a las mujeres jóvenes a
reconocer las limitaciones autoimpuestas que les impiden mantener una
actitud confiada a la hora de exigir más y de competir con los hombres.
Afirma que para ellas es importante reconocer las fallas como un motor
para exigirse más, para ser conscientes de cómo fortalecerse, pero no
para obstaculizarse.
Con conocimiento de causa insiste en que hasta a
las más emprendedoras les falta agresividad para aspirar a ocupar cargos
directivos de alto poder (especialmente en la industria de la
tecnología). “Lo que hacemos naturalmente es sopesar si somos capaces,
cuáles son los riesgos, si debemos hacerlo o si le damos el paso a
alguien mejor que nosotros, y yo creo que eso es un mal que hay que
corregir, debemos ser capaces de pedir más.”
Está claro que
María Paula ha logrado encontrar un balance entre la templanza y la
gracia femenina que le exige ser una mujer activa, trabajadora y
optimista. Con alegría y sencillez admite sacrificar algunas de las
figuras estereotípicas de lo que es ser una señora dueña de casa, pero
defiende la necesidad de vivirlo sin culpa, porque sabe que lo
fundamental radica en otros valores más substanciales como nutrir
intelectualmente a sus hijos permaneciendo siempre despierta, dispuesta a
aprender y presente en los momentos importantes.
Para María
Paula la apariencia es un tema de confianza, por eso estar bien
presentada y que sus prendas y accesorios se vean perfectos es el primer
paso para el éxito. Sus favoritos son las carteras, los abrigos y los
jeans, pero su amuleto es definitivamente la convicción.