Pareja sustituta

18/2/2013

La aclamada cinta The Sessions, coprotagonizada por Helen Hunt, pone el dedo en la llaga sobre el polémico oficio de las sustitutas sexuales, que ayudan a sus clientes a resolver sus problemas en la cama. Por Arnoldo Mutis García

En la misma alcoba en que hace el amor con su marido, se acuesta a diario con decenas de hombres atraídos por sus afamadas técnicas eróticas. Se trata de clientes, no de amantes, y a cada uno le cobra trescientos dólares por dos horas de placer. Aun así, Cheryl Cohen Greene no ejerce la profesión más antigua del mundo, la prostitución, sino una más bien nueva y extraña: es una de las pocas sustitutas sexuales que existen en los cinco continentes y anda de boca en boca en los medios gracias a The Sessions, cinta que recrea la experiencia que vivió con el poeta Mark O’Brien.?Cheryl es encarnada por Helen Hunt con tal acierto, que está postulada a un premio Oscar a Mejor Actriz de Reparto. La obra se basa en un testimonio escrito antes de morir por el propio O’Brien, quien, víctima del polio, creció esclavo de un pulmón de acero, inmóvil y con deformidades que lo privaron de la vida amorosa. Doblando la esquina de los 30 años, aún era virgen. Pero no se resignó a morir así y con la ayuda de Cheryl tuvo su primera experiencia, que lo preparó para una posterior relación estable con Susan Fernbach, la mujer que lo amó hasta su fallecimiento en 1999.?O’Brien fue solo uno de los cerca de 950 clientes que han pasado por el lecho de Cheryl, quien habla sin tapujos de su trabajo. “Me gusta llamarme a mí misma ‘terapeuta pareja sustituta’, porque eso es lo que soy, una pareja temporal”, le dijo a Marisa Fox, en un reportaje para la revista Elle. A esta estadounidense, certificada y doctorada en sexualidad del Instituto para los Estudios Avanzados de Sexualidad Humana de San Francisco, los hombres le pagan por ayudarlos a vencer sus problemas entre las sábanas, de origen físico o emocional. Son hombres entrados en años que nunca han hecho el amor, como O’Brien, discapacitados y víctimas de abuso sexual, al igual que aquellos con disfunción eréctil, fobias y miedo escénico. Con técnicas de relajación ?y la exploración de sus propias zonas erógenas y las de ella, Cheryl les enseña a comunicar, a tocar y ser tocados.?“La gente subestima lo que hago”, afirma. “ ‘Oh, ella tiene sexo por dinero’, suelen decir, pero en realidad, hay muy poco sexo”. Para ilustrarlo mejor, acude a una sencilla figura: “Haga de cuenta que una prostituta es un restaurante. Pues bien, yo soy la escuela de cocina. Yo les enseño a los hombres las herramientas y ellos siguen adelante”. Cohen Greene sabe bien los aspectos de su trabajo que despiertan más curiosidad y no demora las precisiones: “El coito no es necesariamente el fin y, a veces, ni siquiera está en el menú”. Y sí, goza de orgasmos en sus sesiones. ?Tiene claro que no es una adicta al sexo. “Lo que pasa conmigo es que vivo energizada”, asegura, y aunque suene a frase de cajón, tiene la habilidad para encontrar algo atractivo en cada ser humano. Recuerda, por ejemplo, un cliente que era infeliz por sus kilos de más, en quien descubrió la suavidad de su piel y lo bueno que era para besar. Eso lo ayudó a liberarse de sus complejos. El trasfondo de ello es que en una sustituta o sustituto (también los hay para mujeres) el cliente encuentra a alguien dispuesto a aceptar esas partes de sí mismo que más le avergüenzan y las causas de los traumas que afloran en ese proceso, fruto de las charlas en la intimidad, rara vez se reducen a lo erótico. ?Así lo expone otra especialista, Vena Blanchard, quien recuerda el caso de un cliente que sufría de misofobia (miedo a contaminarse), quien tratado por una sustituta venció su resistencia a besar. En el caso de un atleta ansioso, todo tenía origen en el sentimiento de no ser querido por su madre en la infancia. ?Antes de la aparición de The Sessions seguro eran más los que no habían oído de esta práctica. Ello se debe a que aún es vista con recelo en el mundo de la terapia sexual convencional, aduce Blanchard. Para muchos, no deja de ser un experimento que merece quedar en la historia de los liberados años 70 y la consideran poco ortodoxa, irresponsable y hasta antiética.?No obstante, este oficio raro está muy bien organizado y tiene una especie de entidad rectora en el mundo creada hace treinta años, la International Professional Surrogates