La escritora y coach, Carolina Alonso, nos explica por qué le tenemos miedo al compromiso y qué debemos hacer para superarlo.
Hace un par de días, en el almuerzo con un grupo de jóvenes ejecutivas de un banco, me preguntaron: ¿Por qué es tan difícil conseguir o tener una “relación de verdad”? Pensé un momento y aventuré esta respuesta: Porque tenemos una idea extraña sobre lo que es una “relación de verdad” que hace que no la deseemos en serio y que además enviemos un mensaje contradictorio pues decir que queremos tener una relación formal suena mal.
¿Qué ideas vienen a tu mente cuando piensas en “noviazgo” y/o “matrimonio”? Algunas pueden ser responsabilidad, monotonía, pérdida de pasión y de libertad, relaciones familiares difíciles, sacrificio… Y claro, pueden aparecer otras como seguridad, vínculo, cuidado, construcción, compañía… Sin embargo, las historias que vemos y escuchamos tienden más a reforzar las primeras. Así que anhelamos las del segundo grupo y tememos las del primero; infortunadamente pesa más el miedo que el anhelo. En esa medida, no “deseamos en serio” una relación que asociamos al aburrimiento, al deber y a la renuncia.
Por otra parte, si eres una mujer con educación universitaria, independiente en términos económicos, con una vida social activa, hay dos cosas que no puedes decir que deseas:
Declarar estos dos deseos parece un gesto anticuado, desesperado, un retroceso, un desperdicio; en síntesis: una estupidez. Porque vivimos en un mundo que obliga a elegir entre extremos aparentemente irreconciliables: esto o lo otro. No puedes anhelar una vida profesional satisfactoria y pretender un matrimonio satisfactorio también. Hombres y mujeres creemos que la libertad y los vínculos no pueden coexistir; que la responsabilidad y la diversión no pueden ser dos ingredientes de la misma receta; que la pasión y los hábitos son como el agua y el aceite.
El dolor radica en que sí anhelamos el cuidado, la compañía y los vínculos, pero decirlo y comprometernos con crearlos sería claudicar, sería condenarnos a repetir las historias de nuestros padres o esas que escuchamos llenas de cansancio y sufrimiento.
Por eso necesitamos aprender a crear relaciones nuevas, a cambiar nuestras creencias para dejar de pensar en términos de “esto o lo otro” y hallar las formas para que nuestras relaciones de verdad sean “esto y lo otro”.
Ahora es tu turno, recuerda que no hay aprendizaje sin acción:
Nota: puedes hacer un diccionario más completo, definiendo soltería, maternidad, sexo, amor… Esta práctica te ayudará a identificar las creencias desde las cuales reaccionas y te relacionas.
Carolina Alonso C.
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