Las 7 consecuencias de sufrir un rechazo
Fucsia.co, 25/3/2014
Sufrir una negativa de la persona amada es algo a lo que todos debemos hacer frente en algún momento. Un experto te da las claves para identificar qué pasa en tu cuerpo y mente cuando eso ocurre, con el fin de que puedas sobreponerte con mayor eficacia.

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Todo el mundo debería aprender a lidiar con el rechazo, una sensación que, tarde o temprano, todos experimentamos de una u otra forma. Aprender a contrarrestar sus efectos cobra mayor importancia cuando este surge en un contexto amoroso. De hecho, en ocasiones, cuando la pareja se rompe, uno de los miembros intenta retomar la relación, arriesgándose a que su coraje no se vea recompensando o le sea devuelto en forma de negativa atroz.
Pero el desprecio no solo se relaciona con el desamor. Los amigos, los compañeros de trabajo o la familia, entre otros, pueden hacernos sentir rechazados, provocando sensaciones negativas con las que puede resultar difícil lidiar.
El sicólogo Guy Winch ha identificado siete consecuencias que comúnmente experimentan las personas cuando de enfrentan al rechazo. Conocerlas y saber manejar estas reacciones le da armas a la persona para poder superar con mayor efectividad esta atroz sensación.
1. El rechazo activa las mismas áreas del cerebro que se ponen en funcionamiento cuando experimentamos dolor físico. Es por ello que el desprecio duele tanto. De hecho, para probar esta teoría, se proporcionó Tylenol (paracetamol) a una serie de personas, a las que posteriormente se las pidió que recordasen una experiencia de rechazo que les hubiera marcado. Los participantes que recibieron la dosis experimentaron un dolor emocional más pausado que aquellos a los que no se les proporcionó el medicamento. Así pues, sé consciente de esta realidad neurológica cuando creas que el dolor te está superando: está todo en la cabeza y en ti la capacidad de no permitirle tener un efecto tan negativo en ti.
Dice el famoso neurólogo colombiano Rodolfo Llinás que todo está en el cerebro: “Usted es un estado emocional de su cerebro” y “el cerebro tiene la inteligencia de no saber existir”.
2. La devastación que produce el rechazo tiene una función evolutiva. En el pasado, el destierro era una condena segura para el ser humano cazador y recolector que necesitaba de la comunidad para sobrevivir. Los sicólogos evolucionistas consideran que el cerebro ha desarrollado un sistema de alerta para evitar que esto suceda: el rechazo. Así, aquellos sujetos capaces de experimentar mayor dolor ante esta sensación, tenían más posibilidades de supervivencia, pues les permitía corregir su actitud y ser aceptados.
Extrapolando esa "condena evolucionista" a nuestros tiempos, se llega a dos conclusiones: el dolor que provoca el desprecio puede corregirse si se identifica el hecho de que está ahí para hacernos reaccionar, y no porque sea algo tan dramático. Segundo, es una situación útil en la medida en quee pongamos a trabajar nuestro cerebro para que entienda que es una sensación más y que puede superarse si, por un lado, se identifican las causas que lo han provocado y, por el otro, se trabaja a conciencia para ponerles remedio.
3. El dolor del rechazo tiene mayor capacidad de subsistencia en el tiempo que el dolor físico. La memoria es capaz de recordar a la perfección el sufrimiento que experimentamos en el pasado al ser despreciados. De ahí la importancia de aprender a hacerle frente a este sentimiento y superar sus consecuencias. De otro modo, el cerebro evocará cada detalle de ese momento cuando se sobrevenga una situación similar.
4. El rechazo pone en riesgo nuestra sensación de pertenecer. Es un verdadero desestabilizador de nuestra parte social, de ahí que, cuando se experimenta el desprecio, la reacción inmediata e instintiva es alejarse y poner barreras a los nuevos que llegan (e incluso a los que se quedaron). Rodearse de seres queridos, reconectar con ellos, y buscar personas con las que se compartan afinidades y valores, que nos acepten como un igual, ayuda a calmar el rechazo y sobreponerse a él.
Explorar otras realidades y abrirse a conocer es una de las vías para superar la sensación devastadora que provoca el desprecio.
5. Fomenta la ira y la agresividad. Según un informe de 2001 del servicio público de sanidad de Estas Unidos, el rechazo era la principal causa de la aparición de un comportamiento violento entre los adolescentes, más incluso que la droga, la pobreza o las malas compañías. A pesar de los datos, el rechazo no es una justificación válida para herir con tu enfado o tu agresividad al resto de personas que te rodean o que quieren acercarse a ti, y que nada tienen que ver con lo que has experimentado. Esta forma de entender el dolor impide seguir adelante y superar el pasado.
6. Destruye la autoestima. El rechazo fomenta la aparición de una sensación de culpabilidad desacerbada. Las personas, especialmente cuando se enfrentan a una negativa amorosa, tienen a culparse a ellas mismas y a flagelarse emocionalmente de forma excesiva. Esta actitud solo provoca que superar el trance y el posterior abatimiento que nosotros mismos hemos provocado, resulte una tarea el doble de complicada que en un primer momento.
