El cine ha mantenido la leyenda del amante latino a través de figuras como el actor italiano Rodolfo Valentino en los años 20, o el mexicano Antony Quinn en los 50, mientras las encuestas de desempeño sexual los dan como los mejores. Pero, ¿qué dicen ellas?
Porfirio Rubirosa
Ya puestos en pleno siglo XXI, el mito que rodea al amante latino ha ido ganando fuerza en el inconsciente femenino de la mano de diferentes artistas contemporáneos, como los españoles Antonio Banderas y Julio Iglesias, el cubano Andy García y el cantante Marc Anthony, estadounidense de nacimiento pero de origen portorriqueño.
Las características propias de la figura del latin lover fueron impulsadas por la labor propagandística bien definida de Hollywood, siempre en términos notoriamente positivos. “La imaginería desprendida del cinematógrafo, había difundido la estampa visual del hombre latino como la auténtica clave para hacer de la vida un placer”, recoge Luengo en su artículo. O lo que es lo mismo, bajo la promesa que este macho alfa es la máxima expresión de una pareja sexual satisfactoria.
La sexualización de lo latino ya no entiende de género. Mujeres como Salma Hayek, Jennifer López, Penélope Cruz o Sofía Vergara encarnan las cualidades de lo que la meca del cine y los medios de comunicación (especialmente estadounidenses) se han esforzado en calificar como latin lover femenina. Por su puesto, consigándo a este modelo de feminidad sus propios estereotipos: morena y racial, voluptuosa, fogosa y extremadamente sexual.
¿Pero existe en realidad el latin lover, en cualquiera de sus versiones? Si atendemos a valores reduccionistas centrados en el cliché de que el amante latino es un depredador sexual (hombre o mujer) en términos de frecuencia y duración, sí. Basamos la hipotética respuesta en el último estudio de la marca de preservativos Durex sobre bienestar sexual por continentes. Las investigaciones, realizadas sobre 29.000 adultos de 35 países, revelaron que el 85% de los latinoamericanos tienen relaciones sexuales semanalmente, con una duración de los encuentros de más de 23 minutos, casi cinco minutos más que la media mundial establecida.
Sin embargo, estos estudios contrastan con la forma en la que Hollywood, en sintonía con los medios de comunicación, representa a los latinos. A través de sus plataformas de influencia (cine y televisión),se potencia la consolidación de una visión reduccionista de las personas denominadas ‘latinas’, donde tienen cabida desde sudamericanos, hasta centroamericanos, italianos o españoles.
"Los latinos tenemos historias que contar. Es importante hacerlo, porque eso nos hace visibles. Y no solo como la sirvienta o el traficante de drogas. Somos padres, maestros, médicos, dueños de negocios y personas decentes y trabajadoras. Vernos reflejados en la pantalla ayuda a los jóvenes hispanos a tener autoestima y a valorar de dónde vienen. Eso aún no está sucediendo...", declaró a la revista Vanidades el actor Jimmy Smits, de ascendencia portorriqueña.