Entrevista íntegra Angela María Giraldo

Fucsia.co, 5/11/2014

Con el objetivo de ofrecer una información comprometida, Fucsia.co y la Revista Fucsia, de la mano de Reconciliación Colombia, te ofrecen la entrevista completa a la hermana del diputado del Valle asesinado en 2007.

Foto: Paloma Villamil - Foto:

Fucsia: ¿Que es para ti el perdón?

Giraldo: El perdón es un acto de amor con uno mismo y con los demás. Es tener la capacidad de reconciliarse y de cerrar capítulos de dolor, de sufrimiento para reconstruir una nueva vida. Para crear nuevos escenarios para el futuro. Para mí en particular perdonar a las Farc que secuestraron y asesinaron a mi hermano y ocasionaron tanto dolor a mi familia, porque finalmente mi papa muere a los cinco meses del secuestro de mi hermano y muere en un estado de depresión absoluta. Perdonar a las Farc es ofrecerle la posibilidad de que otras familias no sufran lo que yo sufrí. Mi hermano está muerto, no hay forma de recuperarlo, pero si hay posibilidad de que otros no pasen por lo que yo pasé. Y siento que la única manera de hacerlo es perdonarlo y dando opción de que esto no se repita. 


¿El perdón es entonces un acto de supervivencia de la víctima, más que un un acto de indulgencia con el victimario?

Uno realmente nunca olvida lo que sucedió. Yo nunca voy a olvidar que mi hermano estuvo secuestrado por cinco años en condiciones infrahumanas y que finalmente le asesinaron por la espalda. Eso nunca se logra superar, ni olvidar. Mi hermano, desde el cautiverio, en el último mensaje que envía como prueba de supervivencia habla de que ha aprendido a perdonar a las personas que tanto sufrimientos nos ocasionaron y que la paz empieza por nosotros mismos. Cuando asesinan a mi hermano, yo estaba en Bruselas hablando con el Parlamento Europeo para que apoyaran al presidente Uribe en la toma de la decisión de un acuerdo humanitario que permitiera la libertad de los secuestrados. Mi reacción fue de rabia. Dije, definitivamente en Colombia el tema de la paz no es posible. Lo único que vale son las armas. Pero después cuando pasan los días, recuerdo ese mensaje de mi hermano, recuerdo la paz interior con la que él hablaba y la reconciliación que el transmite. Eso es lo que me ayuda a tomar la decisión: hay que perdonar, hay que cerrar este capítulo y hay que crear posibilidades para las nuevas generaciones, no podemos seguir matándonos. En honor a la memoria de mi hermano, si ya ha sido asesinado, que eso no sea en vano, que eso sea para crear paz. 


¿Entonces usted ha perdonado?

Creo que uno puede hacer el proceso, pero no sé si a  día de hoy mi perdón es real, no podría asegurarlo. Pero si estoy dispuesta, y estoy dispuesta a hacerlo con condiciones: que las Farc se comprometa seriamente con el proceso de paz, que se comprometa a entregar las armas, a la no repetición de estos hechos atroces, que den libertad a los secuestrados, que digan donde están los cuerpos de los desaparecidos, donde están las minas anti personas… con esas condiciones yo estaría dispuesta a perdonar. El perdón es un proceso de ayudarse a uno mismo a superar las situaciones. Es muy difícil vivir la vida odiando. 


¿Todo vale por la paz?

La paz debe ser un compromiso de todos los colombianos. Llevamos más de 50 años en guerra y pasamos ocho años de gobierno del presidente Uribe donde dijo que él iba a acabar con el conflicto por medio de las armas y no lo logró. Ningún conflicto se ha terminado en armas; los conflictos se terminan en diálogo. 

Por la paz debemos tener un compromiso serio. ¿Dispuesta a todo por la paz?, entrecomillas sí, pero bajo unas condiciones, porque esto no puede ser una 'recocha'. Tiene que haber reglas. Una paz sin justicia no es posible, pero la justicia no puede ser un impedimento para que no haya paz. La guerra de Colombia es lo único que nos unifica y que nos nivela, es en lo único donde no hay diferencia de clases porque la guerra nos ha tocado a todos los colombianos. 