7. Desciende temporalmente el coeficiente intelectual. Diferentes estudios han coincido en afirmar que el rechazo merma el coeficiente intelectual de la persona, la memoria a corto plazo y la capacidad de tomar decisiones. Es decir, somos incapaces de pensar con claridad cuando nos han despreciado. No te abrumes, por lo tanto, cuando te invada la frustración y el desconcierto (además del dolor) después de sufrir el rechazo de otros. Date un tiempo prudencial, pero sin perder de vista el objetivo: coger fuerza de nuevo y darse al mundo.
Pero el desprecio no solo se relaciona con el desamor. Los amigos, los compañeros de trabajo o la familia, entre otros, pueden hacernos sentir rechazados, provocando sensaciones negativas con las que puede resultar difícil lidiar.
El sicólogo Guy Winch ha identificado siete consecuencias que comúnmente experimentan las personas cuando de enfrentan al rechazo. Conocerlas y saber manejar estas reacciones le da armas a la persona para poder superar con mayor efectividad esta atroz sensación.
1. El rechazo activa las mismas áreas del cerebro que se ponen en funcionamiento cuando experimentamos dolor físico. Es por ello que el desprecio duele tanto. De hecho, para probar esta teoría, se proporcionó Tylenol (paracetamol) a una serie de personas, a las que posteriormente se las pidió que recordasen una experiencia de rechazo que les hubiera marcado. Los participantes que recibieron la dosis experimentaron un dolor emocional más pausado que aquellos a los que no se les proporcionó el medicamento. Así pues, sé consciente de esta realidad neurológica cuando creas que el dolor te está superando: está todo en la cabeza y en ti la capacidad de no permitirle tener un efecto tan negativo en ti.
Dice el famoso neurólogo colombiano Rodolfo Llinás que todo está en el cerebro: “Usted es un estado emocional de su cerebro” y “el cerebro tiene la inteligencia de no saber existir”.
2. La devastación que produce el rechazo tiene una función evolutiva. En el pasado, el destierro era una condena segura para el ser humano cazador y recolector que necesitaba de la comunidad para sobrevivir. Los sicólogos evolucionistas consideran que el cerebro ha desarrollado un sistema de alerta para evitar que esto suceda: el rechazo. Así, aquellos sujetos capaces de experimentar mayor dolor ante esta sensación, tenían más posibilidades de supervivencia, pues les permitía corregir su actitud y ser aceptados.
Extrapolando esa "condena evolucionista" a nuestros tiempos, se llega a dos conclusiones: el dolor que provoca el desprecio puede corregirse si se identifica el hecho de que está ahí para hacernos reaccionar, y no porque sea algo tan dramático. Segundo, es una situación útil en la medida en quee pongamos a trabajar nuestro cerebro para que entienda que es una sensación más y que puede superarse si, por un lado, se identifican las causas que lo han provocado y, por el otro, se trabaja a conciencia para ponerles remedio.
3. El dolor del rechazo tiene mayor capacidad de subsistencia en el tiempo que el dolor físico. La memoria es capaz de recordar a la perfección el sufrimiento que experimentamos en el pasado al ser despreciados. De ahí la importancia de aprender a hacerle frente a este sentimiento y superar sus consecuencias. De otro modo, el cerebro evocará cada detalle de ese momento cuando se sobrevenga una situación similar.
4. El rechazo pone en riesgo nuestra sensación de pertenecer. Es un verdadero desestabilizador de nuestra parte social, de ahí que, cuando se experimenta el desprecio, la reacción inmediata e instintiva es alejarse y poner barreras a los nuevos que llegan (e incluso a los que se quedaron). Rodearse de seres queridos, reconectar con ellos, y buscar personas con las que se compartan afinidades y valores, que nos acepten como un igual, ayuda a calmar el rechazo y sobreponerse a él.
Explorar otras realidades y abrirse a conocer es una de las vías para superar la sensación devastadora que provoca el desprecio.
5. Fomenta la ira y la agresividad. Según un informe de 2001 del servicio público de sanidad de Estas Unidos, el rechazo era la principal causa de la aparición de un comportamiento violento entre los adolescentes, más incluso que la droga, la pobreza o las malas compañías. A pesar de los datos, el rechazo no es una justificación válida para herir con tu enfado o tu agresividad al resto de personas que te rodean o que quieren acercarse a ti, y que nada tienen que ver con lo que has experimentado. Esta forma de entender el dolor impide seguir adelante y superar el pasado.
6. Destruye la autoestima. El rechazo fomenta la aparición de una sensación de culpabilidad desacerbada. Las personas, especialmente cuando se enfrentan a una negativa amorosa, tienen a culparse a ellas mismas y a flagelarse emocionalmente de forma excesiva. Esta actitud solo provoca que superar el trance y el posterior abatimiento que nosotros mismos hemos provocado, resulte una tarea el doble de complicada que en un primer momento.
7. Desciende temporalmente el coeficiente intelectual. Diferentes estudios han coincido en afirmar que el rechazo merma el coeficiente intelectual de la persona, la memoria a corto plazo y la capacidad de tomar decisiones. Es decir, somos incapaces de pensar con claridad cuando nos han despreciado. No te abrumes, por lo tanto, cuando te invada la frustración y el desconcierto (además del dolor) después de sufrir el rechazo de otros. Date un tiempo prudencial, pero sin perder de vista el objetivo: coger fuerza de nuevo y darse al mundo.