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Pero… ¿por qué envejecemos?

Revista FUCSIA, 28/10/2013

El cuerpo humano está diseñado para vivir 120 años, pero nuestro estilo de vida es un factor determinante para que no lleguemos a esa edad.

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Cuando pensamos en no envejecer, se hace evidente un anhelo esparcido entre hombres y mujeres de no tener canas, de hacerle el quite a las arrugas, de que la panza no sea protuberante, de que el pelo no pierda volumen y no se caiga.  Sin embargo, esa tentación de entender el paso de los años y el natural desgaste del cuerpo, visto solamente a través de los signos de lo que se ha condenado como vejez, es reducir la comprensión de un fenómeno complejo a lo meramente estético.

Muchas teorías han intentado entender la razón por la cual nuestro cuerpo se desgasta y pierde vitalidad
con los años. Hoy la teoría aceptada y más esparcida entre la comunidad científica es la de los telómeros, como lo explica el doctor Luis Miguel Parra, especializado en medicina antienvejecimiento: “Las células tienen unas baterías, unas estructuras denominadas telómeros que ejercen la función de determinar la capacidad de división celular. Con cada división, el telómero se va acortando, por lo que después de cuarenta o cincuenta divisiones la célula ya no puede dividirse y muere”.

Así, con el paso de los años, y sobre todo desde que se llega a los 50, esa batería natural del cuerpo empieza un proceso de agotamiento. Sin embargo, el cuerpo humano está diseñado para durar 120 años y lo que no permite que se llegue a ese tope está relacionado con dos factores: uno genético y otro ambiental. “Lo genético, en realidad, influye solo en un 30 por ciento, mientras que el 70 por ciento restante son factores ambientales”, explica Parra, quien asegura que lo que ayuda a que esa batería celular natural se desgaste antes de tiempo está relacionado en gran medida con el estilo de vida, el tipo de trabajo y la alimentación, quizás el factor más determinante.

“La alimentación es un factor importante en la aceleración o desaceleración del proceso del envejecimiento, por lo que debemos incorporar pautas saludables a nuestra dieta diaria para prevenir algunas de sus manifestaciones”, explica, por su parte, el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Fernández Tres-guerres, en su libro Comida antienvejecimiento, en el que se hace evidente que las sustancias antioxidantes que se encuentran de forma natural en los alimentos tienen como función principal bloquear el efecto perjudicial de los radicales libres o toxinas que emana el cuerpo a través de su natural funcionamiento y que oxidan los tejidos del organismo. “Cuanto más mala calidad de vida tenga una persona, si fuma, come ahumados y fritos, bebe en exceso y no duerme, necesitará más energía y más células para mantener su cuerpo limpio, llevando a esa batería celular a un desgaste antes de tiempo”, añade Parra.

Esta es la razón por la que la edad que marca nuestra cédula, conocida como edad cronológica, no necesariamente va paralela a nuestra edad biológica, que es la edad que marcan nuestros órganos comparada con patrones estándar para determinada edad.

Así, es posible que alguien que tiene 25 años tenga una edad biológica de 35 o 40 años, debido a que su estilo de vida ha contribuido especialmente al deterioro de sus células
. “Por eso, cuando me encuentro con mujeres que para verse más jóvenes piensan que lo que deben hacer es aplicarse un poco de botox o recurrir al bisturí, les digo que están completamente equivocadas. Las arrugas en la piel y la flacidez son solo signos de lo que pasa con los órganos, de nada me sirve aplicarme cremas carísimas en la cara si mi hígado no está trabajando bien, por el contrario, un cuerpo desintoxicado, que se alimenta bien, hace ejercicio, duerme bien y tiene una buena vida sexual, puede usar cualquier crema sin gastar millones y conseguir verdaderos resultados”, explica el experto en antienvejecimiento, quien alerta acerca de que no solo cuando se llega a los 50 es hora de pensar en tomar cartas en el asunto. “El envejecimiento empieza desde que nacemos, y es verdad que a los 30 años tenemos toda la vitalidad del mundo y esta no deja evidenciar lo que le hacemos al cuerpo, pero solo a través de una medicina preventiva y no curativa, es decir, controlando las causas y no usando paliativos para esconder las consecuencias, podremos lograr una verdadera batalla contra el envejecimiento”, concluye el doctor Parra.