Association (IPSA), presidida por Blanchard. Es la única que entrena y certifica sustitutos en Estados Unidos, donde hoy ofrecen este servicio cerca de cincuenta personas, especialmente en California, cifra nada comparable con los trescientos que lo hacían hace veinte años. La formación incluye un periodo de prueba, seguido de cien horas de clases y un internado que puede durar años. Los aspirantes aprenden técnicas de relajación, conocimiento del cuerpo y conciencia de todo tipo de sensaciones, no solo sexuales, de acuerdo con IPSA.?Se trata de una práctica muy norteamericana, al decir del psicólogo colombiano José Alonso Peña Herrera, quien asegura que en América Latina, y por ende en Colombia, se usa muy poco. “Si existe en Bogotá, debe ser muy clandestino”, puntualiza. “La dificultad de esta modalidad terapéutica es que al mismo tiempo se cobra por sexo. Y nuestra sociedad eso lo asocia inmediatamente con la prostitución”.?Los defensores de esta actividad argumentan que retoma lo que la terapia usual omite, pues “explora hondo en los sentimientos de las personas y les habla cuando están desnudas”, según Blanchard. Para ella, otra muestra de la eficacia se ve en sus cifras: más de noventa por ciento de efectividad en problemas como eyaculación precoz, comparado con el sesenta por ciento logrado por la terapia convencional, según datos de la Asociación Americana de Educadores, Consejeros y Terapistas Sexuales.?Como todo lo que tiene que ver con abrir fronteras en el sexo, la sustitución ha recorrido un camino accidentado. Entre sus iniciadores, reporta Marisa Fox, se cuentan los famosos investigadores William Masters y Virginia Johnson. A finales de los años 50 ellos experimentaron con ella para tratar problemas de disfunción eréctil, eyaculación precoz y anorgasmia (falta de orgasmo en la mujer) en personas casadas. En los 60, empezaron a trabajar con sustitutos para solteros. Los resultados los dejaron satisfechos, pero tuvieron que suspender sus pruebas cuando el esposo de una paciente amenazó con involucrarlos en una querella de divorcio. Blanchard también apunta que la aparición del sida y el Viagra atenuaron su desarrollo.?A sus 68 años, Cheryl Cohen Greene es una sobreviviente y lo que ella misma ha tenido que superar también es digno de una película. En su reciente autobiografía cuenta cómo fue crecer en la mítica Salem (Massachusetts), cuyo puritanismo la estigmatizó como a las supuestas brujas quemadas allí en el siglo XVII. Cuando era adolescente, descubrió su clítoris y los placeres de la masturbación, pero un pastor le dijo que mujeres como ella arruinaban a los hombres. Herida en su autoestima, inconforme con su cuerpo, al saber que una gorda era modelo en una escuela de arte, se le midió a posar y así venció su inseguridad. En aquellos años 60, en el liberado ambiente de Berkeley (California), aceptó tener un matrimonio abierto con Michael Cohen, el padre de sus dos hijos, “solo por no perderlo”. Un buen día, tomó los entrenamientos de la organización San Francisco Sex Information, con filmes educativos de actos sexuales explícitos, que agudizaron su inquietud por estos temas. La puntada final la dio un amigo que le regaló un libro sobre los trabajos de sustitución sexual de Masters y Johnson y resolvió que eso era lo suyo. Como si fuera poco, se recuperó del linfoma, tuvo un trasplante de cadera y le extirparon un seno a causa de un cáncer. Aún así continúa con sus sesiones, en las cuales no les oculta a sus clientes que se puso una prótesis en el pecho, pero no ?se dejó reconstruir el pezón.?El doctor José Alonso Peña opina desde Bogotá que esta práctica es muy difícil de manejar, “ya que la conexión sexual genera vínculo y tarde o temprano puede suceder que el cliente se enamore (de su sustituta o sustituto) y eso tergiversa el intento terapéutico”. Cheryl reconoce que en las sesiones pueden aflorar los “te amo” de parte y parte y que se dicen en serio en el momento. “Pero se supone que ellos deben tomar esa nueva confianza que han encontrado, ese amor, lanzarse al mundo del galanteo y encontrar una pareja de la vida real”.?¿Y qué opina su segundo marido de una esposa tan particular? “Él sabe que este es mi trabajo”, responde Cheryl sobre Bob Greene, quien a fin de cuentas primero fue su paciente y no ignora la satisfacción que siente al cumplir la que cree es la misión de su vida: “Enseñarles a los hombres a amar y ser amados”.=