Sicología

Los secretos del buen dormir

RevistaFucsia.com, 3/7/2012

Una noche de sueño reparador es tan placentera como necesaria par la salud. Pero cuando hay trastornos del sueño, el deseo de descanso se ve alterado con diversas consecuencias para quien los padece.

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‘No pegué un ojo en toda la noche’, dice el insomne, fatigado, ojeroso y de mal humor. ‘Yo, en cambio, dormí como un bebé’, responde el otro, tan fresco como si acabara de salir de la ducha. Y es que pocas cosas resultan más gratas que dormir bien y la cantidad de horas necesarias; a la inversa, pocas experiencias son más agotadoras que pasarse la noche en vela o dormir de ratos, poco y mal.

¿Por qué es tan necesario para los eres humanos? ‘El sueño tiene dos funciones fundamentales: restauradora (le permite a nuestro cuerpo recuperar energía e integrar la nueva información) y adaptativa: la cantidad y calidad del sueño es directamente proporcional a la calidad de vida’, explica la Dr. Mirta Averbu, médica neuróloga, especialista en medicina del sueño.

Aunque los requerimientos del sueño son individuales y varían con la edad, para la mayoría de los adultos, 7 u 8 horas por noche parece ser el tiempo justo de descanso, aunque algunas personas pudiesen necesitar solamente 5 horas al día y otras hasta 10. Los bebés generalmente necesitan alrededor de 16 horas al día, mientras que, los adolescentes cerca de 9,5 horas al día.

Se dice que un adulto duerme bien si:

-    Duermes al menos 7 horas los 7 días de la semana.
-    Duerme de corrido o a los sumo se despierta una vez en la noche y vuelve a dormirse.
-    Se despierta sin necesitar despertador. ‘Que la alarma deba sonar varias veces antes de levantarse es una muestra clara de que le falta sueño’, dice Averbu.
-    Durante el día permanece alerta y sin sueño.

¿Cuáles son los beneficios de dormir bien?
El cerebro, lejos de descansar, está muy activo mientras dormimos. Podría considerarse al sueño como nuestro ‘service nocturno’ porque mientras dormimos se producen numerosos procesos necesarios para la salud:

-    Recuperación física y síquica.
-    Crecimiento y maduración en niños (secreción de las hormonas de crecimiento).
-    Estabilización del humor (disminuyen las hormonas del estrés).
-    Actividad del sistema inmunológico.
-    Renovación de la piel.
-    Limpieza: se elimina lo que no sirve.
-    Disminuyen las pulsaciones, respiración y presión arterial.
-    Disminuye la temperatura corporal 1.5 °C.
-    Disminuyen los áciodos gástricos.
-    Las musculatura se relaja: lo que permite un perfecto y merecido descanso.
-    Recupera la memoria y permite el afianzamiento de aquello que aprendemos.

Calidad y cantidad
En el otro extremo de esta experiencia vital y positiva, los que no pueden dormir o duermen mal tienen otra historia para contar. La Dr. Averbu explica: ‘Una persona duerme mal cuando duerme menos horas de las que necesita para recuperarse o duerme un número adecuado de horas pero estas son de mal calidad’.

La privación o falta de horas de sueño tiene efectos perjudiciales sobre todos los sistemas del organismo. Perjudica el sistema inmunológico, por eso nos enfermamos más; el sistema nervioso no funciona adecuadamente, por eso cuando no dormimos los suficiente nos sentimos somnolientos e incapaces de concentrarnos y provoca problemas de la memoria, torpeza y dificultad en realizar cálculos matemáticos. Si continuamos privándonos de sueño, empezamos a sufrir alucinaciones y modificaciones del humor.

También se producen cambios en el estado de ánimo, y se pueden llegar a experimentar síntomas depresivos o de ansiedad; esto sucede porque se altera el cortisol (la hormona del estrés) que debería bajar durante la noche y no lo hace.

Por otra parte, las personas que duermen un número inadecuado de horas nocturnas, pero se duermen fácilmente durante el día, se sienten embotadas o con bajo rendimiento, pueden padecer un desorden del sueño.

¿Cuáles son las señales de que hay un desorden del sueño?
Durante el día:
-    Embotamiento mental o dolor de cabeza matutinos.
-    Somnolencia; levantarse por la mañana con sensación de mal descanso.
-    Ataques de sueño repentinos.
-    Fatiga física y mental.
-    Impotencia sexual.
-    Dificultad para atender, concentrarse en las tareas y retener lo aprendido.
-    Cambios del carácter y el humor. Irritabilidad, depresión, estrés.
-    Bajo desempeño laboral y profesional.

Durante la noche:
-    Dificultad para iniciar o mantener el sueño (insomnio).
-    Ronquido fuerte y pesado.
-    Pausas respiratorias o ahogos nocturnos (apneas del sueño).
-    Despertares nocturnos frecuentes.
-    Pegar patadas o manotazos mientras se duerme.
-    Inquietud, sensación de hormigueo en las piernas.
-    Pesadillas, sonambulismo, sueños violentos.
-    Bruxismo.

Afortunadamente, todos los desórdenes del sueño pueden ser tratados en la actualidad, rápida y efectivamente. La identificación precoz de los síntomas y signos ayuda a pacientes y médicos en el diagnóstico temprano y el tratamiento preciso.