Los guerrilleros deben ser juzgados y condenados, pero las condenas no tienen por qué ser necesariamente pagar cárcel. Es lógico que si ellos están dispuestos a desmovilizarse y entregar las armas, no van a estar dispuestos a irse a la cárcel. Como vamos a exigir nosotros a los guerrilleros, que siempre han vivido en la ilegalidad, que se sometan. Poner esas barreras tan fuertes en temas de justicia es impedir el proceso de paz. No puede haber un proceso de paz sin justicia, pero la justicia no puede ser una barrera al proceso de paz


¿Haría entonces esa concesión de que las Farc no paguen con la cárcel a cambio de que reconociesen a las víctimas?

Estuvimos cinco años pidiendo un acuerdo humanitario, un proceso de 45 días donde se determinaban zonas de negociación (Florida y Pradera en Valle del Cauca). No se hablaba de un despeje, era pedirle a los militares que por 45 días no hicieran presencia ahí. Esta zona iba a estar rodeado por observadores internacionales para verificar las condiciones de seguridad, para negociar y para regresarse. De esa manera se iba a permitir la libertad de los secuestrados a través de un intercambio entre los prisioneros de las Farc y los secuestrados. Nosotros lo pedimos muchísimas veces y ¿sabes cuál fue la respuesta?, qué cómo se iban a intercambian guerrilleros presos por la vida de los secuestrados; que no eran seres humanos que se pudiesen comparar. Por no querer hacer ese intercambio, mataron a los diputados. Se hubiera evitado tanto derramamiento de sangre, de lágrimas… Pero no se hizo.

Yo sé quien ordenó el asesinato de mi hermano, Gilberto Arroyabe, alias ‘El Grillo’ y el en este momento está libre, haciendo sus actos ilegales. Si no estoy dispuesta a que haya una justicia transicional, le estoy diciendo a este alias 'El Grillo' que siga en las montañas, que siga delinquiendo y que siga matando a hermanos.


¿La víctima será la más damnificada tras las conversaciones de paz, la que "perdera" en tema de concesiones?

En La Habana yo les dije que estaría de acuerdo con su participación política: prefiero que ellos estén en el Congreso debatiendo con ideas que en las montañas combatiéndonos con armas. 

Cuando a mi me llaman para ir a la Habana, yo supe tres días antes de viajar, y una noche antes conocí al resto de personas que iban a viajar. Yo llegué muy prevenida: yo no estaba dispuesta a aceptar que fuesen victimas que no fuesen de las Farc. Pero cuando me senté en la mesa con ellos (12 personas en total), había víctimas de todos los frentes. La gente hablaba con tanta dignidad, fortaleza, reconciliación y con tanto nivel de perdón contando las historias más crueles. Al final me di cuenta que a todos nos unificaba el dolor y la capacidad de perdón, no quien había sido el victimario. 

Se podría decir que aquí quienes pierden son las víctimas, pero en todo esto las únicas que ganamos somos las víctimas porque nosotros como victimas estamos dispuestos a perdonar para terminar con la violencia y conseguir el mismo objetivo: una Colombia en paz. 


¿Ha recibido el perdón de alguno de sus victimarios?
No ha sucedido. Pero cuando hubo un receso estando en La Habana, yo traté de evitar ese encuentro con las Farc y me metí en el baño. Finalmente me dije “me toca salir” y busqué a Sergio Jaramillo y me puse a hablar con él. Cuando se iba a terminar el receso, se nos acercó Pablo Catatumbo, y me dijo que quería hablar conmigo y que todo lo que yo había dicho era cierto. Él se refería a lo que yo conté durante mi testimonio sobre la reunión que él mantuvo con mi papá antes de que él muriese gracias a la mediación del ex ministro de trabajo Angelino Garzón, con el visto bueno del presidente Pastrana. En esa reunión, Catatumbo le dijo a mi papá que no podía hacer nada por la liberación de los diputados, que eso tenía que ser a través de un acuerdo humanitario, y eso estaba en manos del secretariado de las Farc. 

Catatumbo me dijo que agradecía la sinceridad de mis palabras y que lamentaba lo que sucedió, que eso nunca debería haber sucedido. Yo le dije que esperaba que fuese sincero y que, en honor a la memoria de mi hermano, no se levantara de la mesa hasta que no hubiese una firma definitiva de este proceso. El me dijo “le prometo eso”.

