Desde su faceta más casual hasta la más elegante, Loulou nos enseñó que la moda debe definirse en una palabra: versatilidad.
Su estilo iba desde sofisticadas túnicas y vestidos, adornados con accesorios maxi y tocados; hasta jeans acampanados, cuya pretina llegaba más arriba del ombligo y develaba unos centímetros de piel restante, entre un sensual bustier de encaje y el pantalón.
Era amante de los estampados geométricos sobre colores ácidos y no prescindía de un buen abrigo fur en cada look. Así mismo, adoraba mostrar sus largas y estilizadas piernas con minifaldas, que usaba con botas de caña alta, muy alta; o zapatos de tacón en punta, con vestidos largos de telas ligeras.
Gracias a eso, el diseñador argelino la fichó para su firma, de la que se retiró en 2002. Sin embargo, más de tres décadas no bastaron para que la musa y su diseñador quedarán en el libro de los íconos del estilo, que en los 70 se atrevieron a romper los códigos de la moda, para hacer parte de la época antifashion.