Con su colección Not Another Western Story, la marca transformó Chapinero en un auténtico salón donde moda, música y experiencias inmersivas se unieron para conquistar a la nueva generación.
El oeste, con su carga simbólica de rebeldía, libertad y tradición, ha vuelto a resonar en la moda contemporánea. Esta vez, no desde los desiertos de Nevada ni los clásicos westerns de Hollywood, sino desde el corazón de Bogotá. El pasado 23 de agosto, Chapinero fue escenario de una reinterpretación del estilo vaquero que unió música, cultura urbana y una mirada fresca hacia los códigos más icónicos de esta estética.
El evento, titulado Wild Rodeo de Tennis, no se limitó a ser una pasarela ni un simple lanzamiento. Fue la recreación de un auténtico salón en el que convivieron actividades propias del imaginario western —desde el tiro al blanco hasta la personalización de sombreros— con dinámicas propias del universo actual de la moda, como el photobooth, los accesorios intervenidos y un set de DJ que marcó el ritmo de la noche. Más de 220 invitados, entre creativos, influencers y referentes de estilo, se dieron cita para experimentar esta mezcla entre tradición y vanguardia.
La colección presentada, Not Another Western Story, parte de una premisa clara: el western ya no pertenece únicamente a la nostalgia de un pasado lejano, sino que puede ser un lenguaje vigente. Los flecos, el cuero, las botas y el encaje reaparecen en siluetas más limpias, tonos más rústicos y con un aire contemporáneo que dialoga directamente con la sensibilidad de las nuevas generaciones. No se trata de disfrazar el pasado, sino de traducirlo al presente.
La propuesta, en ese sentido, pone sobre la mesa una conversación necesaria: cómo la moda colombiana se apropia de códigos globales para reinterpretarlos desde su propio contexto urbano. La rudeza del desierto y el calor seco que inspiraron la colección conviven con la vitalidad de una ciudad como Bogotá, que siempre está buscando nuevas formas de expresión. La narrativa del western, tan universal, se resignifica en una estética que resulta cercana y auténtica.
En palabras de una de las asistentes: “Esto es lo que necesitaba Bogotá: experiencias que van más allá de la ropa, que muestran el ADN de una propuesta y crean comunidad”. Esa sensación de pertenencia y de juego es quizás la clave del éxito de la noche.