¿Las que ni tetas ni cola ni caderas tenemos somos irreales, de hule o qué?, esa pregunta me hago cada vez que dicen: “Mujeres con cuerpos reales” haciendo referencia a quienes son de tallas grandes (piernonas, caderonas y de gran busto).
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Sin embargo, ser parte de una minoría no justifica discriminación mediática. Y es así como muchas mujeres nos sentimos a veces. Peor aún, cuando los cercanos nos llaman “un amigo más” porque “tenemos” unas tetas como las de Keira Knightly. Y yo sé que cuesta trabajo creerlo, pero algunas comen toneladas de comida y no logran subir ni un gramo por más que lo intenten. Es más, están equivocados si piensan que para una mujer delgada comprar ropa es un privilegio, de hecho, puede que nada le quede justo y termine buscando en los estantes para niñas.
He visto que quienes critican con envidia a las extremadamente delgadas siempre dicen: “Mire a las mujeres en la calle, a las que sí son reales” hablando exclusivamente de las rollizas. Acaso, ¿las flacas son solo de pasarelas y de portadas de las más famosas revistas? No lo creo. A diario veo muchas con pocas curvas y tetas diminutas. Mis dos mejores amigas son así (estilo europeo pero bien criollas) y no modelos de ninguna marca ni han pasado por un cambio en Photoshop, ni viven obsesionadas por tener curvas proporcionadas. Y, no sobra decirlo, para mí, ellas son muy reales.
Por mi lado, ser delgada no me convierte en pecadora. Eso no me hace cómplice de quienes imponen los estereotipos de belleza que impactan en los desfiles. Igual, no puedo negar que esa industria sí es culpable. Porque no es gratis que a las mujeres les aterre la idea de ganar peso, que se sientan mal por comer o que, inclusive, se induzcan al vómito.
Por otro lado, ¿por qué siempre tenemos que acudir a la perfección o la imperfección de las mujeres para defenderlas? –como en esta batalla de campañas entre Victoria Secret y JD Williams. En ambos casos, solo buscan vender- ¿Nos debería importar esa calificación? ¡Yo digo que no! los argumentos de perfección no pueden basarse en las características físicas de una persona. Las mujeres valemos por lo que somos interiormente: aceptamos las dificultades y le ponemos el pecho (con tetas o sin ellas) a lo que la vida pone en el camino.
¡Ya dejen de decir que los cuerpos reales son talla XL! La realidad es que nosotras nos sentimos orgullosas de nuestro físico sin importar la medida y, para ser honesta, siempre habrá cuerpos que romperán el molde. Por ejemplo yo: fui una orgullosa gorda de talla 14 y hoy, con 51 kilos y 1.60 de estatura, no pretendo ser un ángel de Victoria y tampoco tener más curvas de las que ya luzco. Me considero una mujer real y con eso me basta.
@paolasierra