Va por la vida desconociendo esa belleza natural y desprevenida que hace que siempre las miradas de los extraños –a los que ella nunca intentaría seducir– se percaten de su presencia. Usa poco maquillaje y sabe que basta con agarrarse el pelo en una cola de caballo para estar perfecta.
Ella nunca alardea con su ropa, ni busca hacer más ostensible su belleza, sino que con sus trench coats, versátiles y atemporales, con sus pantalones de tonos verdes y ocres, y sus juegos de camisas y chaquetas blancas enmarca esa naturalidad con la que caminan por la vida. La ropa es su lugar de confort, no un lugar para demostrar, sino uno en donde puede ser más ella, más auténtica. Su sobriedad hace pensar en mujeres como Gisele Bündchen o Christy Turlington, quienes siempre están correctamente bellas, han evitado los excesos, nunca muestran un elemento de más y casi convierten en misterio su elegancia. Sus colores, en una gama de tierras, a veces se sacuden en naranjas y rojizos, y a veces deja que las texturas la conquisten. Usar camuflados, por ejemplo, no es un acto de rebeldía, es más la demostración de cómo esta mujer Esprit puede darle sobriedad a cualquier textura.