“El cielo es el límite”, el vuelo de Francisco Ossa para convertirse en piloto

¿Quién dijo que los sueños no se pueden cumplir? esa ha sido la consigna de Francisco Ossa, quien desde muy pequeño tuvo la ilusión de volar por los cielos. La altura siempre fue lo de él, nació en Bogotá el 9 de octubre de 1979 y a los 7 años su familia decidió mudarse a Mosquera.

Para Francisco o Pacho, como le dicen sus amigos, este municipio significa mucho para su vida pues fue en él donde pasó su infancia, adolescencia e hizo sus amigos. Ahí vivió hasta 1996 cuando terminó sus estudios escolares.

Es como dicen por ahí, el hermano que nunca estrena. Es el del medio. Su casa era como un aeropuerto, porque en su familia todos tenían rumbos distintos. Su hermano mayor era un amante de los animales y al menor lo ponía a volar la música. Él fue quien siempre tuvo ese interés por los aviones.

En 1997 prestó el servicio militar en la Policía, pero su sueño de llegar a las alturas seguía intacto. En 1999 comenzó a abrir sus alas y empezó sus estudios para tripulante de cabina. Terminó en el 2000 y entró a trabajar en una agencia de viajes hasta el 2001.

Momento de volar

Tenía ganas de abrir su vuelo. Un día se levantó con la idea de dejar su hoja de vida en Latam (en ese entonces Aires) y se dirigió hasta sus oficinas. En recepción se la recibieron y un tiempo después, que no recuerda, recibió una llamada que le cambiaría la vida. Del otro lado de la línea le dijeron que estaba en proceso de selección para tripulante de cabina. Hizo el curso en 2001 para el ingreso, pero lo hizo solo hasta el 2002.

Ese cargo lo desempeñó por cerca de 10 años. Como su objetivo era llegar mucho más allá y sus capacidades lo demostraban, al tiempo estuvo ejerciendo el cargo de coordinador de entrenamiento. “Empecé a apoyar a la dirección de entrenamiento en la coordinación (...) ya en el 2008 pasé a ser jefe de auxiliares de vuelo (...) pasé de ser uno del grupo a convertirme en el jefe de ellos”, recuerda con mucho orgullo Pacho.

Ejerciendo este cargo estuvo hasta el 2013, cuando terminó su carrera de aviación. Algo que de lo que se siente muy orgulloso es de que su sueño no se vio interrumpido y es que mientras culminaba sus estudios seguía trabajando como tripulante de cabina. “Apliqué al cargo de copiloto y pasé a serlo del avión Dash 8, una aeronave pequeña que teníamos en esa época. Dure ahí dos años y posteriormente en el 2015 pasé a ser copiloto de un A320, que es mi cargo actual y estoy próximo a presentar pruebas de ascenso para comandante de un Airbus 320″, dice.

Apoyo incondicional

Dice sentirse feliz por el apoyo que ha recibido por parte de sus jefes directos en Latam. Además de otorgarle los permisos necesarios para poder cumplir con los horarios de sus clases, la empresa hizo convenios con varias instituciones educativas, incluyendo la escuela de aviación en donde estaba para lograr unas mejores tarifas.

“Adicionalmente en la parte laboral, me tuvieron en cuenta en los procesos de selección sin tener que renunciar o sin tener que irme de la empresa. Pude aplicar a un cargo diferente estando en el cargo actual. Entonces me apoyaron en los procesos de selección”. Ahora, como él mismo indica, quiere seguir creciendo y volando más alto. Espera dentro de poco ascender y convertirse en uno de los mejores comandantes del país y dejarle de ejemplo a las nuevas generaciones que los sueños sí se cumplen siempre y cuando se trabaje duro por ellos.