Luna de miel

Las cataratas de Iguazú

7/11/2013

Desde Argentina o Brasil se emprende este viaje a una de las maravillas de Suramérica. Un recorrido lleno de emoción y aventura, en medio de la selva por la que corre el río Iguazú.

Un viaje inédito en medio de la naturaleza que rodea las cataratas, uno de los escenarios más exuberantes del continente. Desde el avión, a punto de aterrizar en la población de Iguazú, las enormes cascadas se adivinan en la forma de una extensa nube de vapor que asciende desde el río.
Descubiertas a mediados del siglo XVI por Álvar Núñez Cabeza de Vaca, hidalgo español que fue gobernador y adelantado del Río de la Plata, el recorrido por sus contornos fue diseñado para ir descubriéndolas poco a poco, a través de una caminata de más de cinco horas en las que hay que subir y bajar cerca de 500 escalones de piedra. Es la mejor manera de ver las caídas desde varios miradores y descubrirlas desde diferentes ángulos. Son 275 cataratas esparcidas a lo largo de más de tres kilómetros del río Iguazú, cuyo nombre proviene de las palabras “y” y “guasu” (“agua grande” en guaraní). Este gran río nace en la Serra do Mar, en el estado de Paraná, en Brasil, y recorre más de 1300 kilómetros, la mayor parte de estos en Brasil, y solo 115 en la frontera argentino-brasileña. Las cataratas se forman 23 kilómetros antes de que su curso desemboque en el Paraná, y como las aguas de los dos no se mezclan, se diferencian las provenientes del Iguazú, claras y verdosas, formando remolinos entre las del Paraná, oscuras y rojizas.

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