No sé si esto se puede tomar como un perdón de él hacia mi familia, pero sí que fue un reconocimiento y un arrepentimiento. Yo le dije: “ustedes mataron a una persona que era la primera vez que se presentaba a la política, que estaba luchando por lograr una justicia social y una equidad que es lo que supuestamente ustedes reivindican, y lo mataron a él, entonces ¿qué es lo que están haciendo?”


¿Qué le resulta menos complejo, pedir perdón o perdonar?

Para mi es más difícil pedir perdón que perdonar, porque pedir perdón es reconocer que uno hizo cosas malas. Uno tiene que aprender a ponerse en los zapatos del otro. Obviamente yo no quiero parecer que esté reconociendo a las guerrillas como tal, justificando su acción, pero si uno se pone en los zapatos de ellos, para ellos lo que hacen está bien, con lo cual es muy complicado que reconozcan que lo que hacen está mal. 

El perdón es una sanación interna, tu no puedes vivir con odio. Uno por amor propio y por amor hacia los otros, porque uno no quiere que este sufrimiento lo vivan otras personas, es capaz de perdonar. El perdón es un acto de amor con uno mismo y un acto de amor con los otros. 


En su opinión, ¿cuáles son los pasos imprescindibles para alcanzar una verdadera reconciliación?

Primero actuar con sentido común, darse cuenta que no podemos prolongar el conflicto y que hay que crear nuevas posibilidades de paz. Ponerle cabeza, no de corazón. Si nos guiamos por el corazón, nuestros sentimientos pueden acabar con todo. Hay que hacerlo con cabeza fría, de forma muy reflexiva y pensando qué país les queremos dejar a las próximas generaciones. Saber qué es necesario un proceso de diálogo para acabar con el conflicto, que no es a través de las armas. 

Lo segundo, ser tolerantes. Aprender a reconocer que hay diferentes opiniones porque hay muchas personas que se oponen al proceso de paz. A ser tolerantes con ellos y respetar su punto de vista

Tercero, tener mucha paciencia porque use van a recibir muchos ataques de lado y lado. De la misma manera que se ve la polarización de la extrema derecha que habla de exterminar a las Farc, también lo vemos de la extrema izquierda diciendo aquí ustedes no son víctimas. Por ejemplo, lo que se dijo en contra del General Mendieta, Clara Rojas o Ingrid Betancourt. Obviamente hay intereses de perpetuar el conflicto.

Cuarto, estar dispuesto a perdonar. Si, nos la vamos a jugar todo por la paz, pero esto no puede ser una 'recocha', tienen que haber reglas y las reglas tienen que partir del reconocimiento de los hechos de la violencia y de someterse a una justicia transicional, que haya condena aunque no sea necesariamente pagar cárcel.


A ese respecto, ¿considera que en el ideario de la sociedad hay menos dilema a la hora de reconocer a una víctima cuando proviene de estratos bajos que cuando es de un estrato alto?

En Colombia somos muy dados a estigmatizar a las personas, entonces el paradigma de la víctima es una persona desplazada, que tiene su vida destruida, que está tirada por el piso y que está hecha pedazos, y el imaginario hace que se piense que la víctima es esa. Es absurdo que nuestros líderes políticos no puedan hacer un análisis más trascendental de esto. Si María Fernanda Cabal y las personas del centro derecho están en contra del proceso de paz deberían decir en que parte del proceso están en contra, no quedarse en el análisis superficial de una foto. No estoy vuelta pedazos, ni estoy destruida por el conflicto, yo he sido capaz de superar el conflicto  y estoy tratando de reconstruir mi vida. El dolor se lleva por dentro, uno no puede formar parte de la sociedad y estar llorando todo el rato. Te vuelves un ser humano despreciable. 

Uno puede perdonar, uno no olvida, y un hecho de violencia contra un ser querido jamás lo supera, uno lo lleva por dentro. Yo todos los días me levanto y  pienso en mi hermano, porque era una persona maravillosa, generosa… todos los días pienso en él. Y hay días en los que uno se despierta triste y yo me meto al baño, lloro, y salgo a rehacer mi vida. El dolor va por dentro. 


