¿Tu hombre viene a lo que viene pero tú quieres ser más “tierna” al momento de la acción? El amor y el sexo son tan naturales como respirar, pero es necesario encontrar un equilibrio entre el deseo netamente carnal y la parte emocional.
Queremos sentirnos amadas pero también deseadas. Saltamos de felicidad cuando nuestra pareja llega con flores y chocolates, pero también disfrutamos al máximo cuando quedan boquiabiertos con tan solo vernos bien arregladas. Para hablar de orgasmos, placer y deseo, podemos poner en una balanza lo erótico, lo carnal y lo romántico: ni muy empalagosa ni muy tigresa. Una relación estable (fuera y dentro de la cama) requiere tanto de lo uno como de lo otro o se volverá tortuosamente aburridora.
1. ¿Sexo o hacer el amor? Las dos: ¿Cómo? Deseo, cariño, intimidad y cercanía son las herramientas. En ocasiones tu organismo te pedirá sexo, ya que tus hormonas están “revolucionadas” por diferentes etapas, cambios y transformaciones de tu cuerpo, y requieres con urgencia de ese contacto sexual y una explosión orgásmica porque sencillamente, “tienes ganas”. Incluso en estas fases, no es tan sencillo acostarse solo por acostarse, más aún si eres dada al amor romántico y un apego considerable a una pareja sentimental. Por eso son la intimidad y la confianza tan importantes aunque “la de abajo” no parezca importarle mucho: tu mente se enfocará en ese equilibrio para que de verdad quedes satisfecha.
2. Ojo a la velocidad: El sexo romántico es lento, meticuloso, y, aunque parezca extraño, cuidadoso. Céntrate en las caricias por todo el cuerpo siendo muy cuidadosa con las áreas genitales: hay zonas sensibles que pueden disparar el buen juicio de cualquiera, (como los labios vaginales inferiores o el pliegue de los testículos). Experimenta con los besos prolongados y sin ningún afán de llegar a la penetración. De hecho, algunos sexólogos afirman que entre más larga es la previa y hay más caricias estimulantes, el deseo y el orgasmo es más duradero. Otro lugar propicio para este tipo de contacto lento pero placentero, es juguetear con las manos y las puntas de los dedos: los corpúsculos son la clave. Cosquillas en la palma de la mano, introduce sus dedos en tu boca de manera delicada, juguetea con su pelo y deja que él lo haga con el tuyo. Otra forma de contar los segundos, es “despojarse de sus vestiduras” con la ayuda del otro. Deja que él sea quien te quite prenda por prenda y haz exactamente lo mismo con tu pareja.
3. Sexo en el agua: El contacto del cuerpo con una sensación térmica, como la del agua de una piscina o un jacuzzi, permite mayor sensibilización, relajación y suavidad al tacto. El agua recrea un efecto de voluminosidad y simetría de partes como el busto y la cola, además de hacer desaparecer por segundos algunas imperfecciones. El agua no facilita la penetración ya que no lubrica, solo hidrata las zonas genitales. El sonido y la fuerza del cuerpo contra el agua son otro plus dentro del filtreo sexual.
4. Con los ojos y con la boca: Recordemos que cuando hablamos de sexo romántico, estamos enfocadas en el preámbulo del coito: que sea cariñoso, afectivo, sensual, cercano y duradero. Uno de los mecanismos efectivos es el poder de las miradas, un contacto visual que deje entrever el lenguaje de tu cuerpo, tus deseos y tu amor por tu pareja. Empieza con una mirada tímida, tierna pero coqueta. Sigue con otras más expresivas, sensuales y que vayan acompañadas de alguna caricia o un beso superficial, como mordisquear su labio o besar su cuello. Cuando estén en pleno acto, palabras cariñosas y sentimentales son una vía correcta para que el sexo romántico no muera en el momento de la penetración. Un “te quiero”, “te amo”, “me haces feliz” son apropiadas, pero para “alimentarles” el oído a los hombres, un “te deseo mucho”, “me gustas demasiado”, “quiero que me toques” disparará el ego masculino y tratarán de dar lo mejor de sí en el momento de la faena.
5. Después de: Cuando el sexo romántico ha sido más que genial, aprovecha el momento pos-coito, que es el verdadero cierre de la jornada sexual: caricias, charlas prolongadas, palabras de afecto o dormir entrelazados, pero siempre con demostraciones de afecto en uno por el otro. Esto le da un broche de oro inolvidable.