¿Qué es lo que más le dolió de los trinos de la congresista María Fernanda Cabal a raíz de unas fotografías en las que supuestamente saludaba a un guerrillero en La Habana?

La persona que yo estaba saludando era Jaime Avendaño, del equipo negociador del gobierno, pero yo en ese momento ni siquiera sabía a quién estaba saludando. Luego se me acercó Pablo Catatumbo y yo no le iba a decir, mire no voy a hablar con usted, porque uno tiene ciertos niveles de tolerancia. Cuando uno saluda, uno sonríe, son normas de cortesía. 

Ella se limita a hacer un análisis superficial de una foto. Es absurdo que de una foto ella saque todas las conclusiones que sacó. 

Hubo comentarios que ella hizo que me dolieron muchísimo. “Uno no va sonriendo al funeral de un hermano” dijo por radio. Primero no era el funeral de mi hermano, segundo, yo fui a poner mi granito de arena por la paz de Colombia, por la reconciliación, yo no iba con una motosierra. Yo sufrí muchísimo durante el secuestro y cuando asesinaron a mi hermano. Yo me sentí muy responsable de la liberación de él y sentí que si yo hubiese sido la secuestrada, mi hermano hubiese hecho todo lo humanamente posible para sacarme de ahí. Mi gran trauma es que yo no pude y que otros salieron vivos y mi hermano no

Entonces, cómo esta señora dice estas cosas si, por lo que veo, esta señora nunca le hizo un seguimiento al proceso que pasamos y no estuvo en el funeral. Y como lo pone públicamente. Así sigue reproduciendo estos niveles de polarización y de odios en Colombia.


¿Cómo va el asunto de la denuncia contra la congresista que interpuso en la Fiscalía?

Coloque una denuncia de injuria y calumnia ante la Fiscalía. Sigue en pie y a ella la llamarán para que rectifique. Y la sostengo porque uno tiene que proteger el proceso y a las otras víctimas, y las víctimas tenemos que ser respetadas y el dolor humano se tiene que respetar.  

En la foto que la Señora Cabal subió a Twitter incluyó un letrero que decía “'esta víctima', entrecomillas, muy contenta sonriendo a los guerrilleros de las Farc. Será que sufre del síndrome de Estocolmo?”. La denuncia es por su cuestionamiento de si soy o no una víctima, y segundo por lo del síndrome de Estocolmo. 

Ella incentivó la reacción violenta de otras personas. Y se empezó a decir que yo era una narcoterrorista, miembro de las Farc; que yo era una comunista. En este país a la gente la matan por eso. Ella puso en riesgo mi vida. En este momento yo ando con un escolta y nunca lo había hecho. Desato violencia en mi contra. ¿Cómo una representante de la Cámara no puede hacer un análisis más profundo de la situación?


¿Considera que hay una falta de perspectiva de género en las conversaciones de paz y visibilización de la mujer como víctima?

Hay estudios que indican que en este conflicto hay más de 490.000 víctimas mujeres. ¿Sabes cuantos delitos se han investigado? 1000. Y de esos 1000, ¿cuántos se han procesado? 63, y de esos ¿cuántos están pagando por sus delitos? Tres. Los casos de violencia sexual contra de las mujeres, el 99% está en impunidad. Pero es que de esas 490.000 supuestas víctimas mujeres, estas son las que se atreven a denunciar, es decir, existe un subrregistro. Falta un componente de género para la reconciliación en Colombia porque la mujer ha sido muy afectada por el conflicto. Hemos olvidado el dolor y el drama de las mujeres en medio del conflicto. 


¿La paz es posible?

Si es posible si hay un compromiso real. Las personas que participan en la mesa de conversación tienen un compromiso increíble y no sabes lo desgastante que es. Ese es el primer paso; no digo que con la firma del proceso ya haya paz. 

Es muy fácil hablar del proceso de paz desde el Parque de la 93 y decir si estoy a favor, o estoy en contra. Son los que están sufriendo el conflicto en las regiones los que están dispuestos a la reconciliación, los que dan ejemplo de que si es posible la paz.  Si hay paz podemos luchar de manera más eficiente por la equidad, por políticas sociales, por la educación. Y eso nos va a ayudar a que haya más progreso en Colombia.